domingo, 28 de junio de 2009

Greenpeace: la ambigüedad de una ONG

Con casi cuarenta años de experiencia y con sedes estables en cuarenta países del mundo, Greenpeace demuestra ser la multinacional ecopacifista más famosa del planeta. En una perspectiva de liberación socio-ambiental, ofrecemos algunas reflexiones críticas sobre la práctica y la modalidad de acción de este gigante del ambientalismo.

Con 2'8 millones de socios, entre ciudadanos de base y entidades sin ánimo de lucro, la asociación no acepta fondos ni de gobiernos ni de grandes empresas con el fin de mantener su independencia e imparcialidad. Pero también está inmersa en el mercado mundial y sujeta a las leyes y a las lógicas de venta. Esta característica suya de estar con un pie en las luchas medioambientales, con acciones y demás, y otro en los despachos de contratación de los gobiernos y las grandes empresas, aunque sea para el desarrollo de la tecnología verde y para la salvaguardia del medio ambiente, la atan sin condiciones a ese sistema capitalista generador de toda la problemática contra la que ella misma combate.
La acción de Greenpeace se basa en pocos pero fundamentales temas, entre ellos la lucha contra las nucleares, el carbón, el uso de organismos genéticamente modificados, la deforestación y algunos más. Es notorio que la política del grupo se centra en la puesta en escena de grandes acciones espectaculares con el objetivo de atraer lo más posible la atención de los medios de comunicación sobre temas particulares poniendo frente a los ciudadanos la iniquidad de determinadas opciones político-ambientales. Estas acciones pueden ser complejas y peligrosas, y cada activista es provisto del material y de la preparación técnica necesarios para que todo salga bien. Desde la ropa al material de escalada, cada detalle es organizado y financiado de manera que no se deja nada a la suerte y se reducen al mínimo los riesgos. Vista desde fuera, Greenpeace puede parecer el no va más de la lucha medioambiental y pacifista, dejando henchido de protagonismo al activista común que querría ir aguerrido a bordo de una zodiac al asalto de las maléficas multinacionales, embadurnar de pintura los petroleros, surcar los mares o encadenarse con los compañeros a una central nuclear. Pero más allá del deseo heroico de luchar en primera línea, de la noticia en los medios de comunicación, existe una realidad tremendamente jerarquizada que reduce el campo de acción a un círculo de temas muy restringido, minimizando la iniciativa local y relacionándose con los activistas de base con criterios nada diferentes de los que podemos encontrar entre un obrero y un directivo empresarial. De la sede central de Amsterdam parten las decisiones de los dirigentes sobre cualquier tema, desde las campañas a realizar a los métodos de acción, y llegan hasta los grupos locales, repartidos un poco por todo el mundo, que llevan a la práctica, sobre el terreno, las decisiones tomadas en la cúspide.
Cada grupo local trabaja alrededor de los mismos temas y el método es "la unión hace la fuerza", que podría ser bueno si no fuera por algunos defectos esenciales que restan potencia a los efectos. Greenpeace, por ejemplo, no tiene mínimamente en cuenta los problemas de las realidades locales, de las pequeñas y grandes desgracias político-ambientales de las comunidades en las que está inserta. En estos tiempos absurdos en los que ya es dificil enlazar áreas extremas con temas como la ecología y el medio ambiente, Greenpeace evita pelear la batalla de las comunidades locales, que son las que resultan más próximas, que nos tocan de cerca, que nos hacen sentir parte de la lucha. Por ello es fácil comprender cómo una realidad tan eco-pacifista no se ha encarnado en los millones de comunidades en lucha alrededor del mundo. También está claro que Greenpeace dificilmente tendrá mucha agilidad en proponer sus temas a los ciudadanos de Nápoles que soportan el enésimo megavertido entre escándalo de amianto y régimen militar. De igual modo será dificil consolidar en Vicenza un grupo local frente al silencio de Greenpeace sobre la devastación medioambiental (por no hablar de los manejos políticos) que sucederá en Del Molin. Lo mismo hay que decir de los milaneses, que tendrán mucha tarea para conseguir "descementarse" completamente de cara a la inauguración de la Expo 2015. Y los ejemplos se acumulan en los múltiples desastres medioambientales que devastan los territorios hasta ahora despreciados por Greenpeace. Está claro cómo una organización de tal envergadura económica podría relacionarse con todas las comunidades en lucha del mundo creando un sistema de contestación y de apoyo mutuo superior en mucho a sus actuales fuerzas. Pero la política del grupo no contempla el llamamiento a la acción ciudadana, a la sensibilización de la gente, a la colaboración con el resto del mundo del asociacionismo. Falta una clara referencia a la participación popular para la resolución de los problemas medioambientales y, en consecuencia, frente a la imposibilidad en la práctica de bloquear minas con gestos grandilocuentes y grandes titulares, falta la retroalimentación ciudadana que con su acción directa podría continuar las movilizaciones y las acciones. Falta una clara correlación entre las causas y los problemas que se quieren afrontar. Como siempre, el dinero y el poder son los responsables de las opciones políticas más desastrosas, como el uso de la energía nuclear o del carbón. Y tras ciertas opciones hay nombres y apellidos que se mueven sólo por el poder y el beneficio. Nombres y gobiernos a los que dificilmente se opondrá la multinacional verde.
A traves del uso de un ecologismo simple, siempre escandaloso y nunca profundo, se crea una sensación de distancia entre el problema enfrentado y las personas que lo han creado. Problema, este último, generador de disfunciones psicológicas dificilmente superables, como el profundo sentimiento de impotencia y de distancia de cara a los temas afrontados.
No podemos juzgar en un contexto separado la lucha ecologista de las otras luchas porque cada una de ellas forma parte de un gran recorrido de liberación que, incompleto, tenderá a recrear los mismos conflictos.

Marco Rizzato - Umanità nova

Publicado en el último número de Tierra y Libertad (Órgano de expresión de la FAI)

Tomado de: www.alasbarricadas.org

"Ya no hay miedo a nadie" - Una mirada anarquista sobre las protestas en Irán


La siguiente entrevista, por ALB-Noticias con apoyo de José Antonio Gutiérrez (colaborador de Anarkismo.net), fue realizada a Payman Piedar, militante anarquista exiliado iraní, quien ha participado en numerosas iniciativas libertarias tanto en los EEUU como en el Perú. Además, ha sido editor de la revista anarquista Nakhdar, editada en inglés y en farsi.
En la siguiente entrevista, intentamos dilucidar, en medio de las distorsiones de los medios occidentales y de la censura de los medios iraníes, las claves para comprender lo que realmente está pasando en estos días en Irán. Si bien no estamos ante una sublevación de carácter revolucionario, al calor de la agitación social siempre crecen las probabilidades de subversión popular.
See also:

The Iranian Election a ‘Legacy of Martyred Flowers’, article in English by an Iranian member of the WSM (Ireland).
--------------------------------------------------------------------------------

"Ya no hay miedo a nadie"
Una mirada anarquista sobre las protestas en Irán

La siguiente entrevista, por ALB-Noticias con apoyo de José Antonio Gutiérrez (colaborador de anarkismo.net), fue realizada a Payman Piedar, militante anarquista exiliado iraní, quien ha participado en numerosas iniciativas libertarias tanto en los EEUU como en el Perú. Además, ha sido editor de la revista anarquista Nakhdar, editada en inglés y en farsi (puede consultarse más sobre su trayectoria política y su análisis general sobre la situación iraní en la siguiente entrevista realizada por los compañeros de NEFAC http://www.ainfos.ca/05/oct/ainfos00384.html). En la siguiente entrevista, intentamos dilucidar, en medio de las distorsiones de los medios occidentales y de la censura de los medios iraníes, las claves para comprender lo que realmente está pasando en estos días en Irán. Si bien no estamos ante una sublevación de carácter revolucionario, al calor de la agitación social siempre crecen las probabilidades de subversión popular.

1. Se dice que éstas son las manifestaciones más importantes desde la Revolución de 1979... ¿ve usted alguna continuidad entre estas protestas y aquéllas?

Sí que es verdad que estas movilizaciones o manifestaciones son lo más grande y más importante desde aquella revolución de 1979. En realidad, así mismo comenzó la revolución de 1979.

El Shah, dictador y títere del imperialismo yanki, cometió el error de no aceptar ninguna crítica de su poder máximo y el pueblo, que ya estaba harto de su reinado de tantos años de represión, se levantó por fin y lo mandó al basurero de la historia.

Sí que hay una continuidad porque en realidad la revolución, o mejor dicho, la insurrección de 1979, porque en realidad no hubo revolución social sino una revolución política, un cambio del mando político de un régimen monárquico a uno religioso-teocrático, fue secuestrada por los mulahs (sacerdotes), con el Ayatolah Jomeini como jefe máximo, y en realidad comenzó otra era de sistema dictatorial.

Entonces, el pueblo anhela y se muere por la libertad como por el pan y el agua. Especialmente los jóvenes, ya que el 65% de la sociedad iraní tiene menos de 30 años y ya están hartos de ser humillados y reprimidos. Más aún, este movimiento que ya aparece como otra revolución la cual espero que continúe en estos momentos, es la continuación de la revolución constitucional de 1905 que no llegó a su fin. La libertad, aún así sea de tipo burgués y limitada, es algo que la sociedad iraní no ha tenido hasta hoy. Ojo, el gobierno democrático de burguesía nacional del Dr Mosadegh no duró más de 2 años, de 1951 a agosto del ‘53, porque los yankis y la CIA hicieron su primer experimento con la derrota de su gobierno, aún antes de derrocar a Arbenz en Guatemala en 1954.

2. ¿En qué medida cree que las actuales movilizaciones puedan erosionar el régimen teocrático?

La respuesta a esta pregunta no es fácil. Todo depende de hasta que altura continúen estas movilizaciones. Felizmente el aura, la "dignidad", de los Mulahs, especialmente la de Jamenie, quien es el jefe religioso máximo, la continuación de Jomeini, ha sido fracturada. Ya hemos escuchado el eslogan "muerte a Jamenie" y ayer quemaron su imagen en la calle Zanjan en Teherán. Este signo es muy importante. Ya no hay miedo a nadie.

Ya es casi el momento revolucionario en que "los de abajo ya no soportan más", como decía Lenin, pero falta un poco para que "los de arriba ya no puedan gobernar". Hoy escuché que comenzó la ruptura entre los altos dirigentes mulahs en Qom, algo así como el Vaticano de los chiítas. Una facción dio la orden de arresto de la hija mayor del Ayatola Rafsanjani, uno de los Ayatolás más poderosos, ricos y corruptos; fue presidente durante 8 años entre 1989-97, y al día siguiente, es decir hoy, lo dejaron libre. Bueno, Rafsanjani tiene dos posiciones importantes en la jerarquía del poder, una de ellas es la de jefe máximo de la "Asamblea de los Expertos", que son unos 80, la cual tiene el poder de elegir o destituir al jefe máximo religioso, en este caso Jamenie.

Así que si los acontecimientos y movilizaciones continúan por unos días o semanas más, es posible que esta asamblea vote la destitución de Jamenie. ¿Que quedará en su lugar? Puede que pongan a un grupo de 8 (ya hay un rumor sobre esta posibilidad) en lugar de un dictador máximo. O, en la mejor de las hipótesis, puede que el movimiento no pare hasta la derrota total del régimen teocrático.

No olvidemos que estamos en esta tesitura porque Jamenie cometió el error fatal de aprobar la elección fraudulenta en su sermón religioso del viernes pasado. Por eso es muy difícil que retroceda o que el pueblo acepte su disculpa. Pero la última palabra no está aún dicha. La burguesía y los jefes religiosos pueden llegar a un acuerdo a espaldas del pueblo y tratar de calmar la situación. Pero lo veo difícil.

3. ¿Qué rol han jugado los trabajadores hasta el momento en estas movilizaciones? ¿Hay alguna posibilidad de que la protesta se capitalice según los intereses de las clases populares?

Por supuesto que dentro de estas movilizaciones hay trabajadores de diferentes sectores: Comercio, Servicios, Autónomo, Informal, Subempleo, marginal y los desempleados. Tenemos que recordar que hay un 25-35% de población sin empleo. El sector ausente, por ahora, es el sector más importante, que son el petrolero y el petroquímico, mayoritariamente ubicado en el sur del país, cerca de la zona del Golfo Pérsico. El día en que ellos paren y voten una huelga general supondrá el éxito de la revolución o, mejor dicho, la derrota completa del régimen teocrático. Para capitalizar este movimiento a favor de los intereses de las clases populares, todo depende de que este sector tan importante entre y tome iniciativa en esta movilización.

4. Se insiste constantemente en la movilización de la oposición, pero ciertamente los partidarios de Ahmadinejad se han movilizado en importantes números, quizás en números mayores que la misma oposición (lo cual es por razones obvias ignorado por la prensa occidental) ¿cuál es el factor que moviliza a los partidarios del régimen de Irán?

En primer lugar, los partidarios del régimen de Ahmadinejad no son más que los de la oposición. En realidad el resultado verdadero de la votación presidencial fue el siguente: Mousavi 19 millones y pico; Karrobi, otro "reformista" 13 millones y pico; Rezaie, del mismo lado de Ahmadinejad, un poco "moderado", con 3 millones y pico y Ahmadinejad con 5 millones y pico de votos y los votos anulados fueron 1 millón y medio.

Los partidarios de Ahmadinejad mayoritariamente vienen de los sectores populares, que recibieron un bono extra de $50 y sacos de papas. También un sector de jubilados que justo unos días antes de la votación recibieron una alta subida de sus pensiones: antes recibían $200 y ahora $600. No olvidemos que este régimen tiene unos 3-5 millones de Jóvenes Basij, una milicia paramilitar, como las falanges de Franco en España, que son de sectores populares. Así que sus familias son básicamente pro-régimen porque reciben mensualidades. Pero hay también un sector minoritario de estudiantes de instituto y universitarios que también recibieron este bono de $50 durante la campaña electoral.

Supongo que hay un sector de clase media baja feliz porque Ahmadinejad, durante su campaña, expuso lo que todo el mundo sabía, algunos nombres de los corruptos que tienen sus propias mafias económico-políticas, como el mismo Rafsanjani. Por eso que este sector también lo apoyó.

5. ¿Hay alguna diferencia de clases entre uno y otro bando? Hacemos esta pregunta ya que en ausencia de una alternativa revolucionaria consolidada y clara, la clase trabajadora y los pobres en general suelen movilizarse por causas conservadoras...

No hay mucha diferencia entre los bandos del poder. Todos son parte del poder burgués en general. Ninguno "representa" a la clase media en general, a su sector bajo o a las clases populares. Todos están económicamente a favor de las políticas neoliberales, privatizaciones, a favor de la OMC (Organización Mundial del Comercio), con unas diferencias mínimas sobre subsidios. Unos quiere dar un poco de dinero más frente a los pobres, mensualmente, y otros quieren dar esos subsidios vía los precios del pan, del transporte público y de los seguros.

Políticamente, sin embargo, la oposición quiere dar una imagen democrática: tolerar la libertad de expresión y no censurar o cerrar los periódicos de la oposición; no aplicar la pena de muerte para los menores; dar más oportunidades a las mujeres en el sector público; No aplicar penas de cárcel para los estudiantes universitarios radicales; dar "más" poder a las mujeres en asuntos de divorcio, etc.

6. Llama la atención la mesura de las palabras de Obama ante las movilizaciones, mesura que contrasta con los hurras y vivas lanzados por Bush y cia. cuando las manifestaciones de Beirut y de Kiev de hace un par de años... ¿a qué se debe esta actitud de cautela?

La posición de Obama es muy diplomática. El imperialismo yanki sabe muy bien que Irán no es Irak, Afganistán o Pakistán; ni es Beirut ni Kiev. No hay ninguna posibilidad de que puedan invadir Irán, ni siquiera durante el gobierno de Bush no hubo planes de actuar tal como en Irak, menos ahora que las cosas andan movidas. No pueden arriesgar la situación interna de Irán.

No quieren que las cosas empeoren porque al fin y al cabo es mejor tener a alguien que no interrumpa la salida de petróleo de la región... Él sabe que los Mulahs ya están hablando de que "EEUU, Inglaterra, Francia, Alemania están interviniendo en Irán..." para distraer no solamente a la opinión pública iraní sino al mundo entero, por eso Obama dijo que no quiere que se interprete que los EEUU se están metiendo en los asuntos internos de Irán. Pero ya ayer, para satisfacer a los conservadores, adelantó la siguiente nota: "que el gobierno iraní no reprima a los opositores, que no sea tan violento..."

Además los Mulahs han ayudado un montón a los yankis en la tarea de "estabilizar" la situación en Irak y Afganistán. En otras palabras, ellos, los mulahs, sutilmente, han estado muy en sintonía con los intereses geopolíticos de los yankis. Mejor no poner en riesgo esta situación muy delicada. A estas alturas, para el interés hegemónico del imperialismo yanki, Obama es la mejor carta que tienen. Bush y su política ya son historia, es pasado.

En su último viaje a Medio Oriente, Obama dio una charla en la Universidad del Cairo, capital de Egipto, tratando de dar una imagen pro islámica, no tan enemiga del mundo árabe; también visitó al rey de Arabia Saudita y a su aliado eterno, los sionistas/fascistas israelíes. Todo indica que está tratando dar una imagen de consenso y no tan confrontacional. Aunque esta política, en general, es una táctica inteligente por su parte, estratégicamente no va a funcionar en la región por el caso del conflicto israelí-palestino pues, como siempre, no se ofrece nada tangible a los palestinos.

7. ¿Cuál cree que será el probable desenlace de esta coyuntura? ¿Pueden los sectores progresistas hacerse alguna ilusión con la oposición o es necesario forjar una alternativa propia?

Los sectores progresistas no pueden ni deben ilusionarse con la oposición existente. En primer lugar, la oposición no es laica; es islámica y pro-constitución islámica. No están en contra de la figura del "Velayate Faghie", es decir, del dictador máximo religioso. Sólo quieren tener la posibilidad de maniobrar políticamente dentro del marco de la constitución de la República Islámica, nada más. Y como el movimiento obrero no es fuerte para nada, pues no tenemos sindicatos libres, todos son controlados por el Estado, son amarillos, los progresistas sólo pueden usar esta oportunidad para crear un ambiente menos represivo, un poco más libre para respirar, organizar y desarrollar sus metas anti-capitalistas y planes de lucha a largo plazo.

Los trabajadores, los jóvenes, las mujeres, los marginales, los desempleados tienen que forjar su alianza poco a poco; crear sus afinidades, organizaciones, asambleas, consejos, y luego trabajar sus planes para su liberación final: destruyendo el Estado, erradicando el capital y limpiando su mente de todas las religiones y supersticiones. Ése será el día para celebrar.



Tomado de: www.anarkismo.net

La lucha palestina y el dilema anarquista

Un comentario sobre el debate sobre la relación del anarquismo con la lucha conjunta israelí/palestina dado por Uri Gordon, un anarquista israelí, en su libro "Anarchy Alive!", incluida una respuesta a sus ataques en contra de mis opiniones. [English]


--------------------------------------------------------------------------------

La lucha palestina y el dilema anarquista


Comentarios sobre el libro de Uri Gordon "Anarchy Alive!"


No ha habido mucho que se haya escrito en relación al anarquismo y la lucha palestina en contra de la opresión israelí. Por tanto, resulta de gran interés leer las consideraciones sobre este asunto por parte de un anarquista de Israel, Uri Gordon, en el capítulo 6 su reciente libro “Anarchy Alive!”, el cual se titula “Patria: La Anarquía y la lucha conjunta en Palestina-Israel” (pp.139-162). Desafortunadamente, este capítulo está malogrado por un ataque temperamental y gratuito a mis opiniones al respecto. Pero antes de tratar este asunto, daré revista a sus consideraciones.

Gordon confronta la “contradicción aparente entre el compromiso de los anarquistas con los grupos oprimidos según los intereses de estos, y el hecho de que este interés sea, en el caso palestino, un nuevo Estado-Nación” (p.139). Más adelante, agrega que el conflicto “entre la convicción anti-imperialista de los anarquistas... y su absoluto rechazo tradicional al Estado y al nacionalismo... pareciera dejarlos en un impasse en relación a las luchas de liberación nacional de los pueblos oprimidos”. (p.152). Así deja planteado claramente cuál es el dilema.

Resalta, de pasada, que tanto Bakunin, como Gustav Landauer y Rudolf Rocker –todos importantes anarquistas históricos- apoyaban el apego popular a su cultura propia y a su tierra (incluido el derecho a la secesión de entidades mayores), pero se oponían a los Estados nacionales. Kropotkin apoyó las luchas de liberación nacional de pueblos sin Estado para deshacerse de la dominación foránea. Gordon podría también haber mencionado la participación de muchos anarquistas en una infinidad de luchas de liberación nacional y anti-imperialistas en todo el mundo, quizás siendo la más famosa, la librada por Nestor Makhno en Ucrania. Sin embargo, estos ejemplos no sirven para resolver el dilema de Palestina-Israel.

Como él sostiene, la mayoría de los palestinos quieren su propio Estado al lado de Israel. A él le preocupa que la oposición anarquista a esta demanda, pueda ser vista como una forma de “paternalismo”, es decir, como si nosotros supiéramos mejor que los árabes lo que es mejor para ellos. Pero más significativo es que a él le preocupa que la oposición a un Estado palestino deje a los anarquistas sin nada más positivo que aportar que decir que los palestinos necesitan al anarquismo. Pero ellos -¿aún?- no quieren el anarquismo y esto no es algo que vaya a ocurrir en un plazo cercano. (Ni tampoco, agregaría, se les convencerá de las bondades del anarquismo si se le presenta como algo opuesto a lo que quieren, es decir, la autodeterminación nacional). ¿Debieran los anarquistas decir, entonces, que rechazamos apoyar la lucha de los palestinos en contra de una opresión brutal a su nación, hasta que los palestinos no vean la luz y se declaren opuestos al Estado y al Capital?

Respuestas posibles desde el anarquismo


Gordon ofrece una serie de posibles “respuestas” a este dilema (respuestas de anarquistas esencialmente israelíes o europeos).

Una primera posible respuesta, escribe, es aceptar que existe una inconsistencia entre “apoyar al Estado palestino y el anarquismo” (p.154), pero lo cual no debe impedirnos apoyar esta demanda debido a que la solidaridad sería un valor supremo. Esta sería la única manera “pragmática” y “viable” de contrarrestar la opresión de los palestinos en el “corto plazo” (pp.154-5) (me estoy limitando a pasar revista a sus propias opiniones, las cuales encuentro que dan bastante para pensar, sin decir las mías).

Una segunda respuesta posible, escribe, es negar que haya ninguna inconsistencia en esto para los anarquistas. Los palestinos de hecho ya viven bajo un Estado, el Estado de Israel (que incluye los territorios ocupados). Exigir que los palestinos vivan bajo un Estado Palestino en lugar del de Israel, no sería algo contrario a los principios anti-estatistas, nos dice. En el peor de los casos, sería igual de malo para los palestinos; en el mejor de los casos, sería una situación un poco mejor, debido a que la opresión extranjera directa habría sido eliminada.

Una tercera respuesta es “los anarquistas pueden apoyar un Estado palestino como una opción estratégica...” (p.155), queriendo decir como un paso en una lucha de largo aliento. Obviamente que esta región no avanzará inmediatamente en una dirección anarquista; habrá muchas fases que transitar. Bajar la tensión entre judíos israelíes y árabes palestinos puede abrir posibilidades para otras luchas en torno al género, sexualidad y clase en cada nación. Habiendo obtenido lo que querían, los palestinos aprenderán los límites de las soluciones estatales y continuarán sus luchas sobre bases nuevas.

Una cuarta respuesta pareciera contradecir completamente las otras tres respuestas. Es ignorar la cuestión del Estado-Nación mientras se apoya las luchas diarias de los palestinos por empleo y dignidad. Esto incluiría defender a los campesinos de los ataques de los colonos judíos, oponerse al muro cuando atraviese poblaciones, sacar las barreras en las carreteras, etc. Los anarquistas podrían estar en frente común con los nacionalistas, sin tener que estar de acuerdo con sus políticas. Los anarquistas israelíes podrían participar lealmente junto a ellos sin tener que apoyar la cuestión del Estado palestino. Cita para este efecto el trabajo de Bill Templer, un anarquista, quien reconoce que eventualmente habrá un acuerdo para establecer dos Estados a corto plazo, pero que concentra su trabajo con los pobladores israelíes y palestinos alrededor de temas como resistir al muro. Templer cree que tal trabajo llevará algún día a una situación de “poder dual” que “deje vacíos” al Estado y al Capital. (p.161)

Uri Gordon merece ser reconocido por intentar enfrentar el dilema anarquista al tratar con la opresión palestina. Pese a que nunca reconoce con cuál de las respuestas él está de acuerdo (lo cual puede ser un tanto confuso), pareciera apoyarlas todas en cierta medida. Como cualquier persona que haya leído de manera consistente mis trabajos en este portal sabrá, yo simpatizo con aquel anarquismo que apoya tanto los movimientos de liberación nacional contra la opresión, sin perder su carácter anti-capitalista y anti-estatista (ej. ver Price 2006). Sin embargo, no creo que Gordon haya encontrado la resolución apropiada a este dilema.

La Debilidad de Gordon


Gordon no distingue entre “que los anarquistas apoyen un Estado palestino” o “que puedan apoyar un Estado palestino”, por una parte, y que los anarquistas apoyen la autodeterminación palestina, por otra. Lo primero significa decir que los anarquistas estamos de acuerdo con el programa de un Estado palestino independiente, que pensamos que sería algo positivo para ellos. Esto sería un error garrafal. Sería “paternalista”, ya que no estaríamos diciendo la verdad a los palestinos sobre como nosotros vemos la cuestión.

El apoyo a la autodeterminación es algo muy diferente. Significa que de manera solidaria defendemos el derecho de los palestinos a buscar la solución que quieran, precisamente porque es su voluntad, aún cuando nosotros, como anarquistas, no tomaríamos determinadas opciones. De igual manera que defendemos el derecho de los trabajadores a sindicalizarse como les parezca, aún cuando nosotros nos opongamos a las políticas de la mayoría de los sindicatos amarillos. Defendemos el derecho de la gente a ejercer su voto en oposición a las dictaduras, aún cuando somos anti-electoralistas. Defendemos el derecho al divorcio, aún cuando no defendemos el matrimonio burgués ni estamos a favor de que determinada pareja se disuelva. En breve, los anarquistas debemos defender la libertad de los oprimidos para tomar decisiones, sin necesidad de tomar partido a favor de las decisiones particulares que tomen. Tomando sus propias decisiones es como la gente (y los pueblos, las clases) aprende.

Más aún, su “apoyo” y “respaldo” a un nuevo Estado, a corto plazo, ignora el hecho de que el nacionalismo puede desviar la lucha. Aún cuando estén solidarizándose con el pueblo palestino (los cuales en su mayoría son campesinos, obreros y pequeños comerciantes), los anarquistas no dejan por ello de oponerse al programa del nacionalismo. En el mejor de los casos, los palestinos podrían ganar un Estado propio, independiente en términos estructurales. Pero estarían aún dominados por el mercado global y por las estructuras de poder político internacional. Es decir, no obtendrían la liberación nacional en el correcto sentido del término. Para que tal cosa ocurra, es necesaria la revolución internacional de los trabajadores y oprimidos. Los líderes nacionalistas tienen un programa desastroso para los palestinos. Este conciente o no de ello, Gordon no insiste en que los anarquistas deban enfatizar este punto, aún cuando están solidarizándose de las luchas palestinas (no se trata de decirlo a cada instante, sino que ser persistente en el tiempo y hacerlo de manera oportuna). Nunca discute cómo hacer para persuadir a los palestinos al anarquismo en vez del nacionalismo.

Gordon intenta hacer esto mediante la sugerencia de su cuarta respuesta, en la cual los anarquistas ignoran la cuestión del Estado a la vez que expresan su solidaridad mediante acciones concretas. En la práctica, las acciones solidarias, el trabajo en frentes unitarios, constituye la táctica correcta, pero eventualmente la cuestión del Estado será imposible de ignorar. Es cierto que los palestinos que estén cercanos querrán saber si apoyamos su derecho a construir su propio Estado o no. ¿Qué respondería Gordon? Templer, su ejemplo, aparentemente acepta que vendrá el momento para el Estado palestino; es que en la práctica no puede ignorarse este asunto.

El ataque de Gordon a mis opiniones


Gordon comienza su discusión sobre mis opiniones diciendo que Wayne Price “se rebaja a conceptos bastante burdos” (p.150). Luego me cita:

“Israel es el opresor y los árabes palestinos los oprimidos. Consecuentemente, los anarquistas, y toda persona decente, deben estar de parte de los palestinos. Las críticas a sus líderes o a sus métodos de lucha son algo secundario; también es secundario admitir que los judíos israelíes también son personas y como tales tienen derechos colectivos. El primer paso, en todo momento, es posicionarse junto a los oprimidos en su lucha por la liberación” (citado en p.150)

Este párrafo no niega que los dirigentes nacionalistas o que ciertos métodos de lucha (ej. ataques a civiles) deban ser criticados, ni que los judíos israelíes son personas y que por tanto tienen ciertos derechos colectivos. Lo que se dice es que todo anarquista (y toda persona decente) debe antes que nada posicionarse del lado de los oprimidos, los palestinos, en contra del Estado de Israel. Francamente, pensé que afirmar esto era algo que no provocaría controversia entre los anarquistas.

Pero no es este el caso de Gordon. Él dice que “pedir a toda la gente decente que vean la humanidad del otro y sus derechos colectivos como algo secundario a otra cosa –sea lo que sea, no es una posición anarquista... esta clase de actitud se ha convertido... en una forma típica de Judeofobia o Anti-Semitismo de la izquierda” (p.150) Entonces, ¡resulta ser que no soy un anarquista y que quizás soy un antisemita! (qué dicha que a Gordon no le gusta utilizar “conceptos burdos”).

Él dice que yo ignoro a (la ínfima minoría de) israelitas que han trabajado codo a codo con los palestinos. Sin tener base alguna, menciona la “absoluta indiferencia de Price hacia aquellos que concientemente intervienen en contra de la ocupación...” (ibid.) Dice que se vuelcan a la acción no “porque se ‘posicionen del lado de los palestinos’, sino que por un sentido de responsabilidad y solidaridad”. (ibid.) ¿Responsabilidad respecto a qué, sino respecto a la opresión de los palestinos por el Estado de Israel? ¿Solidaridad con quién, de no ser con los palestinos? Anteriormente, él había incluso citado una declaración del Movimiento de Solidaridad Internacional, que declaraba la necesidad de “involucrarse activamente en la resistencia a la ocupación, tomando partido...” (citado, p.142). Es decir, “tomando partido por los palestinos”.

Luego vuelve a citarme: “Debemos apoyar la resistencia del pueblo palestino. Tienen derecho a la autodeterminación, es decir, a elegir sus líderes, su programa y su método de lucha, independientemente de lo que pensemos de ellos” (citado, p.151)

Entonces Gordon nuevamente se va lanza en ristre, llamando a este párrafo “un cheque en blanco para las bombas suicidas y para la élite palestina presente o futura” (p.151) Pero como lo último que digo (“independientemente de lo que pensemos de ellos”) debiera aclarar, el apoyo a la resistencia palestina y a la autodeterminación no significa que estemos de acuerdo con sus líderes, programas o métodos de lucha. Estoy en desacuerdo con Gordon en este punto, como ya he aclarado, ya que él aparentemente apoya y respalda a un Estado palestino, pese a su inevitable “élite palestina” (respuestas 1, 2 y 3).

Me parece interesante que, a lo largo de este capítulo, Gordon solamente discuta las probables “respuestas” anarquistas al programa de los dos Estados (Israel y Palestina), pero jamás discute la idea de un Estado único (o binacional) democrático y secular. ¿Quizás (esta es sólo una especulación) sea esto debido a su preocupación por los intereses de los judíos israelíes, ya que un acuerdo basado en la existencia de los dos Estados significaría que ellos podrían conservar su propio Estado opresor-sionista?

Gordon discute que estoy equivocado cuando pido al movimiento que exija demandas a Israel, los EEUU o a cualquier otro Estado. “...Esto es una ‘política de demanda’ que otorga un indebido reconocimiento y legitima al poder del Estado...”. Esto se encuentra “alejado de lo que es el anarquismo” (p.151) (Personalmente, nunca afirmo sobre aquellos que se denominan a sí mismos anarquistas, pero con quienes tengo diferencias, que no son anarquistas, ni me interesa tampoco “probar” que lo que yo propongo sea anarquista). De cualquier modo, esto es un ataque extraño ya que viene de alguien que está dispuesto a considerar su “respaldo” o “apoyo” a la demanda palestina de tener un Estado propio (una demanda, por lo demás, hecha hacia Israel y los EEUU).

Los anarquistas han hecho demandas al Estado muchas veces, como son detener determinadas guerras o la liberación de presos. Y también hemos hecho demandas a los capitalistas, tales como la lucha por el reconocimiento sindical o mejoras laborales. Rechazar hacer demandas al Estado o a los capitalistas puede sonar muy radical (¡cómo si a ellos les preocupara que los anarquistas les dieran “reconocimiento” o “legitimidad”!) pero no es sino una claudicación reformista, una manera de abdicar de la lucha.

A Gordon le molesta tanto que yo haya negado la humanidad de los judíos israelíes (algo que en todo caso no hice), que me pregunto si es que acaso estará igualmente preocupado por la humanidad de otros opresores. ¡Y claro que lo está! Él cita al anarquista revolucionario Errico Malatesta “El esclavo está siempre en estado de legítima defensa y consecuentemente, su violencia [nótese] en contra del patrón, en contra del opresor, siempre se justifica en términos morales” (citado en p.100). Sin embargo, Malatesta añade que la violencia debe ser “controlada” tomando en cuenta “el esfuerzo y el sufrimiento humano”. (ibid.)

Gordon reacciona destacando que el trabajador actual, aún cuando es explotado, no es igual al esclavo encadenado (algo cierto, pero irrelevante desde el argumento de Malatesta). Luego escribe que Malatesta está buscando “una manera conveniente de deshumanizar a sus ‘enemigos de clase’ para el propósito exclusivo de hacer la violencia a las personas más digerible” (p.100). Esto pese a que Gordon no defiende al pacifismo absoluto en su discusión sobre violencia y no violencia (capítulo 4).

Lo que Gordon quiere enfatizar es la humanidad de los explotadores. Sin embargo, los opresores jamás han sufrido la falta de quienes les defiendan. Son los esclavos, los trabajadores, las naciones oprimidas, los que necesitan de quienes les defiendan –o más precisamente, de compañeros.

¿De qué lado estás?


Creo que Uri Gordon expresa bastante bien el dilema de los anarquistas en relación a las luchas de liberación nacional. Trata de buscar maneras para estar del lado de la nación oprimida de Palestina, a la vez que trata de permanecer fiel a sus convicciones anti-estatistas y anti-capitalistas. Si bien respeto su motivación, y la comparto, no creo que lo logre. Yo sugiero una aproximación alternativa, basada en defender la autodeterminación nacional a la vez que nos oponemos al nacionalismo.

Desafortunadamente, su intelectualmente provocadora exposición se ve malograda por un desaforado ataque en contra de mis opiniones. Su reacción pareciera ser provocada por una hipersensibilidad a favor de los intereses de los opresores (tales como los judíos israelíes o los capitalistas –que son sus ejemplos). Él objeta la idea de que debamos “tomar partido por los palestinos”. Según él mismo, entonces, Gordon no se posiciona de manera inequívoca junto a los oprimidos, los explotados y los condenados de la tierra.

--------------------------------------------------------------------------------

Bibliografía


Gordon, Uri (2008). Anarchy alive! London/Ann Arbor: Pluto Press.

Price, Wayne (2006). Lessons for the Anarchist Movement of the Isreali-Lebanese War; The Anarchist Debate About National Liberation
http://www.anarkismo.net/article/3614

Traducción, José Antonio Gutiérrez

Por: Price, Wayne
Tomado de: www.anarkismo.net