domingo, 6 de julio de 2008

¿TENIA RAZÓN KAFKA?

¿Tenía razón Kafka?

Por: PAGINA 12

Kafka tenía razón. A los 150 años de su nacimiento podemos tildar de “kafkiana” la realidad del mundo actual. Leo, al pasar, las noticias de un diario serio y objetivo. Primera noticia: “En Alemania, alrededor de 200.000 personas por año son internadas en institutos psiquiátricos. Y la tendencia va en aumento”. Los alemanes se han vuelto locos, pienso, pero no, el estudio señala que en los países del primer mundo la tendencia es la misma. Pero a eso hay que agregar el estudio de la Universidad de Siegen, por el cual se informa que personas de bajo status social, es decir pobres, son llevadas e internadas en los psiquiátricos mucho más que las adineradas. Por ejemplo, en general los “managers” maníaco-depresivos son calificados como “coléricos”, mientras que personas pobres son consideradas de inmediato enfermas psiquiátricas e internadas en los institutos respectivos. Y se sostiene que la psiquiatría con sus medicamentos potentes acorta la vida de los pacientes aproximadamente 25 años. Esto lo ha demostrado un reciente estudio epidemiológico realizado en Estados Unidos.

Paso la página y me encuentro con un título simpático: “Tendencia al glamour” y un señor Anil Ambani me mira desde la foto con gesto algo despreciativo. Leo: “49 años, multimillonario de la India, que pesa 115 kilogramos, va a invertir medio millón de dólares en Hollywood”. ¿Cómo, de la India, me digo, del país de Gandhi, el estoico, en aquel país de la constante pobreza extrema? Quiero convencerme de que no puede ser y sigo leyendo: “Los multimillonarios Ambani son mellizos y los dos valen como miembros vigorosos del clan de los más ricos del mundo, pero los dos hermanos se odian a muerte. Uno quiere sobresalir más que el otro y por eso Anil Ambani invierte en Hollywood, para que todos hablen de él”. Multimillonarios en la India. Buen título para un libro de Kafka. Sí, el diario que leo le dedica la central a este escritor genial. Franz Kafka, tal vez el mejor conocedor del alma humana.

Sigo leyendo: y aquí viene lo grueso. El lunes comienza en la ciudad japonesa de Hokkaido la reunión “de los Ocho”, de los ocho grandes, los que manejan el mundo. El clima es sombrío. Porque no se ha cumplido nada de lo que prometieron en la reunión del año pasado, en Heiligendamm, Alemania. En esa reunión, los ocho representantes, sonrientes, aceptaron la proposición de la jefa de gobierno alemán, Angela Merkel, de reducir hasta el año 2050 a la mitad la emisión mundial de CO2. Para llegar a esa meta, los ocho países tendrían que reducir esas emisiones en un ochenta por ciento. Pero desde Heiligendamm no se hizo casi nada. Los ecologistas alemanes le exigen a Merkel que tiene que destapar la olla en la reunión próxima y tomarlo como una falta de respeto. Pero la verdad es que está claro: dentro del pensamiento capitalista, defender la atmósfera sale caro y entonces se encarecerían los productos y eso llevaría a una nueva guerra de competencia comercial.

Además, el tema no se para allí. En Europa ha entrado el miedo a la inflación. Las poblaciones empezaron a ahorrar en alimentos y en no viajar en auto, por el precio del combustible. Y por eso un estudio reciente muestra que la mayoría está abandonando la idea de no apoyar la construcción de centrales atómicas. Sólo el 51 por ciento está en contra de la construcción de esas centrales, lo que antes ascendía a más del 70 por ciento.

Veremos qué pasa el lunes. Pero ya se adelanta que Bush se va a negar rotundamente a una política ecológica dados los problemas que trae la suba del costo del petróleo. Ese es el tema que va a estar en discusión en primer lugar y no la ecología. Por otro lado, la FAO, la Organización Mundial de Alimentación, dio a conocer el jueves que el número de hambrientos en el 2007 subió a 450 millones de personas. Y que más de otros 850 millones no alcanzan a satisfacer sus necesidades mínimas alimentarias.

Una vez más cabe la pregunta: ¿seguiremos leyendo estas noticias o viéndolas por televisión –por supuesto, después del fútbol o de alguna de esas guasadas acostumbradas–; seguirá el mundo sin reaccionar ante este sistema tan injusto e irracional?

Hablemos de fútbol: acaba de terminar el campeonato europeo. Fue un éxito de espectadores jamás visto. Pero la verdad es que el verdadero ganador fue la empresa Adidas, por las ganancias que hizo. Lo publicaron todos los diarios con picardía, para comprobar un hecho indiscutible. Deporte y ganancias.

Claro, podríamos hablar más de Kafka y menos de estadísticas y ganancias. Pero es que el periódico no me deja. Por ejemplo: un editorial se titula “Basta de la locura de las rutas”. “Cualquier viaje por las autopistas alemanas es suficiente para comprender que hay que resolver de una vez el problema de los camiones. Por ellos, el tránsito se acumula kilómetro tras kilómetro. Lo que es dañino al clima, lo sabemos. Cualquier ayuda para resolver esa locura contemporánea será bienvenida. Ya se ha probado mucho, por ejemplo la prohibición a los camiones de pasar a otros camiones o automóviles. Deben mantenerse en su franja. O permitirse, como en el estado de Hessen, que el tránsito utilice las franjas de los márgenes destinadas a poder detenerse ante problemas. Pero con eso solo no se solucionó nada. Porque si se permite que desde el Mar del Norte se trasladen los cangrejos en camiones a Marruecos, porque allí es mucho más barata la mano de obra para despellejarlos, seguirá el problema.” Da este ejemplo, pero lo cierto es que se transporta todo para lograr mejores precios y poder vender más, más, más. Y el autor se permite una ironía: “Eso es lo bueno que parece nos va a traer la suba de los costos del petróleo. Ahora los empresarios van a calcular que tal vez sale más barato hacer las cosas en casa que a cientos de kilómetros”.

Y hay también un título saludable: “Al supermercado, en bicicleta”. Pero no todos quieren ir al supermercado en bicicleta. Varios diarios han tomado el tema con humor. Por ejemplo, un título lo dice todo: “Gran demanda de sedientos de gasolina”. Y como subtítulo: “A pesar de los altos precios del petróleo y de los problemas ecológicos, aumenta en gran proporción la venta de autos caros”. El periodista describe en idioma teatral: “Los automovilistas alemanes aprietan el acelerador a 180. Los precios de la nafta suben y suben. Peor todavía, el diésel es más caro que la nafta especial. El mundo al revés. Porque si bien subió el interés por los autos pequeños, mucho más por los autos de lujo, esos que no consumen sino devoran cada vez más combustible. Por ejemplo, en Alemania fueron patentados en abril de este año 378.805 autos (en el mismo mes de hace cuatro años esa cifra fue de 297.126). En abril de 2008 fueron habilitados 18.363 autos pequeños pero 22.121 todo-terreno.

Entonces queda la tristeza de que ni siquiera el mejor defensor de la ecología podría ser la suba de la gasolina. Ni vale ya el pensamiento razonable de que sea lo bueno y lo ético lo que trate de resolver los grandes problemas de injusticia y de muerte que han asolado y siguen asolando a los pueblos del mundo y al clima del planeta. Si no se piensa en la humanidad actual, ¿qué se va a cavilar acerca del mundo que les tocará a las próximas generaciones?

Porque vayamos a las armas. En el año 2007, por primera vez, la población mundial ha invertido 200 dólares por cabeza para armamentos. Lo militar devora el 2,5 por ciento del producto social global. Es decir, 858 billones de euros. Lo que demuestra una suba del seis por ciento frente al año anterior, valor limpio de inflación. Frente a lo gastado en 1998, al final de la “Guerra Fría”, el aumento es nada menos que del 45 por ciento. Mirando los números se pregunta uno: ¿es que el mundo se ha vuelto loco?

Hablábamos de que el ser humano, por cabeza, gasta 200 dólares por año en armas. El informe dice que para llevar a la mitad el número de los millones de hambrientos del mundo se necesitarían 20 dólares por habitante. El campeón del armamentismo es, por supuesto, Estados Unidos, con el 45 por ciento del gasto militar mundial. Luego le siguen Gran Bretaña y China, con el cinco por ciento. Alemania –pese a la lección de las dos últimas dos guerras– está en sexto lugar. Pero vayamos al negocio de las armas. Por supuesto, Estados Unidos va primero, con 7454 millones de dólares de exportación de armas. Rusia, segunda, y tercera Alemania, que exporta por 3395 millones de dólares. Los que más compran armas a Alemania son Turquía, Grecia y Africa del Sur. Y un país al cual se lo ha considerado siempre “pacifista” por excelencia, Holanda, es el quinto del mundo en exportar armas. Quien exporta armas no es pacifista.

Kafka sonreiría desde el cielo de los creadores ante este panorama kafkiano. No, tal vez ni siquiera él imaginó un mundo así. Para no hablar de la violencia desatada en lugares del mundo que se han convertido en llagas permanentes de la humanidad.

Pero estoy terminando estas reflexiones kafkianas, a 125 años del nacimiento del hombre de Praga, y el cartero –sí, los hay todavía, por suerte– me trae un libro titulado La herencia viva. Me lo envía la maestra Nora Bruccoleri y está redactado por alumnos, padres de esos alumnos y también abuelos. Es el segundo que recibo en mis manos. El primero lo presentamos en la última feria del libro de Buenos Aires. Estaba escrito por alumnos de la escuela de la villa de emergencia De la Cárcova. Este, ahora, viene de Las Heras, Mendoza. Me emociona el leer tantas experiencia y sueños. Me detengo ante la poesía “Vendimia”, del alumno Daniel Peralta, del 5º grado A.


Vendimia

es un grito de libertad.

Vendimia son los ojos

marrones del cosechador,

con sus tijeras y tacho

al hombro.


Vendimia

es un campesino.


Pienso: mientras existan niños que escriban poesías, hay esperanza, la bella palabra.



Por Osvaldo Bayer

Desde Bonn, Alemania

AGROCOMBUSTILES: SECRETOS Y TRAMPAS DEL BANCO MUNDIAL

Agrocombustibles: secretos y trampas del Banco Mundial

La crisis alimentaria
Por: LA JORNADA

Un informe interno confidencial del Banco Mundial (BM) de abril de 2008 demuestra que la producción de combustibles agroindustriales, particularmente los derivados del maíz, son la causa principal de los aumentos de los precios de los alimentos, reveló ayer el diario británico The Guardian. (Aditya Chakrabortty, The Guardian 4/7/ 2008).

No se trata de una pequeña contribución a la crisis alimentaria: según el informe coordinado por Don Mitchell, reconocido economista del Banco, la producción de agrocombustibles es responsable hasta en 75 por ciento del aumento de los precios alimentarios, y no de 3 por ciento, como afirma el gobierno estadunidense. Fuentes del BM declararon a The Guardian, que el informe fue suprimido para “no avergonzar al presidente Bush”. Otro 15 por ciento del aumento se debería a la suba de los precios del petróleo y agroquímicos.

El informe afirma que hay tres factores primarios, que en efecto dominó son responsables del aumento de los precios de los alimentos. Primero, que los granos para producción de combustibles fueron desviados de la producción alimentaria. Una tercera parte de la producción de maíz en Estados Unidos se usa para etanol en lugar de alimentos. Europa está utilizando la mitad de los aceites vegetales que produce o importa, para producir biodiesel. Segundo, el estímulo a los agricultores para que dediquen más tierra a los agrocombustibles, a costa de la tierra dedicada a producir alimentos. Tercero, la promoción de los agrocombustibles abrió un excelente terreno para la fuerte inversión de los fondos financieros especulativos, causando más aumento de precios.

Los fondos especulativos (hedge funds) salieron del sector inmobiliario en crisis y entraron agresivamente a la compra de stocks presentes y futuros de granos, empujando el alza de los precios, como parte de las apuestas financieras. Actualmente, más de 60 por ciento de las reservas y producción futura de maíz, trigo y soya han sido compradas por este tipo de fondos.

El informe confirma también que el aumento de poder adquisitivo en países como China e India “no llevó a aumentos en la demanda de granos a nivel global”, tal como explicó claramente Alejandro Nadal (Adiós al factor China, La Jornada, 11/6/2008). Este es uno de los argumentos favoritos de Estados Unidos y Brasil, para justificar la crisis alimentaria y exculparse por la agresiva promoción de agrocombustibles. Mitchell concluye, sin embargo, que el impacto del etanol brasilero no tuvo la misma carga en la debacle internacional de precios. Claro que para el Banco Mundial , el hecho de que el etanol brasilero sea subsidiado con trabajo semiesclavo y devastación de ecosistemas únicos, no es un costo.

Según datos del Financial Times (30/10/07), el subsidio anual de los países de la OCDE a los combustibles agroindustriales es de 15 mil millones dólares anuales.

David King, anteriormente jefe de asesores científicos del gobierno británico, declaró a The Guardian “(con los biocombustibles) estamos subsidiando el aumento del precio de los alimentos mientras que no hacemos nada para enfrentar realmente al cambio climático”

No es la primera vez que el Banco Mundial critica los agrocombustibles, pero este informe es mucho más detallado y preciso que los anteriores. Sin embargo, la propuesta “alternativa” del Banco, igual que la de las empresas de agronegocios, es que se aumente la ayuda alimentaria (así se subsidia a las mismas empresas de agronegocios que ganan tanto con alimentos caros como con agrocombustibles, y además venden los granos como “ayuda” alimentaria), mientras se refuerza el apoyo a las próximas generaciones de agrocombustibles, que conllevan cultivos y árboles transgénicos o cosas peores, como vida sintética artificial –con lo cual igual compiten por tierras y agua.

En este escenario, es absurdo y criminal que el gobierno mexicano siga insistiendo en la producción de agrocombustibles, que solamente beneficiarán (en grande, eso sí) a las grandes transnacionales de los agronegocios que dominan el comercio de granos en México y en el mundo, como Cargill y ADM, y a las que controlan la semillas de maíz u otros cultivos dedicados a ese fin, como Monsanto, Syngenta y Dupont, los barones de los transgénicos.

Cualquier inversión en agrocombustibles, del tipo que sean, espoleará la escasez y carestía de los alimentos. Si además, se autorizara el maíz transgénico, como pretende el gobierno para complacer a las transnacionales, se aumentará la dependencia de las empresas extranjeras, al tiempo que la contaminación transgénica dañará los cultivos convencionales y tradicionales, patrimonio histórico de México, que en manos de sus campesinos, son la verdadera solución para la producción de alimentos y la soberanía alimentaria.


Silvia Ribeiro.

Investigadora del Grupo ETC