domingo, 6 de junio de 2010

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Por: Noticias UNO
Tomado de: noticiasuno.com

Conflicto armado tenía “ardiendo” Altos de la Virgen mucho antes que el fuego se lo consumiera

Para Beatriz*, líder barrial de la comuna 13 de Medellín, pensar que la mano criminal estaría detrás del incendio que arrasó con más de 200 viviendas en el sector de Altos de la Virgen y que dejó más de 700 damnificados, no es algo descabellado ni alejado de la realidad.


El 30 de diciembre de 2006, este mismo sector había padecido un incendio de grandes proporciones.


Los graves hechos de violencia que se estaban presentando en aquel sector de la populosa comuna, sumado a la experiencia que tuvo que vivir horas después de ocurrida la conflagración, le dan los suficientes argumentos para pensar así.

Beatriz hace parte de los comités barriales de emergencia, grupos creados por el Sistema Municipal para la Atención y Prevención de Desastres (Simpad) para que sirvan de primer apoyo en situaciones de este tipo. Por ello fue de las primeras personas en llegar al lugar de la tragedia con el firme propósito de socorrer a los damnificados.

Sin embargo, sus intenciones humanitarias se vieron obstaculizadas por el accionar de las bandas criminales que operan allí y que se han convertido en los verdugos de la comunidad.

“Me llamaron como a las 3:00 de la mañana y de inmediato, nos dirigimos al lugar. Como vivimos cerca, nos fuimos a pie. Pero en el (barrio) Socorro nos pararon los ‘muchachos’ y nos preguntaron que para donde íbamos. Ellos vieron nuestros uniformes del Simpad, el incendio era un par de cuadras más allá. Nosotros les dijimos que íbamos a ayudar a la gente y ni así nos dejaron pasar. Nos tocó llamar a la Policía para que nos llevaran hasta donde estaba la gente”, relata Beatriz.

Esta dirigente barrial sabe, por conocimiento propio, que este sector de la comuna venía siendo escenario de fuertes confrontaciones entre bandas criminales, quizás las más cruentas de toda la zona, y que los actores de este conflicto no se estaban midiendo en consideraciones para acabar con el enemigo declarado.

“Aquí es donde se concentra el conflicto armado de la comuna 13. Hay sectores de la comuna que son relativamente tranquilos, pero aquí, hay muchas bandas en guerra, controlan la movilidad de la gente, hay muchas balaceras. Aquí se vive una situación complicada”, afirma la líder.

Las estadísticas le dan la razón. De acuerdo con Medicina Legal, la comuna 13 es la zona más violenta de la ciudad con cerca de 110 homicidios. De ellos, más del 60% se cometieron en el sector comprendido entre San Javier No 1, El Socorro, Juan XXIII, La Divisa y La Quiebra, curiosamente los barrios aledaños a la zona del incendio.

Al examinar el comportamiento de los homicidios en esta comuna se observa que el promedio de personas asesinadas no superaba la cifra de 18, pero en el mes de mayo la media se disparó de manera alarmante. Sólo hasta el 20 de ese mes ya se contabilizaban 30 decesos violentos.

La explicación de dicho incremento radicaría en el recrudecimiento de las confrontaciones entre las bandas “La Agonía”, “La Divisa” y “Los del Alto”, quienes se disputan un corredor comprendido por los barrios El Socorro, La Divisa, Juan XXIII, La Quiebra y Altos de la Virgen, territorio donde paradójicamente predomina la miseria, el desempleo y la falta de oportunidades para los más jóvenes.

Las cifras de desplazamientos forzados intraurbanos también dan cuenta de que allí se estaba viviendo un conflicto armado de alta intensidad. Sólo hasta las primeras semanas de mayo la Personería de Medellín había recepcionado 859 declaraciones de víctimas de este flagelo. La comuna 13, con 552 casos, figura como la segunda zona de la ciudad más expulsora. De estos, 111 corresponden al barrio Belencito, 107 al sector de San Javier No 1 y 79 a Juan XXIII – La Quiebra.

Uno de los casos más dramáticos de este tipo ocurrió a mediados del mes de abril en el sector La Quiebra, cuando miembros de la banda “La Divisa” amenazaron de muerte a por lo menos cuatro líderes barriales, quienes debieron abandonar el barrio con sus familias. En total, fueron seis núcleos familiares, alrededor de 25 personas, las que fueron desplazadas.

Lo grave es que en este caso el desplazamiento estuvo acompañado de despojo de viviendas. De acuerdo con la Personería, del total de declaraciones recepcionadas hasta la fecha, en por lo menos siete casos se ha documentado despojo de bienes, de las cuales cuatro corresponden al sector de Juan XXIII – La Quiebra.

Múltiples actores, múltiples conflictos

“Algunas de las personas que entrevisté en ese momento me dijeron que el incendio fue provocado por un artefacto explosivo que lanzaron desde el lado del (barrio) Socorro. Otros dijeron que fue por un corto circuito. Todo fue muy confuso. Lo cierto del caso es que la tragedia fue mucho mayor que en el incendio de diciembre de 2007”, expresa Beatriz.

Declaraciones de buena parte de los damnificados apuntan a que el incendio fue producto de una acción criminal. Foto AFP PHOTO Raúl Arboleda


Ese 30 de diciembre de 2006, cerca de 80 viviendas fueron consumidas por las llamas y por lo menos unas 350 personas resultaron damnificadas. Muchas de ellas reconstruyeron sus viviendas en el sector, a pesar de la declaratoria de Calamidad Pública que decretó la Alcaldía de Medellín.

Si bien aún faltan muchos elementos que permitan esclarecer las causas del incendio, la pregunta que todos se hacen es si los damnificados querrán reconstruir sus vidas en este territorio, pues a diferencia de aquella ocasión, sobre la comunidad pesaba una amenaza permanente de desplazamiento forzado por parte de las bandas criminales que operan allí.

Así lo advierte una habitante de la zona consultada por la Agencia de Prensa IPC, quien manifiesta que el hecho de convivir en un sector donde el hacinamiento es factor común y donde la interacción con los miembros de las bandas es situación obligada, convirtió a la comunidad en un actor más de esta nueva fase del conflicto armado.

“Los de la Agonía, por ejemplo, intentan portarse bien con la gente, tratan de ganársela. En parte, para que los cuiden y les avise cuando viene la policía o los enemigos. Y de alguna forma lo han logrado. En cambio, los de la Divisa, que son del sector de La Quiebra, maltratan mucho a la gente. Le piden que dejen las puertas abiertas para ellos poder resguardarse si hay balaceras. Obligan a la gente a que les guarden las armas, y no estamos hablando de revólveres ‘chichipatos’, hablamos de fusiles y granadas. Han echado gente simplemente porque la casa les sirve para vigilar”, cuenta la pobladora, que pidió se omitiera su nombre.

Dinámicas tan complejas como estas han generado que la comunidad hay perdido su carácter neutral y terminen siendo amenazadas personas que nada tienen que ver en con el conflicto. Para uno y otro bando, las madres, los hermanos, las compañeras sentimentales y hasta los vecinos relacionados con sus enemigos se convirtieron en un objetivo más.

Por esta razón, decenas de familias han decidido abandonar estos barrios, incluso, hasta de los mismos líderes de las bandas, como fue el caso de los allegados de alias “Chicharrón”, sindicado de ser uno de los líderes de la “Agonía” y quien fuera capturado por la Policía Nacional el pasado 27 de mayo.

“Chicarrón era del combo de aquí del Socorro, pero se torció para la Agonía porque, cuenta, allá le pagaban más. Sus antiguos compañeros quedaron muy ofendidos y fueron donde la familia, que vivía por los lados de la Quiebra y la amenazaron: les dijeron que si no aparecían los mataban a todos. Les tocó irse del barrio. Eso fue día antes de que la Policía lo capturara”, cuenta una fuente cercana al sindicado.

De hecho, cuenta la fuente, en barrios como El Socorro y Antonio Nariño ya circulaban rumores fuertes según las cuales, los de La Divisa planeaban una acción criminal de grandes proporciones contra La Agonía. “En días pasados a los de la Agonía ya les habían tirado una granada y los de la Divisa decían que si les tocaba encenderse a punta de granadas, lo harían”.

Lo anterior también da cuenta de la atomización que viven las bandas criminales en la comuna 13 y que recrudece el nivel de confrontaciones en el sector. No en vano, los rastreos de la Personería de Medellín señalan a la comuna 13 como la zona donde más se han detectado organizaciones delincuenciales: 30 en total. Algunas al servicio de alias Sebastián, otras leales a alias Valenciano y otras simplemente se dedican a actividades ilícitas por “cuenta propia”.

“Hay un recambio generacional muy fuerte en estas bandas. A unos los han matado, otros han sido capturados y otros se han tenido que ir del barrio. Entonces, hay una gran cantidad de adolescentes que están involucrándose en el conflicto. Allá, no hay un ‘actor hegemónico’ y, fuera de eso, las disputas son de cuadra a cuadra”, explica Jairo Herrán Vargas, personero de la ciudad.

Si a ello se suma que la intervención estatal, representada en incremento de fuerza pública y ejecución de programas sociales como Fuerza Joven no han logrado frenar los ríos de dinero del narcotráfico, el tráfico de armas y el reclutamiento de jóvenes, bien pudiera afirmarse que este sector de la comuna 13 se convirtió en una bomba de tiempo.

Por ello, no es descabella la versión de Beatriz, que también es compartida por muchos de los damnificados, según la cual, esta nueva tragedia que conmueve a toda la ciudad fue un acto más de un cruento conflicto armado que involucra a desmovilizados de las autodefensas, jóvenes y redes mafiosas con el poder suficiente de hasta quemar todo un barrio.



*Nombres cambiados o suprimidos por petición expresa de las fuentes

Por: IPC
Tomado de: ipc.org.co