martes, 5 de mayo de 2009

Los fantasmas de Bojayá

Indigenas Bojayá

Relato del periodista Paco Gómez Nadal, en la última visita que nos hizo al Chocó. “Desde septiembre de 2007, Bellavista ya no es Bellavista. En ese mes, los últimos moradores fueron trasplantados a lo que el gobierno denomina Nuevo Bellavista y que la voz popular llama Severá –porque fueron años de promesas incumplidas hasta que se levantó este pueblo artificial a un costo de 34.000 millones de pesos colombianos (unos 15 millones de dólares)-.

Minelia sabía que no estaba bien esto de que cabezas y troncos no estuvieran juntos. Hay ciertas cosas que no deben suceder. Hasta en la muerte debería haber reglas. Tampoco consideraba Minelia que vivos y muertos debieran yacer revueltos entre vísceras y lluvia. Por eso, Minelia gastó su tiempo entre las balas cruzadas de paramilitares y guerrilla en dos tareas urgentes. La primera, regalarle pequeños sorbos de agua con sal a modo de suero improvisado a las pocas personas que habían quedado con aliento dentro de la iglesia de Bellavista, cabecera del municipio de Bojayá (Chocó), y que no alcanzaron a hacerse oír y así escapar del infierno con el resto de aterrorizados supervivientes. La segunda requería de más pericia: poner junto a cada cuerpo ensangrentado de las decenas de niños que dejaron de serlo ese 2 de mayo de 2002, la cabeza con la que nacieron y de la que se separaron cuando las FARC lanzaron dos tanques de gas convertidos en bombas caseras sin precisión que cayeron en la iglesia donde se protegían de las balas unos 500 civiles.

Minelia, en este juego de apariencias, es la loquita del pueblo pero esa noche demostró tener más frialdad y humanidad que cualquiera. Más, eso seguro, que El Alemán –Freddy Rincón-, el jefe del Boque Élmer Cárdenas de los paramilitares que tomaron este pueblo unos días antes de la tragedia y que ha reconocido haber presenciado los largos días de batalla campal entre armados desde una avioneta, “con binoculares”. El Alemán, en las versiones libres rendidas ante la fiscalía colombiana, dentro del marco de la denominada Ley de Justicia y Paz, sólo reconoció ser responsable de una muerte: la de Minelia. Los binoculares debían estar mal calibrados, porque Minelia, seis años después de esa matanza, la mayor en la historia sangrienta de Colombia, que dejó casi 90 muertos, 100 heridos e hipotecó el futuro de las otras 1.500 almas que poblaban Bellavista, sigue viva y habla, y habla, dicen unos que sin sentido. “Es la que dice más verdades en este pueblo”, refuta Coca, o Bernardina Vásquez, una de las líderes naturales de este pueblo ahora desgajado, trasplantado a la fuerza, despistado y enfrentado.

Trasplantados a la fuerza

Hasta septiembre de 2007, Bellavista era Bellavista. Un pueblo como tantos otros a las orillas del contundente río Atrato, expuesto a todos los actores de esta guerra colombiana que dice no ser guerra, a las crecidas de este caudal que asusta, al abandono estatal, a la lluvia que a veces parece incesante en esta región calificada como una de las de más pluviosidad del planeta. También era un lugar tranquilo. Allí, en las precarias bancas de madera clavadas en la ribera del Atrato he tomado algunos de los mejores rones de mi vida y he conocido a sus gentes, acostumbradas a convivir con el río, dispuestas a no perder la partida ante la pobreza. “No nos dejan disfrutar de esta tranquilidad”, me decía en julio de 2007 una muchacha de mirada triste y sonrisa floja.

Desde septiembre de 2007, Bellavista ya no es Bellavista. En ese mes, los últimos moradores fueron trasplantados a lo que el gobierno denomina Nuevo Bellavista y que la voz popular llama Severá –porque fueron años de promesas incumplidas hasta que se levantó este pueblo artificial a un costo de 34.000 millones de pesos colombianos (unos 15 millones de dólares)-. El viejo Bellavista es hoy un esqueleto sin piel. Lo camino con Carmencita, una de las cuatro misioneras agustinas que se han quedado como únicas habitantes de este pueblo fantasma sin fantasmas. Propios y extraños se han robado la madera de las casuchas, el piso del centro de salud, los techos de zinc… Lo que quedaba, ha sido pasto de las llamas en las que soldados colombianos han enterrado la memoria de este lugar. Solo queda en pie la iglesia donde ocurrió la matanza y la sólida casa donde viven las agustinas. Carmencito reúne en sus 150 centímetros de altura la dignidad de los que resisten. “Nunca estuvimos de acuerdo con como se hizo lo del nuevo pueblo, fue un chantaje”. Y así fue. Presencié en 2003 una reunión de la comunidad con Everardo Murillo, el responsable del proyecto por parte del gobierno nacional. Las opciones eran dos: o el nuevo pueblo tal y como lo habían diseñado los burócratas desde Bogotá o nada. Demasiados años de nada como para despreciar 265 casas nuevas.

Eso sí, hay maneras muy diferentes de describir Severá. Llego al Nuevo Bellavista en el bote de Macedonio, de un verde desgastado y con esas sillas plásticas recortadas en sus patas que hacen la vez de butacas de primera en el Atrato. Compró el renqueante motor de 15 caballos de potencia con parte de los 13 millones de pesos (unos 7.000 dólares) en los que el Estado valoró la vida perdida de su hijo de seis años, una de las víctimas de aquella matanza. “Ahora hay que subir todo porque hay ladrones en el pueblo. Uno no puede dejar nada en el bote. La Policía está ahí y no hace nada”.

La cuesta para subir al Nuevo Bellavista se torna descomunal en este calor sofocante. El barro corre por la loma como testigo de la lluvia que inundó las nuevas calles hace unas horas. Es medio día y casi nadie está en estas calles sin árboles donde el sol multiplica su poder. Las casas –diseñadas por la comunidad según el pomposo informe especial de la Presidencia de la República- fueron pensadas para otro lugar, seguro. No hay un solo vecino que recuerde haber participado en el diseño de estas cajas de fósforos, con poca ventilación y cuyas paredes de bloque acumulan el calor del día para convertirlas en hornos en la tarde. Los pisos son de cemento sin pulir, sin pintar, sin nada. Las pocas paredes repelladas –“dicen que van a ir repellando todas”- son tan precarias como el clima. Durarán poco.

El balance final de la Presidencia se hizo a propósito de la visita del presidente Álvaro Uribe el pasado 23 de octubre para entregar este decorado de pueblo. Se hizo acompañar del secretario de Comercio de Estados Unidos, Carlos Gutiérrez y de varios congresistas de ese país. El show fue casi perfecto. El informe oficial asegura que desde todas las casas se ve el río para mantener la cultura de estas gentes. Debe ser desde el techo, y no desde todos. El barrio conocido como las 80 casas está a más de un kilómetro del río. “Yo echo de menos mucho el otro pueblo, allá teníamos nuestro río y se conseguía la comidita fácil”, me dice una vecina que se esconde del calor tras los muros de su nueva casa. En el restaurante Punto y Coma –dos mesas acomodadas en la entrada de una casa como las otras- ya no acompañan el arroz y el pollo con patacones fritos de plátano verde, sino con un banano crudo. Extraña mezcla que se explica porque los botes que pasan por el río vendiendo pescado y plátano –ingredientes básicos de esta supervivencia- ya no paran en el Nuevo Bellavista por lo lejano de las casas. “Cuando paran, entonces cobran más caro por vender arriba. Le digo que estamos pasando apuro con la comida”.

No hay mucho que hacer acá. Ya no hay centro del pueblo, que antes se identificaba en el triángulo formado por la iglesia, la escuela y la cancha de fútbol del viejo Bellavista. Bueno, y por las tiendas-bares que se ponían en fila frente al río para construir un malecón ficticio. Ya no hay grupos de vecinos reunidos. Sólo se ve la actividad de los policías armados para combate y cuatro hombres jóvenes que beben cerveza en el lejano billar de la entrada.

“Con los policías ha entrado la vagabundería. Ahora se vende marihuana y bazuko (crack) y los pelaos (muchachos) la pasan tomando cerveza con ellos y aprendiendo malas cosas”. La queja de otra de las mujeres que guarda nombre para salvar vida se mezcla con el silencio generalizado sobre casi todo. “Es que hay informantes infiltrados y uno no sabe quién es quién”. Un silencio que según todas las fuentes también ha sido comprado en forma de empleos oficiales para los principales líderes del pueblo que hasta 2005 fueron respondones y ahora son corderitos.

La nueva guerra

La guerra en esta zona del Atrato ha cambiado de forma, no de crueldad. Cuando pisé por primera vez esta región, en 1998, el río era controlado por la guerrilla y los paramilitares desafiaban ese dominio entrando por tierra a las cuencas de los ríos Jiguamiandó y Curvaradó, donde a punta de sangre y desmembramientos abrieron espacio para los cultivos de Palma Africana. En esos últimos y amedrantadores años del milenio no había transporte público por el río, las tomas violentas de uno u otro grupo se sucedían en Vigía del Fuerte, Mutatá, Pavarandó, en los ríos, en toda parte.

La matanza de Bojayá fue un punto de inflexión que reorganizó el control territorial y modificó sustancialmente la estrategia del Estado. Entré a Bellavista el 4 de mayo de 2002, dos días después de que, en medio de los enfrentamientos, 90 vidas, la mayoría de menores de edad, convirtieran la iglesia en una tumba abierta.

Para llegar allá, superamos al menos siete controles de la guerrilla, que dominaba Vigía del Fuerte, población en la otra ribera del río, frente a Bellavista. Allí se apelotonaban guerrilleros del Frente 58 de las FARC y víctimas del desastre. En Bellavista, junto al cementerio, como metáfora de esta guerra, se enfrentaban unos 250 paramilitares contra unos 500 guerrilleros. Una lucha desigual que trataba de compensar el ejército con bombardeos selectivos que mantuvieron a la población civil bajo las colchonetas y sin la posibilidad de hacer el duelo. La mayoría de los muertos de la iglesia fueron a parar a una fosa común que hoy nadie visita.

Hoy el Ejército y la Policía colombianos están en los principales núcleos de población. Lanchas rápidas artilladas –pirañas-, patrulleras y puestos de control se reparten a los largo del río generando una ficción de control que se debilita con la realidad. Nada evitó a mediados de mayo que la guerrilla robara un bote con mercancía en un punto conocido como Brazo de Buchadó, nada evita que los miembros de Aguilas Negras –paramilitares reagrupados bajo otro nombre- estén en Vigía del Fuerte o en Quibdo, la capital del departamento del Chocó.

Todo es más sutil ahora, pero igual de peligroso para la población civil. “Desaparecieron a un vecino en Napipí hace 10 días”, “De Bellavista se han tenido que ir cuatro muchachos que aparecían en una lista de los paramilitares”, “En el Bajo San Juan mataron a un líder indígena y desaparecieron a otros cuatro”… los relatos son interminables. “Pero ahora es muy difícil tener información, que la gente denuncie. Hay mucho miedo por los infiltrados. Los derechos humanos se siguen violando pero ahora, además, no existe el derecho a la libre expresión”, se queja Uli Kollwitz, de la Comisión Vida, Justicia y Paz. Y las comunidades están más solas. El dinero y las presiones han sembrado la división en muchas de las organizaciones civiles de resistencia que lograron que estos pueblos no se desmoronaran en los duros años entre 1997 y 2002, Naciones Unidas se excusa en las reuniones privadas con el argumento de que todo lo que ocurre es tema de narcos y en Colombia el Chocó sigue siendo el lugar lejano, inhóspito e inviable que siempre han retratado los medios y los opinadores.

El peso de las mentiras

La metamorfosis de la guerra contamina casi todo. Antún Ramos es el sacerdote que se convirtió en un héroe para la población de Bellavista el 2 de mayo de 2002 cuando, bandera blanca en mano, logró arrastrar entre las balas a los supervivientes de la iglesia hasta los botes en los que huyeron del infierno. Ahora, Ramos es párroco en el barrio Las Américas de Quibdó. Está orgulloso de las obras que está haciendo en su nuevo destino, pero no sale del asombro de la declaración de El Alemán ante la fiscalía en las que éste lo responsabiliza de la muerte de ese mundo de civiles por meterlos en el templo y, según el paramilitar, haber cerrado con llave.

“Yo no sé si hay que contestarle a ese hombre…”. Esa duda ronda en todos a los que El Alemán ha untado con sus palabras. “La sensación es que lo que él dice vale más que lo que nosotros vivimos”, insiste Coca desde su nueva casita en Bellavista.

Rosa Emilia Córdoba, a sus gastados 48 años, describe a las víctimas de otra manera: “Somos las sobras del mundo”. Esta mujer carga como una losa en su alma la muerte en aquella iglesia de su hijo Ilson, de 19 años, de su madre Rufina, de 76 años, y el estigma de ser desplazada en Bojayá. Rosa no había vuelto a Bellavista desde que salió de allá el 4 de mayo huyendo en pijama, con una hija de 15 años herida de bala y dejando atrás todo lo material y sus dos muertos. Viajó hasta allá el pasado 28 de mayo para escuchar las grabaciones con las palabras de El Alemán que la fiscalía presentó a la comunidad para someter a una especie de terapia colectiva de 6 horas y dudosos beneficios a los habitantes fantasmas del nuevo pueblo. “no me atreví a ir al pueblo viejo, demasiados recuerdos. No pude”. Como tampoco va poder regresar a vivir en la casa que le correspondió: “Yo no quiero regresar a mi pueblo por los recuerdos, como por la tristeza y bueno… por la rabia que tengo. Rabia con la guerrilla, rabia con los paramilitares y… y con el Gobierno oiga, que eso no debía de haber pasado”.

Rabia y resignación son los dos estados que más aparecen cuando se pregunta a estas gentes cómo están seis años después. Han tenido que esperar este tiempo para que un juez administrativo de Quibdo confirme que el Estado es responsable por omisión de aquella matanza, ya que recibió alertas tempranas de diferentes organizaciones días antes del suceso, advirtiendo de la inminencia de un choque armado de grandes dimensiones en pleno casco urbano. Seis años para escuchar eso y para sentir aun que no se ha hecho justicia. Ahora, en Quibdo se encuentran cientos de desplazados de aquellos miles que salieron de todo el municipio de Bojayá en 2002. Los estudios señalan que apenas regresó el 60% de los huidos. No hay empleo en una ciudad sin fuentes de empleo y las condiciones de vida son muy precarias. “De mi familia cayeron 12 en esa iglesia. Yo no pienso volver, tengo todavía el nervio en el cuerpo”. Miriam Martínez, de 58 años, habla con los brazos cruzados y la tristeza enquistada. Junto a otras cinco mujeres trabaja por unos pesos fabricando hostias para las iglesias. “Es poca plata, pero lo agradecemos, aquí es difícil amañarse [sentirse bien] porque nos miran como si con nosotros llegara todo lo malo”.

Seis años han pasado y la sensación de frustración es más fuerte que la posibilidad de un futuro. A Bellavista entré en plenos combates el 4 de mayo de 2002 con la primera comisión humanitaria que rompió el cerco de miedo y riesgo. Estaba conformada por miembros de la Diócesis de Quibdó, los únicos que han estado con los civiles todo el tiempo, sin pestañear. La religiosa Yaneth Moreno iba en ese bote y con ella estuvimos bajo los bombardeos y retenidos por la guerrilla en la retaguardia del frente de esa guerra. Hoy, la hermana Yaneth siente que nada mejora, aunque sigue luchando con la misma energía. “Es tan frustrante ver como no solo las cosas han vuelto a ponerse tan mal sino que los medios en Colombia ya no están interesados en nada de lo que ocurre. Ahora estamos en el silencio”. Cuando me dirijo al aeropuerto de Quibdó, de salida, siento que volver acá es regresar a la realidad más perversa de Colombia, la que queda solapada tras los aspavientos de los Uribes, los Chávez o de los bravucones armados de uno u otro bando. Y al caminar hacia el avión, volteo la vista y una pancarta me recuerda que en esta guerra, como en casi todas, la verdad queda solapada por los discursos y las mentiras: “Bienvenidos al Chocó, tierra de biodiversidad y seguridad. Policía Nacional de Colombia”.


Por: Paco Gómez Nadal - choco.org

La batalla de los estudiantes neoyorkinos para recuperar la mítica New School


"¡Ocupadlo todo!”

Barucha Calamity Peller - Sin Permiso
Aunque apenas duró cuatro horas antes de ser brutalmente desalojada por la NYPD, La valiente ocupación ha servido para seguir radicalizando las posiciones del movimiento estudiantil neoyorkino. Pero, lo que es más importante, las políticas que han ganado apoyo interno en las recientes ocupaciones de las universidades de la ciudad de Nueva York desafían las soluciones reformistas a “asuntos” atomizados y no se centran ya únicamente en exigencias puramente estudiantiles. Los estudiantes proponen la acción directa, y más concretamente, la ocupación como respuesta natural a la crisis financiera y con una clara orientación crítica anticapitalista.

“La solución que proponemos es un medio sin fin. Nuestra ocupación del nº 65 de la 5ª Avenida es un pequeño modelo de nuestra propuesta, que consiste en que los trabajadores, los estudiantes y los desposeídos de todo tipo ocupen colectivamente los lugares donde viven, trabajan y se mueven.”

Debido a asuntos legales pendientes, así como a la continua intimidación de los administradores escolares hacia los organizadores estudiantiles, todos los estudiantes de la New School son citados anónimamente en este artículo, a petición suya. BCP.

“Nosotros ocupamos un edificio universitario, trabajadores de Chicago ocuparon su fábrica, gente que se enfrentaba a ejecuciones hipotecarias se han negado a abandonar sus viviendas. La ocupación no es meramente una táctica para lograr que se atiendan algunas demandas; es una estrategia práctica para recuperar el control de nuestras propias vidas. ¡Ocupémoslo todo hasta que todo sea nuestro!”.Un estudiante de la New School for Social Research de Nueva York.
El viernes 10 de Abril, en un frío amanecer de Manhattan, se podía oír ruido de golpes en un bloque más allá del edificio de cuatro pisos de la New School, en el nº 65 de la 5ª Avenida y un ruido de cadenas chirriando contra metal impregnaba la silenciosa mañana.

Cuando llegaron los servicios de seguridad de la escuela, todo el edificio, que ocupa un bloque urbano cerca de la bulliciosa Union Square, había sido tomado con barricadas por los estudiantes que estaban dentro. Una gran bandera aparecía colgando del tejado: “La New School está siendo reocupada”.

Aunque apenas duró cuatro horas antes de ser brutalmente desalojada por la NYPD [el departamento de policía de la ciudad de Nueva York], la valiente ocupación ha servido para seguir radicalizando las posiciones del joven movimiento estudiantil neoyorkino. Pero, lo que es más importante, las políticas que han ganado apoyo interno en las recientes ocupaciones de las universidades de la ciudad de Nueva York desafían las soluciones reformistas a “asuntos” atomizados y, ahora más que nunca, no se centran ya únicamente en exigencias puramente estudiantiles, sino que van más allá. Los estudiantes proponen la acción directa, y más concretamente, la ocupación como respuesta natural a la crisis financiera y con una clara orientación crítica anticapitalista.

“Los problemas de la New School son sintomáticos de la crisis económica más amplia en la que vivimos, la crisis que se enfrenta con recortes de servicios, ejecuciones hipotecarias, rescates bancarios, desempleo masivo y despidos”, dijo un estudiante dentro de la escuela tomada. “Nosotros rechazamos estas falsas soluciones. Luchar verdaderamente contra la crisis significa tomar los espacios en los que vivimos y trabajamos y apropiárnoslos. Esto es lo que hacemos”.

Una resistencia creciente a la mercantilización

La ocupación del 10 de Abril significó un paso más en la activa escena de la disidencia en la New School, un movimiento cuya energía contagiosa continua extendiéndose a otras universidades. El 17 de Diciembre, los estudiantes de la New School ocuparon durante tres días una amplia zona del mismo edificio en el Nº 65 de la 5ª Avenida y la lucha con las autoridades por el espacio estalló dentro y fuera del edificio. Una de sus exigencias era la dimisión del rector Bob Kerrey y del vicerrector James Murtha, así como la del gerente económico del Consejo de administradores, James B. Millard. A principios de mes, la facultad había aprobado una moción de confianza contra Bob Kerrey. La ocupación terminó después de negociar con la escuela, pero se consiguieron pequeñas concesiones a las demandas, y la administración permaneció.

Entre una plétora de cuestiones, los estudiantes citaron la falta de transparencia financiera y la centralización política como agravios principales respecto a la New School. Según ellos, Kerrey está convirtiendo la escuela en una entidad corporativa que no tiene en cuenta a los estudiantes ni a las necesidades de la facultad.

“No tenemos una biblioteca, la escuela ha gastado millones en un nuevo logo, y a Kerrey sólo le preocupa que la escuela obtenga beneficios”, dijo un estudiante. “Nuestra escuela es un frente avanzado en la mercantilización de la educación”.

Los propios administradores son personajes dudosos. Kerrey, un antiguo senador por Nebraska, es considerado un criminal de guerra por haber llevado a cabo una matanza de civiles desarmados en una aldea en sus años de servicio como suboficial en Vietnam. Según los informes, los civiles, incluidas mujeres y niños, fueron ejecutados ante sus casas, y otros fueron pasados a cuchillo. Millard forma, además, parte del consejo de administración de L3 Communications, un importante contratista bélico, cuya subsidiaria en Irak, una compañía llamada Titan, fue demandada en Mayo 2008 por abusos y tortura en Abu Ghraib.

Pasadas las vacaciones de invierno, prosiguió el movimiento. En febrero, estudiantes de la NYU [Universidad de Nueva York], con el apoyo de sus condiscípulos de la New School, ocuparon Kimmel Hall durante tres días pidiendo que la escuela publicara un informe del presupuesto operativo anual y que otorgara 15 becas a estudiantes de Gaza. La ocupación de la NYU terminó cuando la policía derribó las barricadas en Kimmel Hall. Los estudiantes fueron fotografiados y sancionados.

Entretanto no se producía ningún cambio serio en la New School después de la ocupación de diciembre. Debía establecerse una comisión investigadora con responsabilidad social, pero Kerrey la llamó simplemente consultiva. Un grupo de estudiantes encapuchados, denominado “La New School en el Exilio”, celebró una conferencia de prensa el 10 de Febrero para anunciar un ultimátum: si el Presidente Kerrey no se va antes del 1 de abril, los estudiantes cerrarán la escuela. Cualquier concesión hecha por la escuela después de la ocupación será considerada irrelevante, si la administración actual permanece.

A partir de ahí las cosas se aceleraron. Más grupos de estudiantes firmaron el ultimátum. Se celebraron reuniones frecuentes, y la casa de Kerrey fue objeto de actos vandálicos. En febrero, los servicios de seguridad de la escuela interrumpieron una sesión sobre la historia de la resistencia estudiantil en la New School y amenazaron con arrestar y sancionar a los estudiantes si continuaban con la clase. Una segunda sesión en marzo fue también interrumpida. Utilizando la intimidación, la administración demostró un flagrante desprecio por la libertad de expresión académica y política en la escuela, y las tensiones crecieron.

El 1 de abril llegó y pasó, y Kerrey permaneció. Unos servicios de seguridad reforzados en la escuela contribuyeron a congelar las cosas, pero los estudiantes no habían olvidado su ultimátum.

“Ocupadlo todo”

En la mañana del 10 de abril, una multitud de seguidores de los estudiantes y transeúntes circunstantes se concentró en torno al edificio ocupado. Kerrey, que consideró ilegal la ocupación y se opuso a reconocerla como una manifestación política, pidió la actuación de la policía. Ahora, pasada ya la fecha del 1 de abril, las exigencias habían aumentado: se pedía la dimisión de la administración Kerrey y el control absoluto del edificio infrautilizado sito en el número 65 de la 5ª Avenida. Al mismo tiempo, los estudiantes encerrados en el edificio utilizaron la ocupación a modo de altavoz para un llamamiento a la acción de otros estudiantes y no estudiantes y para presentarla como un modelo de resistencia.

”Nuestra lucha tiene dos aspectos”, dijo un estudiante ocupante. “El primero gira en torno a la crisis en nuestra universidad, que está simbolizada por su corrupto y autoritario rector, Bob Kerrey. El segundo aspecto, más importante, arraiga en la lucha general contra el capital, así como contra toda relación de poder jerárquica. La solución que proponemos es un medio sin fin. Nuestra ocupación del nº 65 de la 5ª Avenida es un pequeño modelo de nuestra propuesta, que consiste en que los trabajadores, los estudiantes y los desposeídos de todo tipo ocupen colectivamente los lugares donde viven, trabajan y se mueven.”

Se colgaron grandes banderas desde el tejado de la escuela: “¡Ocupadlo Todo!”.

Cuando los transeúntes matutinos comenzaron a apiñarse en las aceras frente al edificio preguntándose qué sucedía, se hizo el silencio y las cabezas dirigieron sus miradas hacia el tejado, en donde docenas de ocupantes aparecían encapuchados y agitando una bandera negra y roja. La escena era impresionante: con un fondo de cielo gris, los ocupantes encapuchados empezaron a leer un comunicado a través de un megáfono: “…Cuando rascamos bajo la apariencia superficial de la vida cotidiana, queda claro que una crítica generalizada de la sociedad basada en las lógicas gemelas de la acumulación capitalista y la dominación jerárquica está absolutamente relacionada con nuestra lucha para redefinir nuestra escuela”.

Los estudiantes continuaron con su crítica al capital y a la mercantilización ante la concentración, en constante crecimiento, de prensa, policía, peatones y seguidores de los estudiantes, abajo.

El rector recurre a la policía frente a los estudiantes

Poco después de que los estudiantes desaparecieran y regresaran al interior del edificio, la policía apareció en su lugar en el tejado y empezó una calculada operación para acabar con la ocupación estudiantil y dificultar el apoyo exterior acordonando el perímetro de la escuela y procediendo a clausurar todo un bloque de la 5ª Avenida. En una acción que fue posteriormente criticada tanto por la facultad como por los estudiantes, Kerrey dio permiso a la policía neoyorquina para desalojar a los ocupantes sin ofrecer ninguna negociación por parte de la administración.

En una absurda reacción a la ocupación, Kerrey llegó incluso a comparar a los estudiantes con Al-Qaida diciendo, “Algunos de nosotros todavía recordamos el 11 de septiembre aquí cerca”. Kerrey, que en un determinado momento llamó “clientes” a sus estudiantes, pasaba ahora a llamar “terroristas” a los estudiantes ocupantes.

A última hora de la mañana, los ocupantes intentaron abandonar el edificio por una puerta lateral. Cuando la puerta se abrió, entró la policía, arrojó sin mayores contemplaciones spray de pimienta sobre los estudiantes y les atrancó la puerta, impidiéndoles retirarse pacíficamente de la ocupación. Fuera, la policía embistió a los seguidores, arrestando a tres de ellos y dejando a un estudiante con una contusión, rasguños y magulladuras en la cara. El Departamento neoyorquino de policía negó haber empleado sprays de pimienta, hasta que un vídeo difundido en Internet mostró claramente la brutalidad cometida por los agentes en la puerta lateral de la escuela.

La ocupación terminó cuando patrullas de policía reventaron la puerta principal. Dentro, los ocupantes abrieron la segunda puerta, y se sentaron en tres líneas; 19 personas fueron detenidas sin resistencia.

Consternados por la respuesta del presidente Kerrey que trajo consigo los episodios de brutalidad policial frente a la ocupación, ese mismo día, de anochecida, un airado grupo de 200 estudiantes encapuchados procedentes de varias facultades marcharon hasta la casa de Kerrey en Greenwich Village. Gritaron su nombre y rompieron algunos cristales de automóviles, al tiempo que levantaban barricadas callejeras frente a la policía que se acercaba.

La facultad ha criticado vigorosamente la llamada a la policía del rector Kerrey, considerándola una decisión ejecutiva unilateral que no hacía sino reflejar la general carencia de control de la autoridad rectoral por parte de los demás poderes existentes en la comunidad académica de la New School. Históricamente, las administraciones de las escuelas dudan en utilizar a la policía para enfrentarse a manifestaciones estudiantiles en sus campus. Cuando en los años 60 la Universidad de Columbia [en la ciudad de Nueva York] envió a la policía para poner fin a una ocupación, no fue cosa para echada a humo de pajas, y varios miembros de la facultad pasaron de las palabras a los hechos: dimitieron en señal de protesta.

“No encontramos justificación alguna al recurso a la policía por parte de la administración frente a los ocupantes del 65 de la Quinta Avenida…en nuestra opinión, las declaraciones (de Kerrey) demuestran una falta de comprensión de la larga tradición de la autonomía de la universidad frente al poder del Estado y a los aparatos de represión”, escribieron dos prominentes profesores, Nancy Fraser y Eli Zaretsky. “Su decisión parece haber sido tomada en la ignorancia de la especificad de la vida académica, de sus valores, tradiciones y derechos históricos”.

Un contexto global para estudiantes imparables

El rector Kerrey debería considerarse afortunado de que los estudiantes de la New School la tomen únicamente con los edificios. Unos días antes de la ultima ocupación de la New School, estudiantes de Orleáns, Francia, retuvieron al presidente de su escuela con un lema que seguramente responde también a los sentimientos de los estudiantes de Nueva York: “la educación no es una mercancía”.

Puesto que la ocupación de diciembre se inspira en buena medida en la insurrección de Grecia y en la ola de ocupaciones que allí ocurrieron, los estudiantes de Nueva York continúan relacionando sus experiencias con otros actores a lo ancho del globo, específicamente en Europa, donde los estudiantes están preocupados por un mercado de trabajo inestable y unas reformas universitarias que sirven a los intereses capitalistas. Desde diciembre han estado lloviendo en Nueva York cartas de solidaridad de ocupaciones estudiantiles de Grecia, Italia y España, y los estudiantes rastrean la web en busca de comunicados de sus “camaradas” anticapitalistas extranjeros. Los enfrentamientos entre policía y estudiantes han barrido España, Italia y Francia durante meses.

A pesar de los continuos esfuerzos de la administración para reprimir a los disidentes con amenazas de sanciones y acciones disciplinarias, los estudiantes de la New School continúan organizándose y creciendo: celebrando asambleas, promoviendo la acción directa y escribiendo inteligentes comunicados para articular cada uno de sus movimientos y contrarrestar las tontingenuas acusaciones de que no son sino meros “gamberros políticos”, o de que la ocupación es un acto de violencia. Estudiantes de facultades y universidades de toda la ciudad han apoyado las manifestaciones de la New School y están planeando acciones en sus propios centros. La presión de la facultad llevó al levantamiento temporal de las sanciones de los estudiantes involucrados en la reciente ocupación.

La semana pasada, la casa de Kerrey fue visitada de nuevo por una multitud de estudiantes que le recordaron que quieren que se vaya. La Quinta Avenida fue bloqueada frente a la escuela. “Volved a ocuparla”, les jaleaba la multitud.

“Los estudiantes tienen determinación”, dijo un estudiante ayer. “La escuela no puede continuar haciendo esto, porque nosotros no nos echaremos atrás. La ocupación es una experiencia de primera magnitud: recuperar el espacio y hacerlo nuestro. Ahora que lo hemos probado, sabemos que es posible”.






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Barucha Calamity Peller es escritora y fotoperiodista, estudiante fracasada y agitadora de rebeldes. Durante años ha trabajado en e informado sobre movimientos sociales, desde México hasta Europa. Puede contactarse por email en macheteyamor@gmail.com.

Traducción para www.sinpermiso.info: Anna Garriga


::Fotografías: nextleftnotes.org y otros medios dispersos en la red

LIBERTAD a los 12 presos políticos de Atenco

LIBERTAD Y JUSTICIA PARA ATENCO

Los días 3 y 4 de mayo de 2006, un operativo policiaco ordenado por el Gobierno Federal, el Gobierno del Estado de México y el municipal de Texcoco, contra integrantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) que apoyaban la defensa al derecho al trabajo de floristas locales, provocó uno de los episodios represivos más violentos en la historia de México.

El operativo gubernamental dejó un saldo de 207 detenidos, dos jóvenes asesinados, medio centenar de mujeres violadas y abusadas sexualmente, torturas y cateos ilegales. Desde entonces se han venido acumulando irregularidades jurídicas escandalosas que mantienen en la cárcel a 12 presos políticos con condenas tan injustas como la impuesta a Ignacio Del Valle por 112 años de prisión, a Felipe Álvarez y Héctor Galindo por 67 años; y a otras 9 personas (Oscar Hdz. Pacheco, Alejandro Pilón, Julio Espinosa, Juan Carlos Estrada, Jorge Ordóñez, Adán Ordóñez, Narciso Arellano, Inés Rodolfo Cuellar y Eduardo Morales) que han sido sentenciados a 31 años 11 meses y 15 días de cárcel. Cabe mencionar que América Del Valle y Adán Espinosa Rojas, se encuentran en condición de perseguidos y que 52 personas siguen en proceso, aunque en libertad.



Las irregularidades de los procesos penales evidencian que estamos ante un asunto político cuyo objetivo es reprimir a uno de los pueblos que dignamente ha defendido su tierra, sus recursos naturales y sus tradiciones. Preocupa, además, que la represión contra el FPDT, sea un caso emblemático en un contexto de represión generalizada contra las organizaciones y movimientos que ejercen su derecho a la crítica, a la manifestación y a la resistencia contra políticas gubernamentales. Es por ello, que l@s abajo firmantes, de diversas naciones, organizaciones, movimientos, oficios, artes y profesiones exigimos a las autoridades mexicanas:



LIBERTAD a los 12 presos políticos de Atenco

Cancelación de las órdenes de aprehensión a los 2 perseguid@s,

revocación y anulación de las sentencias,

respeto irrestricto de los derechos humanos de los detenidos y perseguid@s,

castigo a los responsables de las violaciones a los derechos humanos y la represión

alto a la criminalización contra los movimientos sociales en México

traslado inmediato de Ignacio del Valle, Héctor Galindo y Felipe Álvarez a un penal cercano a su domicilio



Apoyamos la iniciativa de la campaña nacional e internacional “LIBERTAD Y JUSTICIA PARA ATENCO” y llamamos a la sociedad civil de México y del resto del mundo a participar en ella hasta lograr la libertad de l@s presos.

www.atencolibertadyjusticia.com

Si deseas sumarte a este pronunciamiento, escribe a libertadyjusticiaatenco@yahoo.com.mx enviando nombre completo de tu organización o tu nombre, nacionalidad / estado de la república.

Marcha programada para el lunes 4 de mayo en Ciudad de México, POSPUESTA para el 4 de junio.


Noam Chomsky profesor- EUA, Adolfo Pérez Esquivel arquitecto-Premio Nobel de la Paz, Eduardo Galeano escritor-Uruguay, Manu Chao músico-España-Francia, Yvon Le Bot sociólogo-Francia, Pablo González Casanova sociólogo, Michael Lowy sociólogo-Francia, Elena Poniatowska escritora, Raúl Zibechi periodista-Uruguay, Rodolfo Stavenhagen investigador, Atilio Borón politólogo-Argentina, Lorenzo Meyer historiador, Marcos Roitman Rosenmann sociólogo-Chile, Enrique Dussel A filósofo, Aníbal Quijano sociólogo- Perú, Ana Esther Ceceña economista, Ramón Chao periodista-Francia, Vicente Rojo pintor, Maristella Svampa socióloga-Argentina, Carlos Monsiváis, escritor, François Gauthier sociólogo-Canadá, María Novaro directora, Federico Campbell escritor, John Holloway académico, Pablo Dávalos profesor-Ecuador, Massimo Modonesi politólogo, Enrique González Rojo poeta, Rogelio Naranjo caricaturista, Guillermo Almeyra profesor, Héctor Díaz Polanco antropólogo, Silvia Ribeiro periodista, Eduardo Del Río–RIUS humorista gráfico, Julio Boltvinik investigador, Elvira Concheiro Borquez investigadora, Alejandro Nadal economista, Frida Hartz fotógrafa, Germán Montalvo diseñador, María Inés Ochoa cantante, Gilberto López y Rivas antropólogo, Magdalena Gómez investigadora, Manuel García músico-Chile, José Francisco Gallardo General Brigadier, Rita Guerrero música, Carlos Fazio periodista, Betsy Pecanins cantante, Alberto Castro Leñero pintor, Verónica Merchant actriz, Ramón Vera Herrera editor, Gustavo Esteva escritor independiente, Hebe Rosell cantante, Carlos Aguirre Rojas historiador, Germán Venegas pintor, Ana Colchero actriz-escritora, Miguel Castro Leñero pintor, Beatriz Stolowicz académica, Guillermo Briseño músico, Valentina Palma Novoa cineasta, Gabriel Macotela pintor, Claudia Korol equipo de Educación Popular Pañuelos en Rebeldía-Argentina, Francisco López Bárcenas investigador, Virginia Fontes historiadora-Brasil, Paloma Villegas escritora, Enrique Rajchenberg académico, Gabriela Ynclaán escritora, Luis Mario Moncada dramaturgo, Verónica Villa, antropóloga, David Huerta escritor, Marina de Santiago música, Carlos Walter académico-Brasil, Ma. de Lourdes González madre de Pável González, Hugo Aboites profesor-investigador, Miriam Calderón actriz, Jorge Fratta músico, Margarita Peña escritora, Victor Ugalde cineasta, Ifigenia Martínez académica, Julio Glockner antropólogo, Estela Leñero dramaturga, Roberto Leher académico-Brasil, Cristina Aguirre Beltrán académica, Odiseo Bichir actor, Leonor Azcarate, dramaturga, Hugo Blanco dirigente campesino peruano, Mariana Gajá actriz, Héctor García fotógrafo, Mercedes Hernández actriz, Fernando Medina (ICTUS) músico, Leticia Luna escritora, Liber Terán músico, Selma Beraud actriz, Dario Azzellini periodista-Italia, Yuriria Iturriaga antropóloga, Jesús de la Cruz Rico artista plástico, Ezequiel Adamovsky historiador-Argentina, Carla Zamora académica, Guillermo Villaseñor académico, Fausto Fernández Ponte editor, Armando Salgado fotógrafo, Humberto Bátis académico, Carlos Martínez Rentería editor, Roberto Guillen editor, Rodrigo Ayala Murua pintor, Felipe Posadas pintor, Benjamin Anaya músico, Héctor Tenorio Muñoz cota editor, Fernando lobo escritor, Francisco Vargas, cineasta, Heriberto Rodríguez Fotógrafo, Florencio Pozas agencia prensa india, Sergio Olhovich, cineasta, Víctor Ego Ducrot Agencia Periodística del Mercosur, Emilio Taddei, profesor Argentina, Alberto Arista cantautor, Carlos Christian Flores Adriazola músico-poeta, Nayar López Castellanos académico, Benjamin Berlanga Gallardo, Universidad Campesina Indígena en Red UCI-RE, Hugo Cedeño Federación de profesores de la Universidad Autónoma de Santo Domingo- República Dominicana, Van-T músico, Roberto Tato Iglesias, Pietro Ameglio, Adriana Luna Parra, Manuel Canto, Clara Jusidman, Raymundo Sánchez Barraza (CIDECI), Concepción Calvillo de Nava, Raúl Álvarez Garín, Celeste Batel, Héctor de la Cueva, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Oscar González, Félix Hernández Gamundi, Salvador Nava Calvillo, Marco Rascón, Bandas de rock: Panteón Rococó, Salón Victoria, Nana Pancha, Yucatán Agogó, Rastrillos, La Calzada de los muertos, Salario Mínimo. COMITÉ LIBERTAD Y JUSTICIA PARA ATENCO: Samuel Ruiz García Obispo emérito de la Diócesis San Cristóbal de las Casas, Ofelia Medina actriz, Manu Chao músico, Julieta Egurrola actriz, Raúl Vera Obispo de la diócesis de Saltillo, Coahuila, Adolfo Gilly académico, Adriana Roel actriz, Ricardo Rocha periodista, Carlos Montemayor escritor, Francisco Toledo pintor, Diego Luna actor, Roco Pachukote vocalista de la banda de rock Maldita Vecindad y los hijos del Quinto Patio, Daniel Giménez Cacho actor, Luis Villoro filósofo, Marta Verduzco actriz, Rubén Albarrán vocalista de la banda de rock Café Tacuba, Luis Javier Garrido, académico, Bruno Bichir actor, Paco Ignacio Taibo II escritor, periodista, Luisa Huertas actriz, Miguel Angel Granados Chapa periodista, Demián Bichir actor, Fray Miguel Concha Malo fraile dominico, director del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, Verónica Langer actriz, Luis Hernández Navarro periodista, Jorge Zarate actor, Emma Dib actriz, Antonio Ramírez Chávez pintor, Gloria Domingo Manuel “Domi” pintora, Los de Abajo banda de ska y rock, Las Reinas Chulas actrices...

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Por: www.atencolibertadyjusticia.com

Crónica de lo que dijo y no dijo Uribe en BBC Mundo


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Sólo unas horas antes había tenido audiencia con el Papa Benedicto XVI. Y el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, no escondió su emoción.

"Yo me veía allí en ese escritorio, enfrente del Santo Padre, y me conmovía mucho, saber yo que en el escritorio de un madero viejo, bien mantenido, tenía enfrente a Su Santidad, que quien me estaba hablando es Su Santidad. Aquel a quien yo le estaba dirigiendo unas palabras es el Santo Padre, pues usted imaginará qué conmovedor es eso".

Pero un par de minutos después su tonó cambió: "No interprete mal al gobierno colombiano. El gobierno colombiano es muy prudente. Por eso no me gusta este tipo de entrevistas; porque ustedes entran a hacer unas preguntas que no corresponden a la realidad. Simplemente creando confusiones".

BBC Mundo le había preguntado si extrañaba la relación especial que tenía con el expresidente de Estados Unidos George W Bush, ya que el nuevo mandatario de ese país, Barack Obama, pertenece al partido demócrata, el que ha frenado la aprobación en el Congreso de Estados Unidos de un Tratado de Libre Comercio firmado por ambos presidentes a comienzos de 2006.

"Chismes"
"Esas preguntas son chismes de cafetería", dijo Uribe más tarde, cuando BBC Mundo le preguntó si creía que el foco de la relación de Estados Unidos con América Latina, bajo el gobierno de Barack Obama, estaría más en México y Brasil y no tanto en Colombia, como sucedió con el gobierno de Bush.


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El presidente colombiano dijo que la relación de los dos países era una vieja alianza y que trasciende a los individuos y los partidos.

También, se mostró confiado en que la colaboración con Washington en términos de la lucha contra el narcotráfico continuará e insistió en que la aprobación del TLC "sería buena para los dos países".

"Es incomprensible que una alianza de tantos años alrededor de principios democráticos, de la lucha contra el narcotráfico, no tenga estos desarrollos", explicó Uribe.

Había más preguntas, y una en especial que no podía quedar por fuera del cuestionario:

¿Usted quiere ser presidente de Colombia cuatro años más?

(Hágame) Otra pregunta, amigo... ¿Usted dónde nació?

Yo soy argentino.

Bueno, estudie la historia de su país, deje la democracia colombiana tranquilita.

BBC Mundo insistió (ver video) -argumentando que era una pregunta válida, ya que está en marcha en Colombia un proceso para aprobar un llamado a referendo que permitiría reformar la Constitución y permitir su reelección- y Uribe dijo que él prefiere "entenderse con la opinión pública".

Luego, explicó que su "campaña" es "prolongar en el tiempo" la seguridad democrática, la confianza inversionista y la cohesión social -tres conceptos que él ha definido como los baluartes de su gobierno-, sin decir si esa continuidad lo involucra a él como presidente del país durante cuatro años más.

Cuando BBC Mundo le preguntó si él era optimista respecto de un posible reestablecimiento de las relaciones diplomáticas entre su país y Ecuador, Uribe ofreció "una opinión de afecto al pueblo ecuatoriano".

"Pero, ¿cree que esas relaciones podrían ser reestablecidas en un futuro cercano", le repitió BBC Mundo.

"Una opinión de afecto al pueblo ecuatoriano", repitió Uribe, y aclaró que su gobierno tiene un "concepto de relaciones internacionales sin aspavientos, sin declaraciones explosivas, con prudencia y dedicación en todas las horas".

"Todo el apoyo"
En otro tramo de la entrevista, Uribe hizo una encendida defensa de las Fuerzas Armadas de su país, que han enfrentado a acusaciones de violaciones a los derechos humanos, como los casos de los falsos positivos, en los que el ejército está acusado de vestir a cadáveres de civiles ejecutados extrajudicialmente con uniformes de la guerrilla en su afán por mostrar resultados en la lucha contra los grupos armados ilegales.


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"Nosotros apoyamos a nuestras Fuerzas Armadas; les damos todo el apoyo", dijo Uribe.

"Y así como apoyamos a las fuerzas armadas, cuando alguien de las fuerzas armadas viola los derechos humanos, el gobierno es el primero en sancionarlo", agregó.

Y prosiguió: "A este gobierno no le tiembla la mano para sancionar a los individuos que quieren dar mal nombre a las fuerzas armadas violando los derechos humanos. Pero este gobierno también denuncia lo siguiente: mucha gente que quiere proteger a la guerrilla, en cada ocasión que hay una acción de las fuerzas armadas contra la guerrilla, esas personas se quejan y dicen que no fue una acción legitima, sino una acción violatoria de derechos humanos".

La entrevista no terminó ahí. Después, el mandatario aceptó con cordialidad hacer otra entrevista en la que podía hacerle "todas las preguntas" que quisiera. Pero en esa entrevista que fue en inglés y se transmitió el lunes por BBC World News tampoco quiso decir si quiere ser presidente de Colombia por tercera vez consecutiva.



Por: Julián Miglierini - BBC Mundo