domingo, 28 de junio de 2009

La lucha palestina y el dilema anarquista

Un comentario sobre el debate sobre la relación del anarquismo con la lucha conjunta israelí/palestina dado por Uri Gordon, un anarquista israelí, en su libro "Anarchy Alive!", incluida una respuesta a sus ataques en contra de mis opiniones. [English]


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La lucha palestina y el dilema anarquista


Comentarios sobre el libro de Uri Gordon "Anarchy Alive!"


No ha habido mucho que se haya escrito en relación al anarquismo y la lucha palestina en contra de la opresión israelí. Por tanto, resulta de gran interés leer las consideraciones sobre este asunto por parte de un anarquista de Israel, Uri Gordon, en el capítulo 6 su reciente libro “Anarchy Alive!”, el cual se titula “Patria: La Anarquía y la lucha conjunta en Palestina-Israel” (pp.139-162). Desafortunadamente, este capítulo está malogrado por un ataque temperamental y gratuito a mis opiniones al respecto. Pero antes de tratar este asunto, daré revista a sus consideraciones.

Gordon confronta la “contradicción aparente entre el compromiso de los anarquistas con los grupos oprimidos según los intereses de estos, y el hecho de que este interés sea, en el caso palestino, un nuevo Estado-Nación” (p.139). Más adelante, agrega que el conflicto “entre la convicción anti-imperialista de los anarquistas... y su absoluto rechazo tradicional al Estado y al nacionalismo... pareciera dejarlos en un impasse en relación a las luchas de liberación nacional de los pueblos oprimidos”. (p.152). Así deja planteado claramente cuál es el dilema.

Resalta, de pasada, que tanto Bakunin, como Gustav Landauer y Rudolf Rocker –todos importantes anarquistas históricos- apoyaban el apego popular a su cultura propia y a su tierra (incluido el derecho a la secesión de entidades mayores), pero se oponían a los Estados nacionales. Kropotkin apoyó las luchas de liberación nacional de pueblos sin Estado para deshacerse de la dominación foránea. Gordon podría también haber mencionado la participación de muchos anarquistas en una infinidad de luchas de liberación nacional y anti-imperialistas en todo el mundo, quizás siendo la más famosa, la librada por Nestor Makhno en Ucrania. Sin embargo, estos ejemplos no sirven para resolver el dilema de Palestina-Israel.

Como él sostiene, la mayoría de los palestinos quieren su propio Estado al lado de Israel. A él le preocupa que la oposición anarquista a esta demanda, pueda ser vista como una forma de “paternalismo”, es decir, como si nosotros supiéramos mejor que los árabes lo que es mejor para ellos. Pero más significativo es que a él le preocupa que la oposición a un Estado palestino deje a los anarquistas sin nada más positivo que aportar que decir que los palestinos necesitan al anarquismo. Pero ellos -¿aún?- no quieren el anarquismo y esto no es algo que vaya a ocurrir en un plazo cercano. (Ni tampoco, agregaría, se les convencerá de las bondades del anarquismo si se le presenta como algo opuesto a lo que quieren, es decir, la autodeterminación nacional). ¿Debieran los anarquistas decir, entonces, que rechazamos apoyar la lucha de los palestinos en contra de una opresión brutal a su nación, hasta que los palestinos no vean la luz y se declaren opuestos al Estado y al Capital?

Respuestas posibles desde el anarquismo


Gordon ofrece una serie de posibles “respuestas” a este dilema (respuestas de anarquistas esencialmente israelíes o europeos).

Una primera posible respuesta, escribe, es aceptar que existe una inconsistencia entre “apoyar al Estado palestino y el anarquismo” (p.154), pero lo cual no debe impedirnos apoyar esta demanda debido a que la solidaridad sería un valor supremo. Esta sería la única manera “pragmática” y “viable” de contrarrestar la opresión de los palestinos en el “corto plazo” (pp.154-5) (me estoy limitando a pasar revista a sus propias opiniones, las cuales encuentro que dan bastante para pensar, sin decir las mías).

Una segunda respuesta posible, escribe, es negar que haya ninguna inconsistencia en esto para los anarquistas. Los palestinos de hecho ya viven bajo un Estado, el Estado de Israel (que incluye los territorios ocupados). Exigir que los palestinos vivan bajo un Estado Palestino en lugar del de Israel, no sería algo contrario a los principios anti-estatistas, nos dice. En el peor de los casos, sería igual de malo para los palestinos; en el mejor de los casos, sería una situación un poco mejor, debido a que la opresión extranjera directa habría sido eliminada.

Una tercera respuesta es “los anarquistas pueden apoyar un Estado palestino como una opción estratégica...” (p.155), queriendo decir como un paso en una lucha de largo aliento. Obviamente que esta región no avanzará inmediatamente en una dirección anarquista; habrá muchas fases que transitar. Bajar la tensión entre judíos israelíes y árabes palestinos puede abrir posibilidades para otras luchas en torno al género, sexualidad y clase en cada nación. Habiendo obtenido lo que querían, los palestinos aprenderán los límites de las soluciones estatales y continuarán sus luchas sobre bases nuevas.

Una cuarta respuesta pareciera contradecir completamente las otras tres respuestas. Es ignorar la cuestión del Estado-Nación mientras se apoya las luchas diarias de los palestinos por empleo y dignidad. Esto incluiría defender a los campesinos de los ataques de los colonos judíos, oponerse al muro cuando atraviese poblaciones, sacar las barreras en las carreteras, etc. Los anarquistas podrían estar en frente común con los nacionalistas, sin tener que estar de acuerdo con sus políticas. Los anarquistas israelíes podrían participar lealmente junto a ellos sin tener que apoyar la cuestión del Estado palestino. Cita para este efecto el trabajo de Bill Templer, un anarquista, quien reconoce que eventualmente habrá un acuerdo para establecer dos Estados a corto plazo, pero que concentra su trabajo con los pobladores israelíes y palestinos alrededor de temas como resistir al muro. Templer cree que tal trabajo llevará algún día a una situación de “poder dual” que “deje vacíos” al Estado y al Capital. (p.161)

Uri Gordon merece ser reconocido por intentar enfrentar el dilema anarquista al tratar con la opresión palestina. Pese a que nunca reconoce con cuál de las respuestas él está de acuerdo (lo cual puede ser un tanto confuso), pareciera apoyarlas todas en cierta medida. Como cualquier persona que haya leído de manera consistente mis trabajos en este portal sabrá, yo simpatizo con aquel anarquismo que apoya tanto los movimientos de liberación nacional contra la opresión, sin perder su carácter anti-capitalista y anti-estatista (ej. ver Price 2006). Sin embargo, no creo que Gordon haya encontrado la resolución apropiada a este dilema.

La Debilidad de Gordon


Gordon no distingue entre “que los anarquistas apoyen un Estado palestino” o “que puedan apoyar un Estado palestino”, por una parte, y que los anarquistas apoyen la autodeterminación palestina, por otra. Lo primero significa decir que los anarquistas estamos de acuerdo con el programa de un Estado palestino independiente, que pensamos que sería algo positivo para ellos. Esto sería un error garrafal. Sería “paternalista”, ya que no estaríamos diciendo la verdad a los palestinos sobre como nosotros vemos la cuestión.

El apoyo a la autodeterminación es algo muy diferente. Significa que de manera solidaria defendemos el derecho de los palestinos a buscar la solución que quieran, precisamente porque es su voluntad, aún cuando nosotros, como anarquistas, no tomaríamos determinadas opciones. De igual manera que defendemos el derecho de los trabajadores a sindicalizarse como les parezca, aún cuando nosotros nos opongamos a las políticas de la mayoría de los sindicatos amarillos. Defendemos el derecho de la gente a ejercer su voto en oposición a las dictaduras, aún cuando somos anti-electoralistas. Defendemos el derecho al divorcio, aún cuando no defendemos el matrimonio burgués ni estamos a favor de que determinada pareja se disuelva. En breve, los anarquistas debemos defender la libertad de los oprimidos para tomar decisiones, sin necesidad de tomar partido a favor de las decisiones particulares que tomen. Tomando sus propias decisiones es como la gente (y los pueblos, las clases) aprende.

Más aún, su “apoyo” y “respaldo” a un nuevo Estado, a corto plazo, ignora el hecho de que el nacionalismo puede desviar la lucha. Aún cuando estén solidarizándose con el pueblo palestino (los cuales en su mayoría son campesinos, obreros y pequeños comerciantes), los anarquistas no dejan por ello de oponerse al programa del nacionalismo. En el mejor de los casos, los palestinos podrían ganar un Estado propio, independiente en términos estructurales. Pero estarían aún dominados por el mercado global y por las estructuras de poder político internacional. Es decir, no obtendrían la liberación nacional en el correcto sentido del término. Para que tal cosa ocurra, es necesaria la revolución internacional de los trabajadores y oprimidos. Los líderes nacionalistas tienen un programa desastroso para los palestinos. Este conciente o no de ello, Gordon no insiste en que los anarquistas deban enfatizar este punto, aún cuando están solidarizándose de las luchas palestinas (no se trata de decirlo a cada instante, sino que ser persistente en el tiempo y hacerlo de manera oportuna). Nunca discute cómo hacer para persuadir a los palestinos al anarquismo en vez del nacionalismo.

Gordon intenta hacer esto mediante la sugerencia de su cuarta respuesta, en la cual los anarquistas ignoran la cuestión del Estado a la vez que expresan su solidaridad mediante acciones concretas. En la práctica, las acciones solidarias, el trabajo en frentes unitarios, constituye la táctica correcta, pero eventualmente la cuestión del Estado será imposible de ignorar. Es cierto que los palestinos que estén cercanos querrán saber si apoyamos su derecho a construir su propio Estado o no. ¿Qué respondería Gordon? Templer, su ejemplo, aparentemente acepta que vendrá el momento para el Estado palestino; es que en la práctica no puede ignorarse este asunto.

El ataque de Gordon a mis opiniones


Gordon comienza su discusión sobre mis opiniones diciendo que Wayne Price “se rebaja a conceptos bastante burdos” (p.150). Luego me cita:

“Israel es el opresor y los árabes palestinos los oprimidos. Consecuentemente, los anarquistas, y toda persona decente, deben estar de parte de los palestinos. Las críticas a sus líderes o a sus métodos de lucha son algo secundario; también es secundario admitir que los judíos israelíes también son personas y como tales tienen derechos colectivos. El primer paso, en todo momento, es posicionarse junto a los oprimidos en su lucha por la liberación” (citado en p.150)

Este párrafo no niega que los dirigentes nacionalistas o que ciertos métodos de lucha (ej. ataques a civiles) deban ser criticados, ni que los judíos israelíes son personas y que por tanto tienen ciertos derechos colectivos. Lo que se dice es que todo anarquista (y toda persona decente) debe antes que nada posicionarse del lado de los oprimidos, los palestinos, en contra del Estado de Israel. Francamente, pensé que afirmar esto era algo que no provocaría controversia entre los anarquistas.

Pero no es este el caso de Gordon. Él dice que “pedir a toda la gente decente que vean la humanidad del otro y sus derechos colectivos como algo secundario a otra cosa –sea lo que sea, no es una posición anarquista... esta clase de actitud se ha convertido... en una forma típica de Judeofobia o Anti-Semitismo de la izquierda” (p.150) Entonces, ¡resulta ser que no soy un anarquista y que quizás soy un antisemita! (qué dicha que a Gordon no le gusta utilizar “conceptos burdos”).

Él dice que yo ignoro a (la ínfima minoría de) israelitas que han trabajado codo a codo con los palestinos. Sin tener base alguna, menciona la “absoluta indiferencia de Price hacia aquellos que concientemente intervienen en contra de la ocupación...” (ibid.) Dice que se vuelcan a la acción no “porque se ‘posicionen del lado de los palestinos’, sino que por un sentido de responsabilidad y solidaridad”. (ibid.) ¿Responsabilidad respecto a qué, sino respecto a la opresión de los palestinos por el Estado de Israel? ¿Solidaridad con quién, de no ser con los palestinos? Anteriormente, él había incluso citado una declaración del Movimiento de Solidaridad Internacional, que declaraba la necesidad de “involucrarse activamente en la resistencia a la ocupación, tomando partido...” (citado, p.142). Es decir, “tomando partido por los palestinos”.

Luego vuelve a citarme: “Debemos apoyar la resistencia del pueblo palestino. Tienen derecho a la autodeterminación, es decir, a elegir sus líderes, su programa y su método de lucha, independientemente de lo que pensemos de ellos” (citado, p.151)

Entonces Gordon nuevamente se va lanza en ristre, llamando a este párrafo “un cheque en blanco para las bombas suicidas y para la élite palestina presente o futura” (p.151) Pero como lo último que digo (“independientemente de lo que pensemos de ellos”) debiera aclarar, el apoyo a la resistencia palestina y a la autodeterminación no significa que estemos de acuerdo con sus líderes, programas o métodos de lucha. Estoy en desacuerdo con Gordon en este punto, como ya he aclarado, ya que él aparentemente apoya y respalda a un Estado palestino, pese a su inevitable “élite palestina” (respuestas 1, 2 y 3).

Me parece interesante que, a lo largo de este capítulo, Gordon solamente discuta las probables “respuestas” anarquistas al programa de los dos Estados (Israel y Palestina), pero jamás discute la idea de un Estado único (o binacional) democrático y secular. ¿Quizás (esta es sólo una especulación) sea esto debido a su preocupación por los intereses de los judíos israelíes, ya que un acuerdo basado en la existencia de los dos Estados significaría que ellos podrían conservar su propio Estado opresor-sionista?

Gordon discute que estoy equivocado cuando pido al movimiento que exija demandas a Israel, los EEUU o a cualquier otro Estado. “...Esto es una ‘política de demanda’ que otorga un indebido reconocimiento y legitima al poder del Estado...”. Esto se encuentra “alejado de lo que es el anarquismo” (p.151) (Personalmente, nunca afirmo sobre aquellos que se denominan a sí mismos anarquistas, pero con quienes tengo diferencias, que no son anarquistas, ni me interesa tampoco “probar” que lo que yo propongo sea anarquista). De cualquier modo, esto es un ataque extraño ya que viene de alguien que está dispuesto a considerar su “respaldo” o “apoyo” a la demanda palestina de tener un Estado propio (una demanda, por lo demás, hecha hacia Israel y los EEUU).

Los anarquistas han hecho demandas al Estado muchas veces, como son detener determinadas guerras o la liberación de presos. Y también hemos hecho demandas a los capitalistas, tales como la lucha por el reconocimiento sindical o mejoras laborales. Rechazar hacer demandas al Estado o a los capitalistas puede sonar muy radical (¡cómo si a ellos les preocupara que los anarquistas les dieran “reconocimiento” o “legitimidad”!) pero no es sino una claudicación reformista, una manera de abdicar de la lucha.

A Gordon le molesta tanto que yo haya negado la humanidad de los judíos israelíes (algo que en todo caso no hice), que me pregunto si es que acaso estará igualmente preocupado por la humanidad de otros opresores. ¡Y claro que lo está! Él cita al anarquista revolucionario Errico Malatesta “El esclavo está siempre en estado de legítima defensa y consecuentemente, su violencia [nótese] en contra del patrón, en contra del opresor, siempre se justifica en términos morales” (citado en p.100). Sin embargo, Malatesta añade que la violencia debe ser “controlada” tomando en cuenta “el esfuerzo y el sufrimiento humano”. (ibid.)

Gordon reacciona destacando que el trabajador actual, aún cuando es explotado, no es igual al esclavo encadenado (algo cierto, pero irrelevante desde el argumento de Malatesta). Luego escribe que Malatesta está buscando “una manera conveniente de deshumanizar a sus ‘enemigos de clase’ para el propósito exclusivo de hacer la violencia a las personas más digerible” (p.100). Esto pese a que Gordon no defiende al pacifismo absoluto en su discusión sobre violencia y no violencia (capítulo 4).

Lo que Gordon quiere enfatizar es la humanidad de los explotadores. Sin embargo, los opresores jamás han sufrido la falta de quienes les defiendan. Son los esclavos, los trabajadores, las naciones oprimidas, los que necesitan de quienes les defiendan –o más precisamente, de compañeros.

¿De qué lado estás?


Creo que Uri Gordon expresa bastante bien el dilema de los anarquistas en relación a las luchas de liberación nacional. Trata de buscar maneras para estar del lado de la nación oprimida de Palestina, a la vez que trata de permanecer fiel a sus convicciones anti-estatistas y anti-capitalistas. Si bien respeto su motivación, y la comparto, no creo que lo logre. Yo sugiero una aproximación alternativa, basada en defender la autodeterminación nacional a la vez que nos oponemos al nacionalismo.

Desafortunadamente, su intelectualmente provocadora exposición se ve malograda por un desaforado ataque en contra de mis opiniones. Su reacción pareciera ser provocada por una hipersensibilidad a favor de los intereses de los opresores (tales como los judíos israelíes o los capitalistas –que son sus ejemplos). Él objeta la idea de que debamos “tomar partido por los palestinos”. Según él mismo, entonces, Gordon no se posiciona de manera inequívoca junto a los oprimidos, los explotados y los condenados de la tierra.

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Bibliografía


Gordon, Uri (2008). Anarchy alive! London/Ann Arbor: Pluto Press.

Price, Wayne (2006). Lessons for the Anarchist Movement of the Isreali-Lebanese War; The Anarchist Debate About National Liberation
http://www.anarkismo.net/article/3614

Traducción, José Antonio Gutiérrez

Por: Price, Wayne
Tomado de: www.anarkismo.net

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