lunes, 30 de marzo de 2009

La Tradición Revolucionaria Anarquista

Nota del Traductor: El siguiente, es un artículo escrito en 1996 por un militante de la red anarquista norteamericana Love and Rage (Amor y Rabia). Es un intento de sistematizar una tradición anarco-comunista, la cual sirviera como base para el desarrollo de una alternativa revolucionaria, clasista y libertaria para el presente. El artículo resume, de manera muy sencilla, algunos de los hitos más importantes en nuestra tradición. Wayne Price, un colaborador de anarkismo.net, entonces, escribió un artículo como respuesta a este, en el cual plantea algunas diferencias y algunas precisiones necesarias (http://www.anarkismo.net/article/12558). Lamentablemente, el hecho de que este autor haya abandonado el anarquismo, ha hecho que muchos compañeros desestimen el indudable interés y valor de este artículo. Pensamos que, independientemente de lo que haya ocurrido con este compañero, este documento tiene méritos de sobra, como podrán juzgar los lectores.

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LA TRADICIÓN REVOLUCIONARIA ANARQUISTA

Durante gran parte de este siglo (ed., XX), la lucha revolucionaria por la liberación humana ha estado bajo la sombra de la victoria Bolchevique en la Revolución Rusa. El colapso del Imperio Soviético en la Europa del Este, la represión al movimiento democrático chino y la derrota electoral de los Sandinistas revelaron la decadencia del marxismo como una supuesta ideología de libertad humana. El consiguiente colapso de gran parte de lo que quedaba de la izquierda marxista, generó una apertura para la renovación del proyecto revolucionario.

El anarquismo revolucionario se refiere al fracaso elemental de la confianza autoritaria del marxismo en el Estado como un instrumento para revolucionar la sociedad. Pero así como el marxismo fue puesto a prueba por la historia, demostrando sus carencias, el anarquismo también ha fracasado en llevar a una liberación humana real. Por esto, creo que debemos prestar atención a esa distintiva corriente de práctica revolucionaria anarquista que ha buscado confrontar estos fracasos históricos del anarquismo.

Parece que Amor y Rabia ha sido frecuentemente definida por nuestro desprecio a las ortodoxias anarquistas. Esto es algo bueno. Si el anarquismo pretende convertirse en un movimiento revolucionario serio, debe desarrollar un nuevo cuerpo de teoría y análisis, y esto requerirá desembarazarse de varios entrañables prejuicios anarquistas. El anarquismo revolucionario del futuro, debiera ser una síntesis viva de todo el pensamiento útil y de las grandes ideas que se encuentran en el curso de la lucha por la libertad humana.

No somos el primer grupo anarquista que nos frustramos por los profundos problemas estructurales del anarquismo. En este sentido, somos parte de algo que puede ser llamado una tradición anarquista revolucionaria –una pequeña pero vital corriente dentro del anarquismo que ha buscado aprender las lecciones de nuestras derrotas, que ha luchado por elevar las políticas anarquistas por sobre el nivel de un ingenuo moralismo, que confrontó frontalmente las contradicciones en el pensamiento anarquista, que luchó por formas más estructuradas de organización, y que buscó desarrollar una estrategia coherente para hacer efectiva la revolución anarquista.

Este artículo es un intento de trazar el curso de esta corriente, a través de un capítulo crucial de la historia anarquista: el período desde la irrupción de la Revolución Rusa en 1917, a la derrota de la Revolución Española en 1937. Sólo me referiré a unas cuantas organizaciones individuales. El tratamiento es necesariamente superficial, pero me ha entregado una cierta guía a través de los precedentes históricos del anarquismo contemporáneo.


MALATESTA

Errico Malatesta participó en variados grupos y luchas, pero su mayor significación fue como agitador y propagandista. Malatesta no rompió con el pensamiento anarquista prevaleciente, llevándolo tan lejos como fue posible sin un completo re-exámen crítico. Por esta razón, sus escritos son un indicador útil de cuán lejos es posible llegar con el pensamiento anarquista clásico, y donde es necesario pasar a nuevo terreno.

Malatesta era decididamente pro-organizacionista y dividía la discusión de la organización en tres partes:

"La organización en general y como principio y condición de la vida social hoy en día y en una sociedad futura; la organización del movimiento anarquista y la organización de las fuerzas populares y, especialmente, de las masas obreras para resistir al gobierno y al capitalismo" (Malatesta, Life and Ideas, p.84, Freedom Press, 1984, Londres).

Malatesta está fundamentalmente preocupado en ofrecer respuestas anarquistas a los problemas concretos del día. Sus escritos no investigan esos problemas empíricamente, sino que explican la aplicación de principios anarquistas en variadas circunstancias. La debilidad básica del pensamiento de Malatesta es su falta de método dialéctico. Sus conclusiones no se basan en la investigación de las condiciones concretas de la sociedad (o del movimiento anarquista), y no se contrastan con los resultados de su aplicación. Mas bien, fluyen de una serie de principios abstractos y si no coinciden con la realidad actual, se nos asegura pacientemente, la realidad, eventualmente, se pondrá al día. Las insurrecciones revolucionarias, al despuntar la Primera Guerra Mundial, expusieron en la práctica las limitaciones de este método. Los anarquistas participaron en muchas de estas insurrecciones, pero los logros más significativos de los anarquistas fueron en Ucrania.


LA MAKHNOVCHINA

La Revolución Ucraniana es un evento seriamente subestimado en la historia anarquista. A diferencia de España, donde más de sesenta años de educación anarquista habían moldeado el pensamiento de gran parte del proletariado y del campesinado español, Ucrania no tenía un movimiento anarquista fuerte, bien organizado, cuando la Revolución de Febrero de 1917 tumbó al Zar ruso, abriendo todo el Imperio Ruso, incluida Ucrania, a las fuerzas revolucionarias contenidas en el descontento de obreros y campesinos.

Luego de tomar el poder en 1917, los Bolcheviques obtuvieron la paz con los Imperios Alemán y Austro-Húngaro mediante el Tratado de Brest-Litovsk, que entregó Ucrania a los imperialistas. El relativamente pequeño movimiento anarquista ucraniano, aprovechó el momento, y constituyó un ejército anarquista revolucionario en torno a un núcleo de partisanos guerrilleros comandados por Nestor Makhnó. El campesinado ya se encontraba tomándose la tierra, sin mayor necesidad de asistencia por parte de los anarquistas. El ejército de Makhnó defendió las conquistas de los campesinos y postulaba la colectivización voluntaria de la tierra, mientras luchaba una guerra de guerrillas en contra de los ejércitos Blancos (contra-revolucionarios) y los ejércitos del imperialismo austríaco y alemán. Sólo cuando ya la Makhnovchina había derrotado a la mayoría de estas fuerzas, el Ejército Rojo Bolchevique se les unió en la ofensiva final. Luego de la derrota final de los contra-revolucionarios, los Bolcheviques se les fueron encima, aplastando al ejército de Makhnó, tomando de nuevo las tierras que habían entregado con el Tratado de Brest-Litovsk.

Makhnó no eximió a los Bolcheviques de sus crímenes, pero correctamente identificó un número de debilidades en el movimiento anarquista que hicieron posible la victoria Bolchevique. Él describió a las organizaciones militares originales de los anarquistas en Ucrania, los “batallones libres”, de la siguiente manera:

"Rápidamente se evidenció que tal organización era impotente para sobrevivir las provocaciones internas de toda clase, dado que, sin un veto adecuado, político o social, recibía a todos los voluntarios, a condición sólo de que estuvieran deseosos de tomar las armas y luchar. Esta es la razón por la cual las unidades armadas establecidas por esta organización fueron traicioneramente enviadas al enemigo, un hecho que les impidió ver más allá su misión histórica en la lucha opuesta a la contra-revolución…

…En todas partes, los requerimientos prácticos de la lucha indujeron a nuestro movimiento a establecer un Equipo operativo y organizativo, para compartir una visión de conjunto sobre todas las unidades de combate. Es debido a esta práctica que me encuentro incapacitado para suscribir a la visión de que los anarquistas revolucionarios rechazan la necesidad de tal Equipo para observar estratégicamente la lucha armada revolucionaria. Estoy convencido de que cualquier anarquista revolucionario encontrándose en las mismas circunstancias en las que yo me encontré en la guerra civil en Ucrania se verá impelido, por necesidad, a hacer lo que nosotros hicimos. Si en el curso de la auténtica revolución social por venir, hay anarquistas que rechazan estos principios organizativos, entonces, en nuestro movimiento tendríamos sólo charlatanes vacíos y masa inerte, elementos perniciosos que serían rechazados en breve." (Nestor Makhnó, “Acerca de la Defensa de la Revolución”.)

Makhnó comprendió que los anarquistas revolucionarios debían operar en el mundo real, en circunstancias imperfectas. Si las ideas anarquistas querían significar algo, debían aplicarse a las luchas del día. Y si eran inadecuadas para las tareas de la lucha, entonces, necesitaban ser modificadas.


LOS PLATAFORMISTAS

La victoria Bolchevique en Rusia dió a sus políticas autoritarias un enorme prestigio entre la gente de ideas revolucionarias en todo el mundo. Grandes secciones del movimiento anarquista se pasaron al Bolchevismo. Y no fueron, necesariamente, los peores elementos los que se cambiaron de bando, tampoco. En muchos casos, los anarquistas que permanecieron fieles a sus principios fueron de lo más descuidados en hacer el anarquismo relevante para la mayoría de la humanidad. Fuera de España y América Latina, donde el carácter de masas del movimiento anarquista retrasó este proceso, el anarquismo fue rápidamente reemplazado por el Bolchevismo. Frente a la hegemonía Bolchevique, el movimiento anarquista se volvió crecientemente sectario y peculiarmente reticente a los desafíos impuestos a la ortodoxia teórica.

Luego de la derrota a manos del Ejército Rojo, Makhnó y muchos de sus camaradas rusos y ucranianos fueron forzados al exilio en la Europa occidental. En ella, encontraron el mismo dogmatismo y desorganización que había condenado a los anarquistas en la Revolución Rusa.

Makhnó y sus camaradas en el exilio, buscaron aplicar las lecciones políticas que habían extraído de su experiencia y crear una nueva clase de organización revolucionaria –una capaz de realizar las profundas tareas organizativas involucradas en llevar adelante la revolución a la victoria. Su llamado a la formación de tal organización, fue un documento titulado “La Plataforma Organizativa de los Comunistas Libertarios”. Publicada en 1926, rápidamente se convirtió en objeto de controversia en el movimiento anarquista. Al leer sus párrafos iniciales, no es difícil comprender por qué:

"Es muy significativo que, pese a la fortaleza e indiscutible carácter positivo de las ideas libertarias, y pese a la rectitud e integridad de las posiciones anarquistas al enfrentar la Revolución Social, y finalmente, al heroísmo e innumerables sacrificios de los anarquistas en la lucha por el comunismo libertario, el movimiento anarquista permanece débil pese a todo, y ha aparecido, con mucha frecuencia, en la historia de la lucha de clases como un pequeño evento, un episodio, y no un factor importante.

Esta contradicción entre lo positivo y la indesmentible substancia de las ideas libertarias, y el estado miserable en el que el movimiento anarquista vegeta, tiene su explicación en un número de causas, de las cuales la más importante, la principal, es la ausencia de principios y prácticas organizativas en el movimiento anarquista".


Y la introducción continúa:

"Está, pese a todo, más allá de toda duda que esta desorganización se deriva de algún defecto en la teoría: notablemente, de una falsa interpretación del principio de individualidad en el anarquismo; confundiéndose esta teoría muy frecuentemente con la ausencia de toda responsabilidad. Los amantes de la afirmación del “ego”, sólo con una visión del placer personal, obstinadamente se aferran al estado caótico del movimiento anarquista, y se refieren en su defensa a los inmutables principios del anarquismo y a sus profesores".

Si las palabras de la Plataforma nos parecen certeras aún hoy en día, es sólo porque no fueron escuchadas cuando primero aparecieron impresas. La Plataforma consiste de tres secciones. La primera, o sección “General”, es la exposición básica de del pensamiento anarquista revolucionario, en lo concerniente al proceso de la revolución. La segunda sección, “Constructiva”, elabora un programa anarquista de re-organización de la industria, de la agricultura, y del consumo. Esta sección también se refiere a la cuestión de cómo las conquistas de la revolución serán defendidas por un ejército revolucionario. La sección final, “Organizativa”, llama a la creación de una “Unión General de Anarquistas” en base a cuatro principios organizativos:

1. Unidad Teórica
2. Unidad Táctica o Método de Acción Colectivo
3. Responsabilidad Colectiva
4. Federalismo

La Plataforma fue ampliamente atacada en el movimiento anarquista en términos que serían familiares a quienes han seguido las controversias en torno a Amor y Rabia . Los Plataformistas fueron acusados de ser cripto-leninistas y de pretender dominar a todo el movimiento anarquista en su esfuerzo por construir una organización efectiva. Los plataformistas fueron empujados a los márgenes del movimiento anarquista y sus esfuerzos por construir tal organización fracasaron.

Los plataformistas, obviamente, sobreestimaron el potencial para ganar a la mayoría de los anarquistas para sus posiciones. Dada la profundidad de sus críticas, debieron haber comprendido que, al menos, podían atraer a una minoría del movimiento anarquista a sus posiciones. Al amarrar su proyecto al hecho de ganar a la mayoría de los anarquistas, lo condenaron al fracaso.

Los plataformistas también fracasaron en desarrollar un análisis coherente del imperialismo y de la profunda influencia que sus desigualdades globales tendrían en el proceso de la revolución mundial. Consecuentemente, su programa político y su comprensión de la lucha de clases aparece hoy como demasiado simplista. Pero su crítica de los fracasos organizativos del movimiento anarquista y su llamado a tomar las medidas necesarias para corregir esos fracasos, no han perdido para nada su resonancia. Sus principios organizativos son simples e inteligentes, pero son una daga que atraviesa el corazón del pensamiento anti-organizativo en el anarquismo.

Trágicamente, los plataformistas prácticamente no tuvieron influencia en el movimiento anarquista español. Cuando los anarquistas españoles se encontraron en una situación revolucionaria, estaban considerablemente mejor posicionados que sus contrapartes rusas y ucranianas para dar a la revolución un carácter libertario. Pero al final, fracasaron por muchas de las mismas razones. La Revolución Española ofreció la mejor oportunidad a los anarquistas. El fracaso de los anarquistas españoles para aprender las lecciones de las experiencias rusa y ucraniana antes de que fuera demasiado tarde, es, quizás, la más grande tragedia en la historia del movimiento anarquista.


LA FAI

La Federación Anarquista Ibérica (FAI) fue fundada en 1927. Nació en respuesta al creciente potencial revolucionario de España y a ciertas contradicciones en el seno del movimiento anarquista español. Hasta la formación de la FAI, la principal forma organizativa del movimiento anarquista en España era la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). La dictadura del General Primo de Rivera había quebrado a la CNT. Bajo estas condiciones de represión, poderosas tendencias hacia el reformismo se hicieron valer entre el disperso movimiento anarquista. La FAI agrupó a los revolucionarios más militantes y determinados en España. La FAI se componía de pequeños grupos de afinidad federados localmente, regionalmente y nacionalmente (incluyendo también a grupos portugueses y de exiliados en Francia). Cuando la CNT se reorganizó en 1928, la FAI llegó a ejercer una influencia dominante en su orientación. Mientras a la FAI la constituían las fuerzas más revolucionarias en el movimiento anarquista, éstas no estaban unidas en torno a ningún tipo de programa coherente. Mas bien, estaban unidas por su oposición a cualquier clase de colaboración con las fuerzas reformistas.

Los principios organizativos de la FAI estaban en completa oposición a aquellos que proponían los Plataformistas. Había muy poca responsabilidad colectiva, cuyo resultado fue que las acciones de los miembros más irresponsables dieran el tono a todo el resto de la organización. La FAI estuvo involucrada en una serie de heroicas, pero abortadas, insurrecciones. Esto fue, en parte, consecencia de la ausencia de algún mecanismo para rendir cuentas en el interior de la FAI. Cualquier grupo local, con suficiente fervor, podía tomar la acción y arrastrar al resto del movimiento tras de sí, sin importar los resultados. Esto fue evidente en el período de 1932-1934, que vió a una serie de insurrecciones llenar cementerios y prisiones con anarquistas. La eventual expiración del impulso insurreccional, de cara a una abrumadora represión, sentó las bases para la generalizada participación anarquista en las elecciones de Febrero de 1936, con la esperanza de que el Frente Popular liberará a todos los anarquistas encarcelados durante este período. Esto nos enseña como la ultra-militancia irresponsable puede preparar el terreno al reformismo.

En oposición a Malatesta, quien argumentaba que los sindicatos no debían ser ideológicamente sectarios, a fin de atraer la más amplia participación de la clase obrera, la FAI se declaraba en favor de sindicatos explícitamente anarquistas, porque “la unidad de la clase obrera no es posible”. La existencia de una general simpatía por el anarquismo en el proletariado y campesinado español, hizo posible construir un sindicato de masas explícitamente anarquista como la CNT, pero la misma existencia de la FAI revelaba las contradicciones involucradas en tal sindicato.

Malatesta argumentaba que la necesidad de satisfacer las necesidades diarias de sus miembros bajo el sistema existente, ejercía una influencia conservadora sobre los sindicatos, independientemente de sus orígenes o de su afirmación de objetivos radicales. La experiencia de la CNT previa a la fundación de la FAI confirmó esta posición. En efecto, la FAI constituía la organización de los elementos más avanzados que lucharon por (y ganaron) las políticas revolucionarias al interior de la CNT.

Los oponentes de la orientación revolucionaria de la FAI le atacaron por dominar el sindicato. La FAI se resistía a tal caracterización de su rol al interior de la CNT y, ciertamente, miembros que no pertenecían a la FAI fueron, frecuentemente, influyentes, pero un exámen honesto sobre la FAI debe reconocer su función de liderazgo en el seno del movimiento anarquista español.

Mientras la FAI estaba, indudablemente, compuesta por muchas de las figuras revolucionarias anarquistas más comprometidas en España, fallaron en darse coherencia en torno a una estrategia hasta que ya fue demasiado tarde. Las conferencias y plenos de la FAI eran dominados por discusiones sobre las cuestiones organizativas más elementales. Las resoluciones políticas son desesperantemente vagas y sujetas al más amplio rango posible de interpretaciones. Cuando una situación revolucionaria les cayó encima, estaban completamente mal preparados para las difíciles opciones involucradas.

El 19 de Julio de 1936, la CNT realizó una Huelga General revolucionaria en respuesta al golpe militar fascista. Se les unieron, en diversos grados, los sindicatos socialistas (la UGT) y los partidos políticos de la izquierda. En Cataluña, el levantamiento revolucionario fue tan cabal y la predominancia anarquista en él estaba tan fuera de disputa, que el 20 de Julio, Luis Companys, el presidente del semi-autónomo gobierno de Cataluña, llamó a los líderes de la CNT y de la FAI y les ofreció su renuncia. Los líderes de la CNT y de la FAI declinaron el ofrecimiento, declarando que no querían establecer una “dictadura anarquista y confederal”.

En este preciso momento, encontramos que se destila la histórica abdicación anarquista de la responsabilidad política. El movimiento anarquista no tenía razones para esperar que se le presentase una mejor oportunidad para reorganizar la sociedad sobre bases libertarias que aquella que se le presentó el 20 de Julio de 1936. Si bien el apoyo a la CNT no era universal, claramente tenían la fidelidad de la mayoría de las clases oprimidas en Cataluña. Habían creado una situación de poder dual en el Estado capitalista. Pero el poder dual no es un fin en sí mismo, es una condición bajo la cual existe la oportunidad de aplastar el viejo poder y de reemplazarlo con una nueva organización social. Las situaciones de poder dual son inherentemente insostenibles. Tarde o temprano, el viejo o el nuevo poder aplastarán el uno al otro. La consecuencia del miedo de la CNT y de la FAI a ser parte de una “dictadura anarquista” fue que se encontraron pronto bajo una dictadura de la pequeñoburguesía y del Partido Comunista, y luego, bajo Franco.

Fue sólo cuando el momento revolucionario ya había pasado y cuando el Estado español ya se había reorganizado con la generosa asistencia de Moscú, que la FAI reconoció que necesitaba reorganizarse en concordancia con su rol real. En Julio de 1937, la FAI se reorganizó con claros estándares de militancia basados en el acuerdo con una orientación política común. Los grupos de afinidad fueron despojados de cualquier “rol oficial en la nueva organización de la FAI” y el voto por mayoría simple fue introducido para evitar que grupos pequeños obstruyeran el trabajo de la organización como un todo. Pero la nueva declaración política de la FAI era, nuevamente, desesperanzadoramente vaga y la organización ya estaba fundamentalmente comprometida por su participación en el gobierno Republicano y por su traidor llamado al cese al fuego durante las “Jornadas de Mayo” en Barcelona dos meses antes.


LOS AMIGOS DE DURRUTI

El fracaso de la FAI para proveer de un liderazgo revolucionario, pese a las profundas y poderosas aspiraciones revolucionarias de los campesinos y obreros españoles creó un vacío político. Una organización que intentó llenar ese espacio fueron los Amigos de Durruti, que tomaron su nombre del comandante miliciano anarquista, Buenaventura Durruti.

Uno de los aspectos centrales en la Revolución Española fue el intento de incorporar las milicias en un nuevo ejército regular republicano. Gran parte de este ímpetu por la militarización provenía del Partido Comunista, el cual, en virtud a sus conexiones con la Unión Soviética, estaba preparado para dominar la comandancia de tal ejército. Finalmente, la mayoría de las milicias anarquistas fueron, o bien incorporadas en el nuevo ejército, o bien quebradas por éste. Uno de los grupos que resistieron la militarización fueron las milicias del frente de Gelsa. En lugar de unirse al ejército, retornaron a Barcelona y se constituyeron como los Amigos de Durruti.

En Mayo de 1937, se desató la lucha callejera entre los anarquistas y los comunistas, en respuesta a los esfuerzos de los comunistas por quitar el intercambio telefónico en Barcelona de manos de los anarquistas. Los obreros anarquistas iniciaron una huelga general en desafío al liderazgo de la CNT y de la FAI. Los Amigos de Durruti jugaron un rol central en los eventos de Mayo de 1937 en Barcelona, llamando a las fuerzas anarquistas a mantener sus barricadas cuando los líderes de la CNT estaban predicando conciliación con los comunistas.

Luego de estos eventos, los Amigos de Durruti publicaron un cuadernillo, “Hacia una Nueva Revolución”, en el que analizaban la derrota de la Revolución Española y adelantaban propuestas para su regeneración. A diferencia de los anarquistas de hoy, que ven a las milicias españolas como el modelo de la organización militar anarquista, los Amigos de Durruti las habían visto en acción y proponían, en oposición al Ejército Republicano o a un exclusivo respaldo en las milicias, un Ejército Revolucionario:

"Ante el problema de la guerra somos partidarios de que el ejército esté absolutamente controlado por la clase trabajadora. No nos merecen la menor confianza los oficiales procedentes del régimen capitalista. Se han producido numerosas deserciones y la mayoría de los desastres que hemos encajado es debido a traiciones evidentes de los mandos. Y por lo que atañe al ejército, propugnamos por un ejército revolucionario y dirigido exclusivamente por los trabajadores; y en el caso de emplear algún oficial ha de estar bajo un control riguroso".

Los Amigos de Durruti, además, proponían la creación de una Junta Revolucionaria compuesta por ellos mismos y otros grupos opuestos a la participación en el gobierno republicano. También dieron pasos tentativos para alinearse con las fuerzas anti-colonialistas de Marruecos. Como las tropas estacionadas en Marruecos constituían la base de la insurrección fascista, la cuestión del apoyo a la independencia marroquí resultaba crucial. Este anti-imperialismo tentativo es indicativo de la determinación de los Amigos de Durruti de confrontar las debilidades de la teoría anarquista.


CONCLUSIÓN

Los Amigos de Durruti continuaron operando incluso tras la derrota final de la República por los fascistas, pero como análisis final, su iniciativa, claramente, llegó demasiado tarde. Como la Makhnovchina antes que ellos, sólo comprendieron la necesidad de una clase diferente de organización revolucionaria anarquista como resultado de una amarga derrota. Sus esfuerzos abortados de crear tal organización, no llegaron los suficientemente lejos como para ofrecernos una guía hoy en día. Lo que sí nos ofrecen, sin embargo, es un ejemplo desesperadamente necesario de anarquismo revolucionario que confronta sus errores frontalmente, creando formas nuevas en respuesta a nuevas condiciones.

Una simple lección de las experiencias discutidas aquí es que el intento de construir una organización revolucionaria anarquista seria encontrará, inevitablemente, la hostilidad de muchos sectores, incluso de muchos anarquistas sinceros. Sólo se puede esperar que se unan en tal esfuerzo una minoría de los activistas más serios y comprometidos. Y sólo en el contexto de un levantamiento social profundo, la importancia de su extenso período organizativo y de preparación política se clarificará. Sólo en el curso de la lucha por construir tal organización podemos esperar confrontar colectivamente y superar los errores del pasado.



Christopher Day
(Publicado en Love and Rage- Agosto/Septiembre, 1996)
Traducción de José Antonio Gutiérrez D.


Tomado de: www.anarkismo.net

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