lunes, 11 de octubre de 2010

La Vacatón


SE DEBIÓ BRINDAR, CADA VEZ QUE un obsequioso propietario levantaba la mano y gritaba "yo también", y a renglón seguido, el estruendoso aplauso de los invitados, todos del gremio, todos de corbata, todos conocidos.

Un acto social de trascendencia, sobre todo en estos días que se habla de Ley de Tierras y de justa reparación. Acto social se llama en los clubes a esas reuniones que se hacen para elogiarse mutuamente en público y criticarse en privado. Y, además, donde se hacen negocios, se adquieren compromisos, se definen políticas. Esta reunión fue especialísima por el significado, por la concurrencia, por la calidad de los manteles de las mesas en que se sentaron los ganaderos a compartir sus hatos con el pueblo. Digamos que la generosidad fue mucho menor que la altisonancia y que, en conjunto, los costos del evento –champagne, whisky, vino, “carne, frutas, tortas, huevos, pan y pez”– debieron ser mucho mayores que las graciosas donaciones, que al final pudieron quedarse en las venias y en las angustias del día después. Porque en la pesa, como se dice, pocas de las aplaudidas reses debieron llegar a los corrales campesinos. Novecientas cuarenta vacas preñadas –con certificación– podrían haber salido de los inventarios –o mejor, bases de datos– de los duros que se atrevieron a dar un paso adelante para transferir, a título de propiedad, una vaca con el noble propósito de contribuir a la paz de este país. A la hora de los quihubos, sólo los mayordomos sabrán cuántas arriaron y qué clase de churrientas o gurres entregaron a la ingeniosa dama que tuvo a bien cranearse el ágape y recibir las glorias. La original idea fue inspirada, sin duda, en la fábula de Samaniego La Lechera: “con esta leche compraré un ternero, que cuando crezca lo cambiaré por dos; que cuando crezcan los cambiaré por cuatro. Así, en pocos años, tendré un hato, y así todos seremos iguales, y así no habrá envidias ni guerras. Amén”.

La mala conciencia, opino, no les dio a los ganaderos para mucho. Tampoco se trataba de nada distinto a un acto lleno de significado. Que lo tuvo, sin duda, 900 vacas preñadas de un hato nacional, no digamos de 40 millones, sino de la mitad, de 20 millones, pesan. Y valen. Digo yo, algo menos que las reses con las que algunos de los grandes ganaderos –los de zamarros y mulera– financian campañas políticas, cam pañas de limpieza social, campañas de autodefensa, campañas de soborno y campañas de defensa. Baste recordar que la masacre del Salado, donde mataron a un centenar de campesinos, fue una retaliación por el robo de 400 reses que tenía La Gata en su hacienda de Yeguas. Algunos –los de corbata, que no son los mismos– están preocupados, muy preocupados, porque la Ley de Tierras anunciada una y otra vez invierta la carga de la prueba y terminen ellos, los hacendados, teniendo que probar que las tierras compradas lo han sido de buena fe. “No faltaba más, dirán. El mundo al revés. Nuestra sola presencia en un futuro tribunal de tierras es, de por sí, prueba de nuestra buena fe. La evidencia habla por sí misma: prometimos muchas vacas preñadas en banquete de ‘Una vaca por la paz de Colombia’, y ahí están pastando con sus crías en las mangas de los parceleros. Así se pagan las deudas morales: con equidad y oportunidad. Aplausos.

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El Ministro de la Defensa anda metido en un laberinto. De un lado, su peluquero busca mejorarle la foto; de otro lado, los generales le miden el aceite: lo pusieron a defender un artículo dentro del nuevo Estatuto de Seguridad Ciudadana que penalizaría la apología del terrorismo, un concepto tan cauchoso, que podría servir para cualquier cosa. Por ejemplo, para meter a la cárcel todo aquel que hable mal de las Fuerzas Armadas. El embuchado recuerda el chigüiro que le soltaron a Rafael Pardo la primera noche que pasó en un cuartel como primer ministro de la defensa y que lo hizo saltar de la cama creyendo que los terroristas se habían tomado la base.


Por: Alfredo Molano Bravo
Tomado de: elespectador.com

Pensilvania, EU. Una visita con Mumia Abu-Jamal en el corredor de la muerte

“Es un lugar cruel donde suceden malas cosas”.


El 29 de abril de 2010, dos activistas alemanes que apoyan al preso político Mumia Abu-Jamal, Anton Reiner (Berlin) y Michael Schiffmann (Heidelberg) tuvieron la oportunidad de visitarlo en el corredor de la muerte del penal SCI Greene en Waynesburg, Pensilvania. Los acompañó Linn Washington, un periodista y amigo de Mumia durante muchos años. Después de una larga y rigurosa preparación, los tres lograron platicar con Mumia durante casi seis horas sobre su vida cotidiana, su trabajo como periodista, sus intereses políticos, su evaluación de las futuras decisiones de las cortes y el movimiento mundial por la Libertad de Mumia.

Al entrar en SCI Greene

Un poco antes de las 9 de la mañana, llegamos a una señal de tránsito con un nombre altamente irónico, State Correctional Institution Greene, Progress Drive 169-175 (Institución Correccional Greene, Avenida Progreso 169-175).

Situada en un valle, la prisión se extiende sobre una extensa área. Edificios bajos con techos de tejas coloridas sin ventanas visibles desde afuera, dos vallas de alambre concertina brillando en el sol, un estacionamiento rodeado de cámaras.

El lobby es bastante ordinario y nos recuerda un hospital, pero los procedimientos que siguen denotan la diferencia. En el escritorio, entregamos nuestros pasaportes, firmamos la lista de visitas, vaciamos nuestros bolsillos de objetos metales. Un letrero nos recuerda que no se permiten cámaras, grabadoras, cuadernos o plumas. Ahora podemos entrar en las entrañas del monstruo: primera puerta de radiografía, sensor de droga, espera, siguiente puerta de radiografía. Una puerta de acero se abre deslizándose a un volumen casi inaudible y se cierra tras nosotros. Un largo corredor nos conduce a través de una puerta de acero donde tres oficiales tras un vidrio antibalas checan nuestros pases. El ambiente ya no está relajado; la atmósfera y el tono son considerablemente más tensos. Por fin nos permiten pasar por otra puerta de acero para caminar a través de un largo y sombrío pasillo con paredes de vidrio blindado, derechito al corredor de la muerte.

La próxima puerta nos conduce al pasillo de visitas con cabinas alineadas por los dos lados. De pronto estamos delante del hombre de quien habíamos platicado tantas veces, de quien habíamos escrito tanto, para quien habíamos intentado construir apoyo ––el hombre que nunca nos habíamos conocido.

Mumia, el ser humano

Nuestra ansiedad ha llegado a un buen nivel cuando Mumia nos recibe. Vestido en un overol anaranjado tipo Guantánamo, él pega fuerte al vidrio blindado que divide la pequeña celda de visitas en dos pequeñas áreas de 1.5 metros cuadrados cada una. Su alegre y ruidosa bienvenida hace que el vidrio se mueva y oscile. Es una de las pocas posibilidades que un preso tiene para iniciar contacto con el mundo exterior.

Después del choque inicial, la calidez de Mumia nos hace sentir bienvenidos. Linn ha estado aquí antes, pero para nosotros, es la primera vez. Nos sorprende el aspecto de Mumia. Las últimas fotos de él se tomaron hace casi 15 años, y por eso habíamos esperado ver a un hombre que aparenta sus 56 años o mucho más, un hombre marcado por haber vivido la mitad de su vida en prisión. Pero ahora conocemos a un hombre vibrante, intenso y versátil que aparenta tener sólo unos 45 años. Su piel se ve fresca y relajada, su expresión facial alerta y alegre, y su postura sana. Se mueve con mucha energía para arriba y para abajo en su pequeño espacio y podemos ver sus dredlocs levemente entrecanosos que llegan al suelo.

Muchas personas han escuchado la voz seria de Mumia cuando él lee sus propios ensayos grabados por Prison Radio. Pero Mumia también tiene un buen sentido de humor, se ríe muy seguido y muy fuerte, y sonríe mucho. Aunque nuestras pláticas sobre la vida en prisión y el sistema judiciario tratan de cosas bastante desagradables, parece que Mumia siente un gozo interno que no tiene nada del cinismo o de lo macabro.

Igual de impresionante es su percepción extremadamente aguda. Nos hace muchas preguntas y regresa a ellas varias horas después, casi siempre mencionando detalles muy exactos. En su conversación con su amigo Linn Washington sobre los detalles legales y referencias a archivos, se nota que su memoria es muy precisa y bien entrenada. Su postura refleja una confianza en sí mismo; se expresa de manera clara y va al grano de un asunto. Nos habla en el lenguaje académico igual que en el lenguaje de la calle.

Las condiciones carcelarias

La celda de Mumia está cerrada con una puerta de acero que tiene una ranura por la cual se pasa su comida. Tiene dos estrechas ventanas de vidrio blindado al pasillo, pero ninguna manivela. La celda mide 1.8 x 3 metros. En la pared opuesta a la puerta hay una pequeña ventana que mide 60 x 80 cm. Las paredes y el techo están pintados de blanco. No hay nada de color. Se prohíbe poner pinturas o fotos en las paredes. Su cama empieza a un metro de la puerta y se extiende a la pared exterior. A la izquierda hay una unidad de acero inoxidable con lavabo, excusado y espejo nublado, este último también de acero en el cual casi no se ve nada. Por el mismo lado hay un gabinete de metal para poner todas sus cosas personales. El único mueble es una silla. No hay mesa. Mumia se sienta en la cama para comer y escribir. La lámpara de techo está prendida 24 horas al día y está totalmente controlada desde afuera. En la noche, la luz se disminuye un poquito.

Mumia tiene un televisor y una radio en su celda que le permiten recibir dos canales de la misma administración carcelaria; estos difunden anuncios oficiales y películas malísimas. Con la recepción por cable, la televisión se ha vuelto una importante fuente de información para Mumia. Sin embargo, cuesta $16 dólares al mes, y el apoyo institucional para los presos sin fondos es $17. Sobre esta situación Mumia bromea que dos veces al mes el típico preso tiene el lujo de sentarse ante la tele con un dulce que cuesta $.50 en la tienda de la prisión.

Después de intentar durante diez años de conseguir una máquina de escribir eléctrica, Mumia por fin consiguió una en 2005. Desgraciadamente, se descompuso a principios de este año y todavía está en el taller de servicio técnico. De nuevo, escribe todo a mano con el cartucho de una pluma.

El no tener color en su celda es un gran problema para Mumia. Cuenta que durante los primeros días de abril, se perdió durante horas eternas viendo los pocos metros de pasto debajo de la ventana de su celda por estar tan encantado con el amarillo y verde de los narcisos.

Los presos tampoco tienen variedad en el color de su ropa. Aparte del overol anaranjado sólo tienen la opción de pants y sudaderas de color café, demasiado feos para que Mumia se los ponga y ropa interior termal de color blanco.

Mumia menciona que le ha encantado recibir todas las tarjetas postales coloridas desde Alemania durante los últimos dos años. En su cumpleaños recibió más de cien tarjetas, alrededor de 50 de Alemania. Le preguntamos si los montones de correo que recibe y su fama mundial provocan envidia o si le causan problemas con los otros presos. Dice que “a veces, sí”, pero que él intenta tratar a cada preso con respeto y siente que todos reconocen esto aunque a algunos les cae mal. Por otro lado, también siente que tiene muchos amigos, en parte por su capacidad de animar a la gente. Dice: “Sospecho que tengo la imagen de un tipo animado y divertido”. Parece que tiene razón porque vemos que otros presos le gritan fuerte y pegan a su puerta cuando pasan por el pasillo, y él responde de la misma manera.

La vida cotidiana en el corredor de la muerte

El día empieza a las 6 de la mañana con café o té y un panecillo para el desayuno. Desde las 7 hasta las 9, Mumia va al patio para tomar ejercicio. Dos guardias lo encadenan de las manos y los pies y lo llevan. Las celdas de los otros presos están cerradas con llave cuando él pasa y nunca ha visto el interior de estas. El patio está segmentado en pequeñas jaulas de 3 x 4 metros, con un máximo de dos presos encerrados en cada uno. Antes, el patio estaba abierto para todos los presos, pero después de un día cuando varios presos se negaron a regresar a sus celdas para protestar un dictamen oficial, el patio fue dividido para que los guardias puedan manejar a los presos individualmente y evitar que los presos actúen colectivamente.

Casi siempre se hace frío en la mañana, y por eso Mumia hace mucho ejercicio. Le gusta jugar al rebote. “¿Qué? ¿En este espacio tan reducido?”, preguntamos. Nos da una sonrisa seca. “Pues, sí”. El tiempo en el patio también es el único momento para sostener pláticas serias con los otros presos y sirve como un rato para intercambiar información legal y personal vital. Mumia aprovecha del periodo para esto.

A las 10 de la mañana el almuerzo es servido por la ranura en la puerta de la celda. Una de las jugadas favoritas de los guardias es retirar la comida inmediatamente si el preso no logra estar junto a la puerta “a tiempo” y luego burlarse de él, diciendo, “Ya veo que no tienes hambre hoy”. Eso suele pasar cuando un preso está demasiado enfermo para moverse rápido o cuando uno ha sido golpeado por los guardias.

La comida servida en charola plástica casi nunca contiene algo fresco. Por lo regular hay arroz o papas, vegetales picados recocidos y un poco de carne, todo calentado en micro-ondas. Durante años Mumia y los otros presos han intentado conseguir por lo menos un poco de fruta fresca de vez en cuando. La comunidad Bruderhof cerca de la prisión ha ofrecido llevar fruta y verdura fresca a todos los presos de su granja ecológica, pero SCI Greene ha rechazado su ofrecimiento una y otra vez.

La comida se sirve alrededor de las 4 de la tarde, pero Mumia ni siquiera se molesta con describirla. Este es el fin de un día en el corredor de la muerte; unas horas después, la luz se disminuye.

El corredor de la muerte y los custodios

Con mucha paciencia, Mumia responde a nuestras preguntas sobre el diseño del lugar en el que está obligado a vivir. El corredor de la muerte en Greene consiste en cuatro unidades con un terminal de supervisión en medio, desde el cual cuatro pasillos conducen a las unidades. Puertas de acero, puertas de acero y puertas de acero.

Cada unidad tiene dos pisos con cuatro celdas de aislamiento en cada lado. También está “el hueco”, donde los presos están mantenidos 24 horas diarias sin luz natural. Mumia ha estado ahí muchas veces pero no lo platicamos durante nuestra visita.

Cuando mencionamos que la limpieza de la prisión parece tan maniaca como la de un hospital, Mumia dice que sí, tal vez sería posible comer en el suelo, pero que no podrías ver quién está detrás de ti. “Es un lugar brutal donde suceden malas cosas”. Tenemos una mejor idea del “infierno reluciente” que Mumia ha mencionado con frecuencia.

Él piensa que un empleo en el corredor de la muerte ha de ser atractivo para los guardias. Casi no tienen nada que hacer y no tienen tratos con más de dos personas a la vez. Pero esto no significa que traten bien a los internos. Mumia se imagina que unos dos tercios de los guardias en el corredor de la muerte son racistas y brutales, pero que saben cómo trabajar de manera formalmente “correcta” porque saben que los presos estarán aquí durante mucho tiempo y que son capaces de levantar un acta y darle seguimiento pase lo que pase.

Aún así, los guardias emplean violencia contra los presos con frecuencia. Intentan cometer sus abusos fuera de la presencia de testigos para evitar acusaciones. Charles Graner, uno de los torturadores encontrados culpables en el escándalo de Abu-Ghraib, era guardia en SCI Greene antes de ir a Irak. Mumia no lo conoce personalmente pero sabe que después de que Graner fue acusado en 2005, la administración del penal declaró que él podría regresar a trabajar en Greene en el evento de que perdiera su trabajo con el Ejército.

Hablando de la política mundial

Mumia siempre se mantiene informado sobre los desarrollos políticos en el mundo, pero ahora tiene muchas preguntas sobre Alemania. Le interesa saber más sobre la guerra contra la ex Yugoslavia en 1999, la participación actual de Alemania en Afganistán y las reacciones de la población alemana. También pregunta sobre la transición de la ex República Demócrata Alemana de un estado socialista a una sociedad capitalista.

Durante nuestra conversación, Mumia insiste una y otra vez que, independientemente de cualquier teoría política, lo más importante es organizarnos. “Nadie debe subestimar lo que un grupo de gente organizada puede lograr, aunque sea un grupo pequeño. Mi propia sobrevivencia es la prueba de la capacidad de la acción organizada”.

Y, claro, hablamos mucho del presidente Obama. Mumia da por sentado que Obama está bien informado sobre la continua discriminación contra los africano-americanos y de sus graves problemas. El único error, dice Mumia, es suponer que Obama realmente quiere lograr el cambio social fundamental. En realidad, él simplemente era la persona más capaz de sacar provecho del gran descontento con Bush y su camarilla. Mumia lo describe como “la bonita cara morena del imperialismo” y “un hombre negro con mentalidad blanca”.

El caso de Mumia

Al hablar del sistema de justicia, Mumia destaca que, al parecer, los fiscales y jueces tienen más problemas con encontrar jurados dispuestos a imponer la pena de muerte, pero nos recuerda que todavía existe la voluntad de imponer sentencias especialmente largas y crueles.

Nuestra última hora en la prisión se dedica al caso de Mumia y a sus expectativas. Está de acuerdo con nosotros que a la Fiscalía de Filadelfia no le interesa darle la oportunidad de presentar su caso ante un jurado. Al Tribunal del Tercer Circuito de Apelaciones tampoco.
Pero esto sigue siendo la meta de Mumia. Aunque, en términos legales, una audiencia sobre la sentencia sólo puede resultar en la cadena perpetua o en la pena capital, Mumia sigue haciendo todo lo posible para poder presentar su historia en un tribunal. Piensa que el Tribunal del Tercer Circuito tiene por lo menos dos opciones. O puede decidir si el juez de distrito William Yohn tenía razón en desechar la pena de muerte en 2001, o puede enviar el caso al Tribunal de Distrito de nuevo. Antes de tomar esta decisión, el Tribunal del Tercer Circuito puede celebrar una audiencia estrictamente sobre la evidencia, pero Mumia piensa que esto depende totalmente del criterio de los jueces, y no de las verdaderas cuestiones legales. Agrega que los precedentes legales han favorecido su caso, pero que sus derechos nunca han sido respetados por las cortes.

Al final, Mumia enfatiza la importancia de (1) la lucha contra la pena de muerte, (2) la naturaleza injusta de su juicio en 1982, y (3) el hecho de que él es inocente y que la Fiscalía realmente nunca ha tenido pruebas válidas contra él. Sabe que sus partidarios han enfatizado estos puntos durante años y espera que sigan haciéndolo. Nunca deja de enfatizar que el trabajo de solidaridad es fundamental en producir una decisión positiva en las cortes.

Mumia enfatiza que el movimiento por su libertad y los movimientos en general, tienen que encontrar su propio curso y formar sus propias opiniones.

La lucha legal y la lucha política por su vida se llevan a cabo en dos distintos niveles. Los abogados, tan importantes que sean, nunca pueden guiar a los movimientos; éste no es su trabajo. Que Mumia sepa, esto nunca ha llevado a nadie al éxito. Su consejo al movimiento es hacer su propio análisis y actuar según esto.

Despidiéndonos

Después de platicar durante seis horas, tenemos que irnos. Nos duele. Juntamos las palmas de las manos a través del vidrio que nos separa. Mumia se despide diciendo “a movernos” con el puño en alto. Tenemos que forzarnos a salir, y mientras nos apartamos vemos que Mumia pone su puño sobre el corazón. Hacemos lo mismo. Nos parece inconcebible que este ser humano tan enérgico ahora es llevado de regreso al “infierno reluciente” mientras nosotros, después de pasar por los varios candados, salimos a disfrutar una bonita tarde soleada de primavera.

Publicado originalmente en Abu-Jamal News, #4
http://abu-jamal-news.com/docs/proof.pdf

Traducción al español: Amig@s de Mumia de México presoslibertad@riseup.net

Escribe una carta o tarjeta a Mumia:

Mumia Abu-Jamal
AM 8335
SCI Greene
175 Progress Drive
Waynesburg, PA 15370

El 9 de noviembre de 2010 el Tribunal Federal de Apelaciones del 3° Circuito escuchará argumentos orales sobre la pena de muerte después de que la Suprema Corte le devolvió el caso el enero pasado. Habrá una manifestación en Filadelfia ese día. También habrá manifestaciones internacionales el 9 de diciembre, el aniversario de su detención en 1981.

Organiza una acción o evento en su apoyo en tu ciudad.

Firma en línea: http://www.petitiononline.com/Mumialaw/petition-sign.html

Presiona al procurador Eric Holder a abrir una investigación sobre las violaciones de los derechos civiles en el caso: Secretaría de Justicia 202-514-2000; 202-353-1555; webmaster@usdoj.gov




Por: Abu-Jamal News
Tomado de: Amig@s de Mumia de México - lahaine.org


Entrevista a Mumia Abu-Jamal: “Soy un periodista fuera de la ley” - alasbarricadas.org 9 de agosto. Publicada Sep 9.