martes, 28 de abril de 2009

¿No te huele a podrido?

Sombrero de mago

No sé si lo sentís de esa manera, pero hay una vaharada de putrefacción en el país.
Pensaría cualquiera que hasta bueno y sintomático, porque las sociedades, a diferencia de los humanos, primero se pudren y después se mueren. El asunto es que este sistema de desgracias e inequidades no está en agonía, sino más bien, en reconstrucción y reforzamiento de bases para que el reino y su rey sigan a perpetuidad.

El olor, como pasa en un cuento de Faulkner, sale de una casa que está en aparente decadencia y no basta con que vamos a regarle cal en los zócalos. No sé si lo sentís así, pero no es de extrañar, digamos, que los hijos del presidente, negociantes de alcurnia, aprovechen la posición de su papá para acrecentar su sapiencia de comerciantes. Es la cultura del poder, sobre todo en Colombia, donde padres y delfines, han aprovechado al Estado en beneficio propio.

Pasó en los tiempos de la Handel, también en los de la carretera La Libertad. No sé si lo apreciás así, pero nos acostumbramos a la podredumbre. Perdimos el olfato. Nos prepararon para la sumisión y la complicidad. Se dirá: los de arriba pueden hacer lo que les dé la gana. Para qué rebelarnos, si al fin de cuentas aquí no pasa nada.

Qué importa, por ejemplo, que en una semana asesinen a un periodista, hieran a otro, y asalten en Tulúa a Álvarez Gardeazábal. O que cada día se sepa que el DAS, ese que dirigió una vez un “buen muchacho”, tiene listas negras, chuza teléfonos de magistrados, hace seguimientos a opositores, monte espionaje a aquellos que son considerados incómodos o no pertenecen al redil. Hace parte de la “normalidad” de un régimen, presidido por una “inteligencia superior”.

Qué importa, por ejemplo, si la Comisión Primera de la Cámara, en el caso del referendo del agua, aprobó un texto contrario a la iniciativa ciudadana. Las denuncias al respecto dicen que se alteró en esencia el contenido del mismo. Se eliminó la consagración del derecho fundamental al agua potable. Se sustrajo el reconocimiento del agua como bien común y público. Se quitó la prohibición de privatizar la gestión del agua y del servicio de acueducto y alcantarillado, sin ánimo de lucro. Mejor dicho: se irrespetó la propuesta popular.

Lo más atractivo, según las denuncias, es que las modificaciones arbitrarias se acordaron en la Casa de Nariño entre el Presidente y su bancada. Además, se le filtró un “mico” (o un elefante) al texto original: volver constitucional que “las aguas que nacen y mueren en la misma heredad”, son privadas. No sé si lo considerás así, pero esto significa, entre otros asuntos, que el principio de que todas las aguas son bienes de uso público, lo volvieron trizas.

Y después, desde la Casa de Nariño (o de “Nari”), se grita que sea el pueblo el que decida sobre el referendo del agua. Claro, cuando ya se le trastocó el contenido y se adaptó para defender intereses privados. Nada raro en este país sometido a tantas ferias, engaños y dizque “profundizaciones” de la democracia.

No sé si lo mirás así, pero no será extraño que a este referendo espurio le adhieran el referendo reeleccionista, sin tocarle ni una letra, claro. Y todos tan contentos. O sea, que ya va siendo hora de recordar la “hecatombe”, aquella que pronosticó el profeta para aspirar a quedarse en el poder hasta el final de los tiempos.

Y la hecatombe –no sé si estarás de acuerdo- la viven los despedidos de las empresas, los desplazados, los desempleados, los que no atienden en los hospitales y clínicas, los destechados, los olvidados de las bienaventuranzas. Pero qué importan todos ellos, si el día que despierten (despertemos) el Mesías estará ahí, como el dinosaurio del cuento.

Por: Reinaldo Spitaletta
Tomado de: www.elespectador.com

El agua bendita

Como si fuera poco lo que pasa en este país con la violencia, la corrupción y las mafias paseándose en las esferas de poder, ahora el Congreso de la República decide meterle la mano al referendo del agua para permitir nuevos capítulos de apropiación privada de este bien público.

Pocas iniciativas ciudadanas pueden ser más importantes que está del Referendo Constitucional por el Derecho al Agua que fue respaldada con más de dos millones de firmas para defender una de las causas más nobles de la agenda de este siglo. El texto de reforma firmada por la gente establece que el “agua es un bien común y público”, “el acceso al agua potable es un derecho fundamental” y que todas las personas deben tener garantizado por el Estado un mínimo vital gratuito. Se instituye también que todas las aguas son bienes de la nación y de uso público y que el servicio de acueducto y alcantarillado no puede ser para el lucro privado sino un servicio público prestado directamente por el Estado o por comunidades organizadas.

No solo los dos millones de firmantes sino muchos más han estado pendientes de la suerte de la iniciativa popular de referendo del agua y de la oposición desatada por grandes empresas y por voceros de ellas y de los promotores de la privatización del agua. Es sabido que desde mediados del siglo pasado se desencadenó en el mundo la batalla por el agua y se pronosticó que en el siglo XXI se convertiría en guerras de dimensiones insospechadas. Con el apoyo del Consenso de Washington y de Banco Mundial se lanzaron poderosas fuerzas a controlar reservas de agua, a modificar leyes y regulaciones para romper los monopolios estatales de los servicios de agua y saneamiento básico y volverlos mercancías. Aguas superficiales y subterráneas se ha vuelto más apetecidas que el petróleo o el oro y son fuente de apropiación privada o de expropiación a comunidades y naciones.

El referendo por el Derecho al Agua es una apuesta audaz dirigida a colocar las cosas al derecho y contener la barbarie de los negociantes a costa de la vida y tal vez por ello en unas cuantas horas es tomado por asalto y desvirtuado totalmente este 22 de abril en la Comisión I de la Cámara de Representantes. En lugar de oponerse al proyecto y hundirlo como habían anunciado, después de un desayuno en la Casa de Nariño decidieron recurrir a la táctica de la perfidia y aprobar otro texto como si fuera el de la iniciativa popular. Quitaron del original todo lo sustancial y por el contrario reforzaron los derechos de los negociantes que se quieren quedar con el control del agua y de la prestación de los servicios.

Las mayorías uribistas que han encabezado este asalto al referendo del agua, hoy están celebrando a carcajadas. Aprobaron en un día dos referendos para despejar el camino del que verdaderamente les interesa y de la reforma política que lo complementa y le salva la cara a la parapolítica. Tenían que darle trámite a la iniciativas popular para poder entrar en la agenda reeleccionista sin alterar el reglamento y por eso hicieron la maturranga.

Ahora falta ver con que armas van a lograr que la Corte Constitucional les de vía libre a los engendros. Cualquier cosa se puede esperar de estos tipos que no respetan ni al agua bendita.

Por: Camilo Gonzalez Posso
Tomado de: www.indepaz.org.co