Este Día es una celebración de la Vida... los pueblos indígenas estamos vivos y vigentes: articulando sueños, compartiendo propuestas para salvar al planeta y a la humanidad.
Lima, Perú, COORDINADORA ANDINA DE ORGANIZACIONES INDÍGENAS, CAOI, Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia, Chile, Argentina
El 9 de agosto de cada año, el mundo celebra el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, instituido por las Naciones Unidas en 1994, en homenaje a las naciones originarias, aquellas que preexistimos a la constitución de los actuales Estados y que aún conservamos nuestros territorios, nuestra cultura, nuestras formas de vida. Y que hoy hemos pasado de la resistencia a la construcción de propuestas.
Durante más de quinientos años, los pueblos indígenas del Abya Yala (América) estamos resistiendo políticas de exterminio. La conquista europea fue uno de los más crueles genocidios de la historia de la Humanidad. Y el surgimiento de las repúblicas no significó un cambio para nosotros; por el contrario, las brechas de inequidad, discriminación y exclusión se profundizaron.
A fines del siglo pasado, la imposición del neoliberalismo en los países del continente, con las recetas del “Consenso de Washington”, se tradujo en políticas de arrasamiento de nuestros derechos territoriales, a la consulta, la autonomía y autodeterminación, poniendo en riesgo nuestra existencia.
Fue entonces que, simultáneamente, se imponía el libre mercado para multiplicar el saqueo de los bienes naturales por las empresas transnacionales y, ante la respuesta de los pueblos indígenas, los organismos internacionales empezaban a discutir y a emitir instrumentos de protección de nuestros Derechos. En 1989 se adoptó el Convenio 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes; la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de la ONU recién fue adoptada el 2007, luego de más de veinte años de debate; y la Declaración de la OEA se sigue discutiendo.
Tales instrumentos internacionales significan grandes avances, pero en la mayoría de los casos solo quedan en el papel, porque los Estados priorizan las reglas del libre mercado sobre los derechos humanos y colectivos. Y ante nuestra protesta, criminalizan el ejercicio de nuestros derechos, con leyes represivas, persecución policial y judicial, estigmatización, desplazamientos forzados, bases militares, incursiones armadas en nuestras comunidades, secuestros, torturas, desapariciones y asesinatos.
En el Perú, la Masacre de Bagua del 5 de junio de este año fue el punto más visible de este proceso; en Colombia hay 18 pueblos indígenas al borde de la extinción; en Chile se usan leyes de la dictadura de Augusto Pinochet para procesar a los líderes Mapuche…
Todo esto no ha logrado ni logrará desparecernos. Por el contrario, la defensa de nuestros territorios, de la Madre Tierra y sus bienes naturales, nos fortalece, porque nos hace visibles y ha logrado convocar la solidaridad de todos los movimientos sociales, que hoy se identifican con nuestra lucha.
Esta lucha común contra la globalización neoliberal nos ha hecho inventar otra forma de integración, desde la visión y los derechos de nuestros pueblos. Nuestras organizaciones se articulan y construyen propuestas comunes desde la riqueza de la diversidad. Cuatro cumbres continentales han consolidado esa articulación y esas propuestas.
Ya no somos invisibles: los ojos del mundo nos ven como una esperanza, la esperanza de una civilización de vida, frente a la civilización de la muerte que en solo cinco siglos ha llevado al planeta al borde la hecatombe climática; mientras que los pueblos indígenas, durantes milenios, supimos vivir en armonía con la Madre Tierra, criándola y dejándonos criar por ella.
El mundo está comprendiendo que nuestras propuestas de Buen Vivir, de Estados Plurinacionales, de integración desde y para los pueblos, no son exclusivas para los pueblos indígenas, sino que representan una real alternativa para todos aquellos comprometidos con la construcción de nuevos paradigmas civilizatorios.
Por todo ello, para los Pueblos Indígenas, este año, la celebración de nuestro Día Internacional es una celebración de la Vida. Porque pese a siglos de exclusión y políticas de exterminio, los pueblos indígenas estamos vivos y vigentes: articulando sueños, compartiendo propuestas para salvar al planeta y a la humanidad. Porque hemos vuelto y somos millones.
Por: COORDINADORA ANDINA DE ORGANIZACIONES INDÍGENAS
Tomado de: www.onic.org.co
Lima, Perú, COORDINADORA ANDINA DE ORGANIZACIONES INDÍGENAS, CAOI, Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia, Chile, Argentina
El 9 de agosto de cada año, el mundo celebra el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, instituido por las Naciones Unidas en 1994, en homenaje a las naciones originarias, aquellas que preexistimos a la constitución de los actuales Estados y que aún conservamos nuestros territorios, nuestra cultura, nuestras formas de vida. Y que hoy hemos pasado de la resistencia a la construcción de propuestas.
Durante más de quinientos años, los pueblos indígenas del Abya Yala (América) estamos resistiendo políticas de exterminio. La conquista europea fue uno de los más crueles genocidios de la historia de la Humanidad. Y el surgimiento de las repúblicas no significó un cambio para nosotros; por el contrario, las brechas de inequidad, discriminación y exclusión se profundizaron.
A fines del siglo pasado, la imposición del neoliberalismo en los países del continente, con las recetas del “Consenso de Washington”, se tradujo en políticas de arrasamiento de nuestros derechos territoriales, a la consulta, la autonomía y autodeterminación, poniendo en riesgo nuestra existencia.
Fue entonces que, simultáneamente, se imponía el libre mercado para multiplicar el saqueo de los bienes naturales por las empresas transnacionales y, ante la respuesta de los pueblos indígenas, los organismos internacionales empezaban a discutir y a emitir instrumentos de protección de nuestros Derechos. En 1989 se adoptó el Convenio 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes; la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de la ONU recién fue adoptada el 2007, luego de más de veinte años de debate; y la Declaración de la OEA se sigue discutiendo.
Tales instrumentos internacionales significan grandes avances, pero en la mayoría de los casos solo quedan en el papel, porque los Estados priorizan las reglas del libre mercado sobre los derechos humanos y colectivos. Y ante nuestra protesta, criminalizan el ejercicio de nuestros derechos, con leyes represivas, persecución policial y judicial, estigmatización, desplazamientos forzados, bases militares, incursiones armadas en nuestras comunidades, secuestros, torturas, desapariciones y asesinatos.
En el Perú, la Masacre de Bagua del 5 de junio de este año fue el punto más visible de este proceso; en Colombia hay 18 pueblos indígenas al borde de la extinción; en Chile se usan leyes de la dictadura de Augusto Pinochet para procesar a los líderes Mapuche…
Todo esto no ha logrado ni logrará desparecernos. Por el contrario, la defensa de nuestros territorios, de la Madre Tierra y sus bienes naturales, nos fortalece, porque nos hace visibles y ha logrado convocar la solidaridad de todos los movimientos sociales, que hoy se identifican con nuestra lucha.
Esta lucha común contra la globalización neoliberal nos ha hecho inventar otra forma de integración, desde la visión y los derechos de nuestros pueblos. Nuestras organizaciones se articulan y construyen propuestas comunes desde la riqueza de la diversidad. Cuatro cumbres continentales han consolidado esa articulación y esas propuestas.
Ya no somos invisibles: los ojos del mundo nos ven como una esperanza, la esperanza de una civilización de vida, frente a la civilización de la muerte que en solo cinco siglos ha llevado al planeta al borde la hecatombe climática; mientras que los pueblos indígenas, durantes milenios, supimos vivir en armonía con la Madre Tierra, criándola y dejándonos criar por ella.
El mundo está comprendiendo que nuestras propuestas de Buen Vivir, de Estados Plurinacionales, de integración desde y para los pueblos, no son exclusivas para los pueblos indígenas, sino que representan una real alternativa para todos aquellos comprometidos con la construcción de nuevos paradigmas civilizatorios.
Por todo ello, para los Pueblos Indígenas, este año, la celebración de nuestro Día Internacional es una celebración de la Vida. Porque pese a siglos de exclusión y políticas de exterminio, los pueblos indígenas estamos vivos y vigentes: articulando sueños, compartiendo propuestas para salvar al planeta y a la humanidad. Porque hemos vuelto y somos millones.
Por: COORDINADORA ANDINA DE ORGANIZACIONES INDÍGENAS
Tomado de: www.onic.org.co