
Como es usual cada año, personas de muy variadas expresiones contraculturales, que desde su vestimenta, sus prácticas, sus gustos y sus convicciones fueron sumando y sumando hasta llagar a ser mas de cinco mil personas cantando, arengando y disfrutando de un espacio que cada año se libera para dar paso a la expresión antimilitarista más fuerte en la ciudad.

Cual independencia en un país con más de 24 millones de pobres, con mas servicios que derechos, con mas legalidad que legitimidad; cual independencia en un país rico en agua, pero agua controlada por capital extranjero, con una deuda externa que crece y crece; cual independencia en un país en el que sus gobernantes quieren que nos matemos unos con otros mientras ellos se reparten la torta desde la casa de Nariño, el country club o el club el nogal.
En esta ocasión, en un acto de desobediencia a un estado que quiere militarizar nuestras vidas, que nos ha impuesto un modelo de desarrollo que solo beneficia a los pequeños monopolios, y que además se ha valido de ejércitos ilegales y del terrorismo para mantener su proyecto; nos hemos concentrado en un reto permanente.
Un reto para nosotros y nosotras, es que en una ciudad fundida en el terror, el control, la arbitrariedad, la exclusión y el paramilitarismo, todavía alcemos la voz aunque sea cada año, nos concentremos miles de jóvenes y permanezcamos durante 12 horas continuas, diciendo, resistiendo y confrontando desde nuestro quehacer y desde nuestra expresión cultural.
El antimilitarismo sonoro, es una forma de romper con el temor que quieren infundir todos los ejércitos en las calles de esta ciudad, una forma de romper con la cultura de la obediencia a la ley injusta, una forma de decirle a la ciudad que….
Que no es cierto que todos los jóvenes seamos un peligro.
Que no nos dejaremos vencer por este estado mafioso e ilegitimo.
Es una forma de decir desde el arte, que nada es neutral, que nuestra apuesta es clara, que no queremos ejércitos, patriotas, patriarcado, leviatanes, policías, héroes, ni hombres armados; que no los necesitamos.
Durante doce horas en un lugar en el que estaban concentradas más de cinco mil personas y no había fuerzas del estado no hubo ni un muerto, lo que no ha podido hacer el estado con todos sus aparatos, todos los venteros ocasionales hicieron su día, los asistentes disfrutaron bajo una sola regla: el autocontrol es posible, y una vez más logramos decirle a la ciudad que un grupo numeroso de personas estamos en desobediencia a este modelo cultural patriarcal y militarista, que no creemos en la independencia que nos quieren vender y lo mejor de todo, que no obedeceremos al control del estado sobre los espacios públicos.
El antimili es una expresión legitima de jóvenes, de esos mismos que hemos sido estigmatizados y controlados; de esos mismos que por el hecho de vestirnos diferentes se nos aisla, de esos mismos que por proponer la abolición de las dominaciones se nos juzga; esos mismos jóvenes somos lo que en este día que no queda registrado por ningún medio de comunicación masivo, hemos dicho: no tenemos miedo, tenemos esperanzas, sueños y propuestas y en ellas persistiremos.
Agradecemos a todas las personas que asistieron, a todas aquellas que lo hacen cada año; a todas las organizaciones nacionales y extranjeras que nos acompañan y sobre todo, a la ausencia de aquel verde oliva y camuflado que nunca será invitado ni bienvenido.
a toda forma de dominación.
Por la desmilitarización de nuestros cuerpos y territorios.
Red Juvenil de Medellín
julio de 2010.
Por: Red Juvenil
Tomado de: redjuvenil.org