martes, 29 de junio de 2010

La CGT del lado del gobierno y en contra de los trabajadores


Durante la 99º Conferencia de la OIT, realizada este mes en Ginebra – Suiza, el presidente de la Confederación General del Trabajo, CGT, Julio Roberto Gómez, manifestó su apoyo a la candidatura de Juan Manuel Santos, quien fue ministro de defensa durante el gobierno de Álvaro Uribe, caracterizado por perseguir, estigmatizar e impedir el desarrollo de la organización sindical y que convirtió al país en el lugar más peligroso del mundo para ejercer esta actividad gremial.

Además, según lo manifestaron los dirigentes que conformaron la delegación de la Conferencia de la OIT, a pesar de que el documento que presentó la CGT en Suiza pedía la inclusión de Colombia en la lista de los 25 países cuestionados por las violaciones a los derechos laborales, en sus intervenciones públicas Gómez defendió fue el esfuerzo del gobierno y la mejoría en la situación de los trabajadores.

La decisión final de la OIT fue retirar a Colombia de esta lista, desconociendo la grave situación de seguridad y las precarias condiciones laborales que sufren los trabajadores colombianos. Éste se convertirá en el principal argumento que esgrimirá el gobierno colombiano ante el mundo para buscar que los congresos y parlamentos de Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea aprueben los Tratados de Libre Comercio, que justamente estaban congelados por las sistemáticas violaciones de los derechos humanos y laborales.

La razón principal de la adhesión de Julio Roberto Gómez a la candidatura de Santos es que su vicepresidente es “el compañero Angelino Garzón, caracterizado dirigente sindical y quien como Ministro de Trabajo, como Gobernador del Valle del Cauca y como Embajador de Colombia ante Naciones Unidas con sede en Ginebra Suiza, siempre fue leal al sindicalismo”, según lo afirmó el propio dirigente sindical. Angelino Garzón, al servicio del gobierno de Álvaro Uribe, ha trabajado por la aprobación de los TLC, poniéndose en contra de los intereses de los trabajadores colombianos, y del lado de las transnacionales y del sector financiero global.

Lamentamos esta decisión del presidente de la CGT, quien a comienzos de este año, sin explicación alguna, retiró a la Central de la Red Colombiana de Acción Frente al Libre Comercio, RECALCA, espacio amplio, democrático y plural de lucha contra los TLC. Ahora se pone del lado de Juan Manuel Santos y Angelino Garzón, quienes han prometido respaldar la instalación de al menos siete bases militares gringas en Colombia y aprobar los TLC que terminarán de sumir al país en el atraso y el subdesarrollo.

Hacemos un llamado a las bases sindicales del país y a todas las organizaciones sociales y de oposición, a redoblar esfuerzos frente a la sociedad colombiana y la comunidad mundial, para que se sepa que Colombia es el país con la mayor tasa de desempleo en América Latina, con la mayor tasa de informalidad, con condiciones de trabajo indignas y donde sus líderes sindicales sufren persecución y asesinatos como en ninguna otra nación en la tierra. Denunciamos que, usando un pequeño sector del sindicalismo, la clase dirigente colombiana quiere engañar a los congresos de Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, para que aprueben los TLC aún cuando la situación de derechos humanos y laborales en Colombia es cada día peor.

Por: Red Colombiana de Acción Frente al Libre Comercio
Tomado de: prensarural.org

lunes, 28 de junio de 2010

Tragedia en Amagá

COLOMBIA ESTÁ REGRESANDO AL ESpíritu minero del siglo XVI. Con más fuerza y con menos miedos.


El Nuevo Mundo fue para el Viejo un gigantesco depósito de oro y plata que la Providencia había puesto en su camino. La Corona tenía, por gracia divina, el derecho de conquista y, por tanto, las riquezas encontradas eran consideradas un afortunado botín. No importaba si estaba en manos de los indígenas o escondido bajo tierra. Era lo de menos. Se sacó todo el que se pudo del Chocó, de Antioquia, del Cauca, de La Guajira, para pagarles a los banqueros alemanes la financiación de la Conquista. Más que de scubrir tierras, se esculcaban territorios y se saqueaban. De la fiebre del oro pasamos después a la del petróleo y ahora a la del carbón. Con la misma codicia, con idéntica brutalidad. El país ha superado su vocación agropecuaria y ahora es minero, dicen con la boca llena los voceros de las compañías —es decir, los gobernantes—. Al carbón se le suma de nuevo oro y platino y litio y cadmio y níquel y agua. Lo que haya. La Seguridad Democrática ha sido inspirada por ese espíritu, para no decir propósito. El ministro de turno sale a decir en tono penitente: Llévense lo que quieran, cuanto quieran y en la forma que quieran; los exoneramos de impuestos y nos comprometemos a mantener los salarios al nivel que les convenga, pero vengan. Y claro, vienen con toda. El país entero está estudiado con lupa milímetro a milímetro y concesionado kilómetro a kilómetro.

Para el efecto se ha redactado —y aprobado— un nuevo Código Minero, que obliga a los mineros artesanales a legalizarse y a desarrollar sus trabajos de acuerdo con normas técnicas sometidas a licencia ambiental y a trámites de concesión. Ningún minero pequeño está en capacidad de cumplir las exigencias. El argumento del Gobierno es que la vida de los trabajadores peligra y la naturaleza se daña si no se controla la pequeña minería. En realidad lo que sucede es que los mineros artesanales ocupan áreas que las compañías codician, y además trabajan a menor costo. Dicho de otra manera, el nuevo Código facilita el monopolio de las grandes compañías y lo defiende. Los propósitos esgrimidos por el Gobierno son contradichos por la realidad. La reciente tragedia en Amagá lo pone en evidencia.
La mina que estalló la semana pasada es propiedad de Carbones San Fernando, filial de Genercauca. Es, según el secretario de Minas de Antioquia, la explotación más tecnificada del departamento; tiene 500 trabajadores que sacan más de un millón de toneladas al año de los socavones, y en el acceso al túnel de San Joaquín invirtió recientemente nueve millones de dólares. Fue ahí, precisamente, donde murieron 73 mineros. El ministro de Minas ha declarado que la mina no contaba con detectores permanentes de gases ni con una chimenea por donde pudieran salir; según la versión de un sobreviviente, 10 días antes se había detectado un calentamiento anormal del socavón. El presidente Uribe madrugó al día siguiente a sentir “mucho dolor” por lo sucedido y prometió proteger a las familias. La compañía minera declaró que el error había sido de algún operario, y uno de sus ejecutivos agregó con frialdad que los obreros estaban todos asegurados. Sobraría decir que en Carbones San Fernando no hay sindicato.

Ni en la zona ni en la compañía los accidentes son raros. Más de 100 muertos se contabilizan en la región en los últimos años. El Gobierno se ha negado a convertir en ley de la República el Acuerdo 176 firmado con la OIT, que obliga la adopción de medidas para “detectar y combatir el inicio y la propagación de incendios y explosiones”. Letra muerta. Asustaría a los inversionistas.

* * *

Por: Alfredo Molano Bravo
Tomado de: elespectador.com

lunes, 21 de junio de 2010

Arte y Anarquía (FAL, 1989)

Arte y anarquía (1989) es un documental producido por la Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, con guión de Emilio García Wiedemann, que pretende ser un relato sobre las consecutivas vanguardias artísticas (postimpresionismo, expresionismo, futurismo, dadaísmo, surrealismo...) en relación con los movimientos anarquistas y en debate consigo mismos sobre el rol del artista en la transformación de una sociedad coactiva y deleznable. Imágenes de las obras de decenas de artistas y citas esenciales de manifiestos y ensayos dan forma a esta obra.

35 minutos / España / Castellano


Producción: Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo (Madrid)

Idea Original: Fabio Santini, Marina Libertarios
Selección Musical: Francisco Carrasco Ramos
Guión: Emilio García Wiedemann
Locución: Pilar Jiménez, Diego Oliva, Emilio García Wiedemann



Anarquismo y Arte: Introducción a la Visión Estética Libertaria


Las bases de la perspectiva anarquista – tanto en términos generales, como en lo específicamente referido a lo artístico – no derivan de un modelo teórico que, una vez establecido por algún “maestro pensador”, quedaron determinados para siempre. Se trata aquí de un cuerpo conceptual dinámico, cuyos creadores y seguidores han rehusado convertir en canon de obligatoria obediencia, pues siendo su esencia la libertad y el cambio mal podría avenirse con ello. Por tal motivo, no es sencillo – y hasta resultaría inaceptable para algunos – pretender enumerar los principios estéticos libertarios, más aún cuando ello significa suponer coincidencias plenas entre posturas ideológicas que han puntualizado sus diferencias tanto en la explicación y valoración del hecho artístico como en otros aspectos (por ejemplo, el Anarcosindicalismo, el Anarquismo Individualista, el Anarquismo Cristiano y el Municipalismo Libertario). No obstante, es posible intentar una presentación que subraye los elementos que unifican a las diversas teorías estéticas libertarias, ámbito donde quizás lo más difícil sea conciliar lo que sostiene el Anarquismo Individualista con lo que afirman las tendencias en pro de lo que cabe llamar el Anarquismo Social. En todo caso, trataré también de exponer los principales puntos de divergencia entre ambas vertientes.

La estética anarquista parte de considerar al arte como expresión indispensable en la vida de los pueblos y los individuos, en tanto se trata de una praxis que fusiona la imaginación con el trabajo – la actividad humana y humanizadora por excelencia -. El arte ha sido y puede ser “trabajo liberado y liberador”, pues en él se evidencia lo mejor de la persona y de los colectivos. Por supuesto, en el Anarcoindividualismo – cuyos representantes en el plano estético han sido principalmente intelectuales de lengua inglesa como William Godwin, Oscar Wilde y Herbert Read – ese carácter liberador del quehacer artístico se asocia en primera instancia con las posibilidades que ofrece para potenciar la individualidad, el ego, frente al adocenamiento castrador que desde el poder se impone a las masas; el artista labora orientándose a su rebelión y liberación personal, aún cuando ello lo convierta, como dice el título del drama de Ibsen que tan bien pinta aspectos claves del credo anarcoindividualista, en “Un Enemigo del Pueblo”. Por su parte, el anarquismo de matiz más social, desde Proudhon y Kropotkin en el siglo XIX hasta Rudolf Rocker y los artistas agitadores del siglo XX, insiste en ligar las posibilidades libertarias del arte a su papel de experiencia esencial para el imaginario y el accionar colectivo. En este sentido, Kropotkin y los pre-rafaelitas ingleses veían en las catedrales medievales una prefiguración de lo que podría alcanzar la creación colectiva liberada; mientras que, en similar tónica, entre los artistas que se ligaron a la actividad de movimientos anarcosindicalistas tan importantes a principios del S. XX como el español, el norteamericano, el búlgaro o el argentino, hubo algunos que jugaron un rol significativo – aún poco estudiado – en el rescate y renacimiento de tradiciones artísticas populares que la modernidad inicialmente rechazó o ignoró.

Punto de coincidencia entre los diversos matices estéticos del pensamiento ácrata es reivindicar el “arte en situación”, el acto creador por encima de la obra en si. Cuando se está en el hacer del arte, se vive en un ámbito de libertad intransferible al producto de esa actividad cuando ella ha concluido; por más satisfactoria que fuese la obra anterior en forma y/o contenido, siempre la de ahora es más importante porque en su creación está presente la supresión de todo lo que separa a arte y vida. El desarrollo de estas ideas lo encontramos ya a mediados del S. XIX en el joven Richard Wagner, amigo y compañero de barricada de Bakunin, y en Proudhon, cuyas propuestas para el impulso de formas artísticas susceptibles de continua re-creación tienen un toque de actualidad, cuando Hakim Bey (seudónimo del norteamericano Peter L. Wilson) dice que el elemento estético en acción del acto de la creación artística es esencial para constituir las “Zonas Temporalmente Autónomas”, única tarea revolucionaria ahora posible.

No es casualidad la crítica que tantos anarquistas han hecho del culto de la “genialidad artística”, que en el mundo moderno se sustenta en el individualismo posesivo burgués, que transforma al arte, su práctica y sus productos en mercancías tasables y transables. En ese culto se expresa dogmatización del gusto, limitación para el desarrollo de nuevas formas de arte y la anulación de posibilidades de creación para la colectividad y el individuo. Pero el poder del Capital no es sino uno de los posibles agentes de opresión y mediatización para el arte; con igual o mayor fuerza pueden subordinarlo a sus intereses otros factores de dominación, en particular el Estado, tópico respecto al cual Kropotkin y Rocker han escrito páginas brillantes, desarrollando la tesis de una relación inversa entre desarrollo artístico pleno y la vigencia de poderes estatales autoritarios en una sociedad.

Para concluir, vale referir las diferencias del enfoque anarquista con la estética marxista ortodoxa, que pueden condensarse en tres aspectos cardinales: 1) La visión del compromiso social del arte y el artista; donde aunque ambas filosofías exigen vincularse a la lucha por la libertad y la igualdad, el Anarquismo enfatiza que éste es también el combate por un arte libre de constricciones internas y externas a él que lo empobrecen y someten, mientras que el Marxismo llama al artista a la lucha más como obligación social. 2) Relaciones entre forma y contenido en el arte; pues para los anarquistas no tiene sentido establecer cánones preceptivos en forma o contenido (como el “realismo socialista”, que la ortodoxia marxista-leninista ha considerado por tanto tiempo como la verdad revelada); la estética libertaria llama a la experimentación (“culto a lo ignoto”, diría André Reszler), sin despreciar jamás lo que hay de vital en la tradición (“culto a lo conocido”). Apuntemos que en este punto no ha dejado de haber entrecruzamientos de una a otra perspectiva, pues hay anarquistas que se han sentido tentados a bosquejar pautas inmanentes al arte revolucionario, mientras que no han faltado marxistas heterodoxos que, citando a Trotsky, han planteado que se debe ser “marxista en política y anarquista en el arte”. 3) Interpretación del fenómeno artístico; ya que aceptando como los marxistas que el arte tiene obvias raíces histórico-sociales, la estética anarquista reivindica la autonomía del proceso creador, pues explicar la actividad artística por un determinismo estrecho – patente inclusive en el propio Marx y en seguidores tan rigurosos como Luckács o los teóricos del marxismo estructuralista – impide potenciar su función innovadora y subversiva, la cual reiteramos que para el Anarquismo está no sólo en el contenido y su significación social, sino también en la forma y en el acto libre de la creación.

HITOS HISTÓRICOS EN LA RELACIÓN ANARQUISMO – ARTE

• Richard Wagner, Gustave Courbet y el arte revolucionario a mediados del S. XIX
• Los pre-rafaelitas ingleses (William Morris y John Ruskin)
• Simbolismo literario y corrientes plásticas Post-Impresionistas en la “Belle Époque” (Mallarmé, Leconte de Lisle, Pissarro, Seurat, Expresionismo alemán, Futurismo italiano)
• Arte y movimiento anarcosindicalista:
◦ el grupo “Arte Social” en Francia
◦ los “wobblies” (militantes del sindicato IWW) en EE.UU.
◦ los Ateneos Libertarios en la península ibérica
◦ los payadores libertarios en el Cono Sur.
• Dadá (Zurich, 1916: H. Ball, T. Tzara, J. Arp, F. Picabia, K. Schwitters, etc. )
• El Surrealismo post-II Guerra Mundial (A. Breton, B. Peret, J. Dubuffet, L. Buñuel, etc.)
• John Cage, A. Rauschenberg, Merce Cunningham y los “happenings” (EE. UU.; años 1940-50)
• Teatro: Darío Fo, “Living Theatre” (Julian Beck y Judith Malina) y “Bread & Puppet” (Peter Schumann); desde los años 50 hasta hoy
• Contracultura radical contemporánea: de la década de 1960 al rock y el comix anarquista, la escena punk y la “T.A.Z.” – Zona Temporalmente Autónoma – de Hakim Bey
• Estética anarquista y arte latinoamericano [rescate y reseña del tema en la obra histórica de Á. Cappelletti]

EXPOSITORES DESTACADOS DE LA TEORÍA ESTÉTICA ANARQUISTA

• Pierre J. Proudhon: Del principio del arte y su destino social
• Richard Wagner: El Arte y la Revolución, y La obra de arte del porvenir
• León Tolstoi: Escritos sobre Arte
• Oscar Wilde: El alma del hombre bajo el Socialismo
• Emma Goldman y la revista MOTHER EARTH en Nueva York (EE.UU.; década de 1910)
• REVISTA BLANCA (Barcelona-España) y diario LA PROTESTA (Buenos Aires-Argentina); década de 1920.
• Rudolf Rocker: Nacionalismo y Cultura
• La obra del crítico inglés Herbert Read (1893-1968)
• André Reszler: La Estética Anarquista
• En la actualidad: revista A en Italia, ARCHIPIÉLAGO en España, FREEDOM en Inglaterra, OUR GENERATION en Canadá, UTOPÍA en Portugal, COMUNIDAD en Uruguay.


Fuentes externas:

http://nomadant.wordpress.com
http://roiginegre-videos.blogspot.com
http://documentaleslibres.blogspot.com

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Tomado de: nodo50.org/rebeldemule

domingo, 20 de junio de 2010

El segundo desembarco. Multinacionales españolas en América Latina - OMAL



Quinientos años después de la Conquista de América, las empresas multinacionales españolas, con el apoyo de la diplomacia, de los organismos financieros internacionales y de los medios de comunicación, se hacen con los sectores clave de las economías de América Latina.

Es el segundo desembarco. Modernización, generación de empleo, disminución de la pobreza... fueron solo mitos. El saldo en forma de impactos de todo tipo no puede ser más negativo: daños medioambientales, desplazamientos de población, carestía y deficiencias de los servicios públicos privatizados, deterioro de los derechos laborales, violaciones de los derechos humanos y, en general, saqueo económico y de los recursos naturales.

Frente a ello, hoy, una amplísima red de organizaciones sociales del Sur y del Norte coordinan sus luchas y resistencias.

Por: OMAL
Tomado de: omal.blip.tv

viernes, 18 de junio de 2010

Comunidad de Paz de San José de Apartadó pide justicia



VIDEO: En una audiencia pública, los integrantes de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó narraron sus dramáticos testimonios cuando, en 2005, varios de sus habitantes fueron masacrados. Continúan en la búsqueda de justicia y denuncian persecución.


Audiencia Pública sobre Derechos Humanos en Comunidad de Paz de San José de Apartado.
Audiencia en video Aquí.









Tomado de: www.semana.com - Indymedia Colombia

domingo, 6 de junio de 2010

Procurador revoca sanción a oficiales de ESMAD, en el asesinato de Nicolás Neira



Por: Noticias UNO
Tomado de: noticiasuno.com

Conflicto armado tenía “ardiendo” Altos de la Virgen mucho antes que el fuego se lo consumiera

Para Beatriz*, líder barrial de la comuna 13 de Medellín, pensar que la mano criminal estaría detrás del incendio que arrasó con más de 200 viviendas en el sector de Altos de la Virgen y que dejó más de 700 damnificados, no es algo descabellado ni alejado de la realidad.


El 30 de diciembre de 2006, este mismo sector había padecido un incendio de grandes proporciones.


Los graves hechos de violencia que se estaban presentando en aquel sector de la populosa comuna, sumado a la experiencia que tuvo que vivir horas después de ocurrida la conflagración, le dan los suficientes argumentos para pensar así.

Beatriz hace parte de los comités barriales de emergencia, grupos creados por el Sistema Municipal para la Atención y Prevención de Desastres (Simpad) para que sirvan de primer apoyo en situaciones de este tipo. Por ello fue de las primeras personas en llegar al lugar de la tragedia con el firme propósito de socorrer a los damnificados.

Sin embargo, sus intenciones humanitarias se vieron obstaculizadas por el accionar de las bandas criminales que operan allí y que se han convertido en los verdugos de la comunidad.

“Me llamaron como a las 3:00 de la mañana y de inmediato, nos dirigimos al lugar. Como vivimos cerca, nos fuimos a pie. Pero en el (barrio) Socorro nos pararon los ‘muchachos’ y nos preguntaron que para donde íbamos. Ellos vieron nuestros uniformes del Simpad, el incendio era un par de cuadras más allá. Nosotros les dijimos que íbamos a ayudar a la gente y ni así nos dejaron pasar. Nos tocó llamar a la Policía para que nos llevaran hasta donde estaba la gente”, relata Beatriz.

Esta dirigente barrial sabe, por conocimiento propio, que este sector de la comuna venía siendo escenario de fuertes confrontaciones entre bandas criminales, quizás las más cruentas de toda la zona, y que los actores de este conflicto no se estaban midiendo en consideraciones para acabar con el enemigo declarado.

“Aquí es donde se concentra el conflicto armado de la comuna 13. Hay sectores de la comuna que son relativamente tranquilos, pero aquí, hay muchas bandas en guerra, controlan la movilidad de la gente, hay muchas balaceras. Aquí se vive una situación complicada”, afirma la líder.

Las estadísticas le dan la razón. De acuerdo con Medicina Legal, la comuna 13 es la zona más violenta de la ciudad con cerca de 110 homicidios. De ellos, más del 60% se cometieron en el sector comprendido entre San Javier No 1, El Socorro, Juan XXIII, La Divisa y La Quiebra, curiosamente los barrios aledaños a la zona del incendio.

Al examinar el comportamiento de los homicidios en esta comuna se observa que el promedio de personas asesinadas no superaba la cifra de 18, pero en el mes de mayo la media se disparó de manera alarmante. Sólo hasta el 20 de ese mes ya se contabilizaban 30 decesos violentos.

La explicación de dicho incremento radicaría en el recrudecimiento de las confrontaciones entre las bandas “La Agonía”, “La Divisa” y “Los del Alto”, quienes se disputan un corredor comprendido por los barrios El Socorro, La Divisa, Juan XXIII, La Quiebra y Altos de la Virgen, territorio donde paradójicamente predomina la miseria, el desempleo y la falta de oportunidades para los más jóvenes.

Las cifras de desplazamientos forzados intraurbanos también dan cuenta de que allí se estaba viviendo un conflicto armado de alta intensidad. Sólo hasta las primeras semanas de mayo la Personería de Medellín había recepcionado 859 declaraciones de víctimas de este flagelo. La comuna 13, con 552 casos, figura como la segunda zona de la ciudad más expulsora. De estos, 111 corresponden al barrio Belencito, 107 al sector de San Javier No 1 y 79 a Juan XXIII – La Quiebra.

Uno de los casos más dramáticos de este tipo ocurrió a mediados del mes de abril en el sector La Quiebra, cuando miembros de la banda “La Divisa” amenazaron de muerte a por lo menos cuatro líderes barriales, quienes debieron abandonar el barrio con sus familias. En total, fueron seis núcleos familiares, alrededor de 25 personas, las que fueron desplazadas.

Lo grave es que en este caso el desplazamiento estuvo acompañado de despojo de viviendas. De acuerdo con la Personería, del total de declaraciones recepcionadas hasta la fecha, en por lo menos siete casos se ha documentado despojo de bienes, de las cuales cuatro corresponden al sector de Juan XXIII – La Quiebra.

Múltiples actores, múltiples conflictos

“Algunas de las personas que entrevisté en ese momento me dijeron que el incendio fue provocado por un artefacto explosivo que lanzaron desde el lado del (barrio) Socorro. Otros dijeron que fue por un corto circuito. Todo fue muy confuso. Lo cierto del caso es que la tragedia fue mucho mayor que en el incendio de diciembre de 2007”, expresa Beatriz.

Declaraciones de buena parte de los damnificados apuntan a que el incendio fue producto de una acción criminal. Foto AFP PHOTO Raúl Arboleda


Ese 30 de diciembre de 2006, cerca de 80 viviendas fueron consumidas por las llamas y por lo menos unas 350 personas resultaron damnificadas. Muchas de ellas reconstruyeron sus viviendas en el sector, a pesar de la declaratoria de Calamidad Pública que decretó la Alcaldía de Medellín.

Si bien aún faltan muchos elementos que permitan esclarecer las causas del incendio, la pregunta que todos se hacen es si los damnificados querrán reconstruir sus vidas en este territorio, pues a diferencia de aquella ocasión, sobre la comunidad pesaba una amenaza permanente de desplazamiento forzado por parte de las bandas criminales que operan allí.

Así lo advierte una habitante de la zona consultada por la Agencia de Prensa IPC, quien manifiesta que el hecho de convivir en un sector donde el hacinamiento es factor común y donde la interacción con los miembros de las bandas es situación obligada, convirtió a la comunidad en un actor más de esta nueva fase del conflicto armado.

“Los de la Agonía, por ejemplo, intentan portarse bien con la gente, tratan de ganársela. En parte, para que los cuiden y les avise cuando viene la policía o los enemigos. Y de alguna forma lo han logrado. En cambio, los de la Divisa, que son del sector de La Quiebra, maltratan mucho a la gente. Le piden que dejen las puertas abiertas para ellos poder resguardarse si hay balaceras. Obligan a la gente a que les guarden las armas, y no estamos hablando de revólveres ‘chichipatos’, hablamos de fusiles y granadas. Han echado gente simplemente porque la casa les sirve para vigilar”, cuenta la pobladora, que pidió se omitiera su nombre.

Dinámicas tan complejas como estas han generado que la comunidad hay perdido su carácter neutral y terminen siendo amenazadas personas que nada tienen que ver en con el conflicto. Para uno y otro bando, las madres, los hermanos, las compañeras sentimentales y hasta los vecinos relacionados con sus enemigos se convirtieron en un objetivo más.

Por esta razón, decenas de familias han decidido abandonar estos barrios, incluso, hasta de los mismos líderes de las bandas, como fue el caso de los allegados de alias “Chicharrón”, sindicado de ser uno de los líderes de la “Agonía” y quien fuera capturado por la Policía Nacional el pasado 27 de mayo.

“Chicarrón era del combo de aquí del Socorro, pero se torció para la Agonía porque, cuenta, allá le pagaban más. Sus antiguos compañeros quedaron muy ofendidos y fueron donde la familia, que vivía por los lados de la Quiebra y la amenazaron: les dijeron que si no aparecían los mataban a todos. Les tocó irse del barrio. Eso fue día antes de que la Policía lo capturara”, cuenta una fuente cercana al sindicado.

De hecho, cuenta la fuente, en barrios como El Socorro y Antonio Nariño ya circulaban rumores fuertes según las cuales, los de La Divisa planeaban una acción criminal de grandes proporciones contra La Agonía. “En días pasados a los de la Agonía ya les habían tirado una granada y los de la Divisa decían que si les tocaba encenderse a punta de granadas, lo harían”.

Lo anterior también da cuenta de la atomización que viven las bandas criminales en la comuna 13 y que recrudece el nivel de confrontaciones en el sector. No en vano, los rastreos de la Personería de Medellín señalan a la comuna 13 como la zona donde más se han detectado organizaciones delincuenciales: 30 en total. Algunas al servicio de alias Sebastián, otras leales a alias Valenciano y otras simplemente se dedican a actividades ilícitas por “cuenta propia”.

“Hay un recambio generacional muy fuerte en estas bandas. A unos los han matado, otros han sido capturados y otros se han tenido que ir del barrio. Entonces, hay una gran cantidad de adolescentes que están involucrándose en el conflicto. Allá, no hay un ‘actor hegemónico’ y, fuera de eso, las disputas son de cuadra a cuadra”, explica Jairo Herrán Vargas, personero de la ciudad.

Si a ello se suma que la intervención estatal, representada en incremento de fuerza pública y ejecución de programas sociales como Fuerza Joven no han logrado frenar los ríos de dinero del narcotráfico, el tráfico de armas y el reclutamiento de jóvenes, bien pudiera afirmarse que este sector de la comuna 13 se convirtió en una bomba de tiempo.

Por ello, no es descabella la versión de Beatriz, que también es compartida por muchos de los damnificados, según la cual, esta nueva tragedia que conmueve a toda la ciudad fue un acto más de un cruento conflicto armado que involucra a desmovilizados de las autodefensas, jóvenes y redes mafiosas con el poder suficiente de hasta quemar todo un barrio.



*Nombres cambiados o suprimidos por petición expresa de las fuentes

Por: IPC
Tomado de: ipc.org.co

jueves, 3 de junio de 2010

LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA HACE LA VISTA CIEGA AL PARAMILITARISMO QUE DESDE HACE RATO PENETRÓ LA INSTITUCIÓN

En los últimos días, algunas instituciones gubernamentales y diferentes medios de comunicación, tanto nacionales como locales, han registrado varios artículos, posiciones y declaraciones frente a la problemática que se vive en la Universidad de Antioquia.

Los ejes que se plantean como problemáticas, son: el expendio y consumo de drogas, los atracos a mano armada, supuestas violaciones sexuales al interior de los baños de mujeres, presencia de los venteros informales y las acciones de protesta de algunos estudiantes. Sin embargo, la mayoría de las publicaciones sobre este tema evaden o pretenden ocultar el problema real que afronta la Universidad: la expansión del proyecto paramilitar que desde hace rato penetró al interior de este centro educativo, y no sólo de ésta, sino de la mayoría de las universidades públicas del país.

La Universidad de Antioquia tiene en su historial diferentes episodios relacionados con la interferencia paramilitar en el Alma Mater. Para sustentar lo anterior, están las amenazas, los acosos, las agresiones, los encarcelamientos y los asesinatos de que son víctimas estudiantes, profesores, trabajadores sindicalizados y defensores de derechos humanos que hacen parte de la institución, como son los casos del profesor asesinado Hernán Henao, el asesinato del estudiante y reconocido líder estudiantil, Gustavo Marulanda y la arbitraria privación de la libertad de Wiston Gallego Pamplona, abierto defensor de los derechos humanos en Medellín.

Igualmente, está la aparición de listas y sufragios que amenazan la vida de algunos profesores y estudiantes, que son obra de grupos paramilitares que ya penetraron el claustro universitario, como la del segundo semestre del 2005, cuando empezó a circular una lista negra con el nombre de 15 personas a las que las Autodefensas de la Universidad de Antioquia, Audea, amenazaban con asesinar; o como la de marzo de 2009, que esta vez amenazaba a 30 estudiantes, muchos de ellos activistas estudiantiles, y estaba firmada por el Bloque Antioqueño de las Autodefensas.

Y ahora, en lo que va del año, aparecen dentro de la institución atracadores, los cuales robaron un computador portátil del Instituto de Estudios Políticos y a un
estudiante que trabaja en las burbujas de café y que al parecer llevaba 2.JPGconsigo el dinero de las ventas, ambos asaltos fueron cometidos a mano armada y los autores llevaban la indumentaria que suelen llevar los estudiantes que se encapuchan cuando van a realizar una protesta; lo preocupante del asunto es que la administración universitaria, por medio de sus comunicados, enviados a los correos electrónicos de toda la comunidad universitaria, dejó la sensación que estos actos de vandalismo eran cometidos por los mismo “encapuchados” que desde hace décadas y generación tras generación, hacen presencia en la universidad pública para protestar o pronunciarse. Sin prueba alguna y de manera tácita se culparon a estos estudiantes, sólo con el fin de agudizar la estigmatización que se ha levantado sobre el uso de la capucha.

Sin embargo, una vez fue desarticulada la banda de 10 atracadores, tal como lo informó el periódico El Mundo, el pasado 11 de abril (Ver artículo), y que de acuerdo con las declaraciones de Martiniano Jaime Contreras, vicerrector general de la Universidad de Antioquia, “eran personas al interior de la universidad que actuaban como una organización. Se hizo un trabajo interno de vigilancia, de seguimiento y de control y se logró capturar a estas personas que eran contratistas”, esto no se informó de igual manera a toda la comunidad universitaria y, hasta ahora, la Vicerrectoría General de la institución no ha revelado el nombre de la empresa contratista a la que pertenecían los asaltantes, ni se ha pronunciado acerca de las medidas que se adoptaron frente a ésta, y aún se desconoce si se le inició un proceso penal o si por lo menos se la abrió algún proceso disciplinario. Inclusive, siendo conocedores de quiénes son los atracadores, siguen haciendo públicas cartas abiertas a nombre de estudiantes, como la que reposa a un costado de la biblioteca central, donde se trata con ambigüedad el tema y sólo pretenden reproducir el ambiente de inseguridad en la universidad.

La administración de la universidad, de manera poco objetiva, pretende reunir todas las problemáticas de la universidad en un solo nivel, como si el el consumo de drogas tuviera algo que ver con una protesta política, con una empresa contratista que en su interior tenía una banda de atracadores o con una agresión sexual.

Las agudización de los problemas de orden público que ha vivido el Alma Mater, casualmente se han presentado en los mismos momentos en que la universidad ha vivido coyunturas políticas: la amenaza de las Autodefensas de la Universidad de Antioquia, Audea, coincidió con la movilización del segundo semestre del año 2005 que estaba realizando la comunidad estudiantil para lograr la libertad de los estudiantes que estaban arbitrariamente detenidos en la cárcel de Bellavista, que fueron capturados luego del incidente del 10 de febrero del mismo año: la explosión al interior de la institución durante una protesta de los estudiantes; cuando surge el Bloque Antioqueño de las Autodefensas, los estudiantes de la UdeA marchaban y se movilizaban en contra del Plan Nacional de Desarrollo y del poco presupuesto para la educación pública; y ahora la inseguridad que se ha propiciado en la universidad coincide con la nueva carnetización que se quería implementar, la cual no fue consultada con la comunidad de la institución y que al parecer es abiertamente rechazada. Los carnet electromagnéticos, así como las cámaras de seguridad, no son más que medidas de control social para mantener bajo vigilancia el actuar y la locomoción del estudiantado en general, como si al interior del Alma Mater se quisiera imponer un Estado policivo, no se explica de otra forma las declaraciones del rector Alberto Uribe que recogió Colprensa el pasado 3 de mayo (ver artículo), donde éste anunciaba: “Se está estudiando la posibilidad de retirar la malla que rodea al plantel para así facilitar el acceso y control de las autoridades”.

Ahora bien, si el problema es la venta y consumo de alucinógenos, es inexplicable que gran parte de los estudiantes de la Universidad de Antioquia, la mayoría de ellos no consumidores, reconozcan a los expendedores de drogas, es decir, a los “jibaros” que suelen ubicarse en “El Aeropuerto”, pero nadie de la seguridad privada, que incluso permanecen en una portería frente a la zona, ha logrado identificar a alguno.

El asunto de las drogas no es nuevo y no se les ha salido de las manos a la administración universitaria, lo que pasa es que “El Aeropuerto” se ha convertido en la plaza más grande y más cómoda para la venta y el consumo de drogas, y como bien es sabido, todas las plazas de la ciudad son controladas por paramilitares, y la de la Universidad de Antioquia no es la excepción, por esta razón no hay un serio interés de acabar con esta problemática, porque obedece a estructuras más grandes y complejas del paramilitarismo.


La problemática de la Universidad de Antioquia parece más una puesta en escena para justificar una militarización de la institución, el control policial y el afianzamiento del proyecto paramilitar en la misma. Se supone que la universidad cuenta con su esquema de seguridad, tiene una vigilancia privada a cargo de la empresa Miro Seguridad, pero el actuar de ésta ha sido ineficiente, y muchas veces ha quedado la sensación que esa ineficiencia es programada, obedeciendo a algún interés.

Y para terminar, por qué la administración de la universidad no se ha pronunciado ante el artículo que publicó El Espectador el pasado 17 de abril, que hacía referencia a los hermanos Carlos Mauricio y Juan Rodrigo, ambos jefes paramilitares, donde se informaba que este último, el cual fue “asesor de Carlos Castaño Gil, en las postrimerías de su comandancia, y de Freddy Rendón Herrera, alias El Alemán, durante el proceso de desmovilización del bloque Élmer Cárdenas”, también fue coordinador de un seminario de democracia y paz de la Universidad de Antioquia, que fue dirigido por Alfonso Monsalve Solórzano, quien fue decano de la Facultad de Ciencias Humanas desde noviembre 1989 hasta enero 1991 y de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, de enero 1991 a febrero 1994.

Según la confesión de Juan Rodrigo García, el ex director del DAS, señalado como el cerebro detrás de las “chuzadas” de este organismo, José Narváez, a través de una fundación que lideraba, le giró a Monsalve 2.000 dólares mensuales durante su estadía en España y desde entonces, tal como lo dice El Espectador, Juan Rodrigo García “sospechaba que actividades académicas de la Universidad de Antioquia podían ser parte de actividades de inteligencia del Ejército”.

Así mismo, García también confesó que en una reunión que sostuvo con Narváez y Carlos Castaño, en una finca de este último, días después del asesinato de Jaime Garzón, se analizó una lista de personas a asesinar en dado caso que la guerrilla reaccionara, lista en la que figuraba la investigadora y docente de la U. de A., María Teresa Uribe

Por qué la administración universitaria no se ha manifestado al respecto, teniendo en cuenta que Monsalve ha ocupado altos cargos directivos durante la actual administración, fue director del Instituto de Filosofía de la Universidad desde diciembre de 2003 a diciembre de 2005 y vicerrector de Investigación de la institución desde enero de 2006 hasta febrero de 2009. Por lo tanto, qué pretende encubrir la Universidad de Antioquia con el silencio que está guardando. Cuándo se va a iniciar una investigación seria sobre la penetración paramilitar en dicha institución.

Aparentemente, no existe una voluntad real de parte de la administración de la Universidad de Antioquia para pronunciarse sobre la verdadera problemática que es la penetración paramilitar en este centro educativo, tampoco para solicitar que se investiguen las posibles vinculaciones que puedan tener miembros de la comunidad universitaria con el paramilitarismo, ni para iniciar las debidas investigaciones disciplinarias que den a lugar en el mismo sentido, quedando todo en la impunidad tal como ocurrió con el actual rector de la UIS, Jaime Alberto Camacho, del cual se conoció una conversación que sostuvo con alias “Felix” en donde el rector le aseguraba al paramilitar que le conseguiría una lista de trabajadores y líderes estudiantiles, los cuales serían asesinados bajo el “plan pistola” (Escuchar conversación).

La Corporación Jurídica Libertad hace una llamado a la administración de la Universidad de Antioquia para que se pronuncie sobre los hechos aquí detallados, a que inicie una investigación que permita tomar las decisiones y medidas para desmantelar el proyecto paramilitar en el Alma Mater, a que revele el nombre de la empresa contratista involucrada con los atracos al interior de la institución y, finalmente, hace un llamado general a que se respete la vida, la integridad y la libertad de los estudiantes, profesores y trabajadores que ejercen la crítica y hacen uso de su derecho a la disidencia política.

Comunicaciones CJL
2 de junio de 2010


Tomado de: cjlibertad.org

miércoles, 2 de junio de 2010

El fútbol hecho tragedia


Iba a ser un hermoso y colorido cuento de hadas. Fue una oscura y sangrienta pesadilla que terminó de sellarse el 2 de julio de 1994 con el asesinato en Medellín de Andrés Escobar. Iba a ser la victoria prevista por Pelé, el canto al fútbol lírico, la confirmación de aquel histórico triunfo contra Argentina en Buenos Aires.

Fue el dolor, la cuchillada infinita a cientos de miles de ilusos que vendieron hasta la inteligencia para presenciar la victoria, por fin, de una Selección Colombia en una Copa del Mundo. Nunc a antes un grupo colombiano de lo que fuera había concitado tanta pasión. La discusión no era cómo va a hacer Colombia para obtener la Copa, sino cómo iban a hacer los colombianos para no matarse cuando llegara el triunfo, como lo hicieron después del 5-0 a Argentina.

Jamás hubo análisis futbolísticos ni críticas. Quien se atreviera siquiera a dudar era señalado como apátrida, como si el fútbol fuera la patria. Cada uno de los 22 partidos de cartón que ganó el equipo de Francisco Maturana fue celebrado a rabiar, con profusos elogios en los noticieros de televisión y portadas a todo color de los periódicos. Los goles se repetían una y otra vez, con el “ay qué orgulloso me siento de ser un buen colombiano” de fondo. Banderas por todos lados, pelucas de Carlos Valderrama por doquier, camisetas amarillas en cada esquina. El fútbol, Maturana, Valderrama, Faustino Asprilla, Freddy Rincón, Andrés Escobar, Leonel Álvarez, Óscar Córdoba y Cía eran el tema del día todos los días y a toda hora, y el negocio del siglo, por supuesto.

Por eso, por todo aquello, y por las apuestas a favor de Colombia, y por los comentarios de los expertos en el mismo tono, y los titulares de los diarios en el mundo, y el voz a voz que, incluso, se tomó los círculos futboleros de Estados Unidos, la primera derrota colombiana en el Mundial fue mucho más que un simple bofetón. Los goles de Georghes Hagi y Raducioiu (2) en el Rose Bowl desnudaron a Colombia, pero no sólo en su fútbol. La desnudaron en su esencia, porque apenas se terminó aquel partido los rumores gritaban que varios jugadores habían apostado en contra de su propia selección, que los líderes, Valderrama, Asprilla, Rincón, ni se hablaban, que Maturana había estado a punto de agarrarse a trompadas con uno de ellos, que Rincón tenía pánico porque una bruja en el Chocó le había vaticinado una fractura en la Copa que acabaría con su carrera.

Los rumores aún no mataban. Sin embargo, cuarenta y ocho horas después del revés frente a los rumanos, los recién estrenados rumores, más las mafias que hacía 15 años manejaban al fútbol colombiano, más los apostadores, más los comentarios desmedidos de los periodistas, muchos pagados por carteles de la droga, llevaron a un sujeto o a un grupo de sujetos a quienes nunca se investigó a amenazar de muerte a Francisco Maturana si decidía que Gabriel Jaime Gómez jugaba ante Estados Unidos el 22 de junio. En medio de aquel infierno, Colombia salió a enfrentar al conjunto estadounidense. No hubo charla técnica. No hubo indicaciones. Mucho menos, arengas motivadoras. Los colombianos que salieron al campo del Rose Bowl para disputar su segundo partido en la Copa eran cadáveres andantes.

Así jugaron y así perdieron. Así fueron eliminados de la Copa. Los periodistas y los hinchas analizaron el juego desde los errores tácticos y técnicos, desde lo que vieron que ocurrió en la cancha. ¿Cómo podían jugar un partido de fútbol unos tipos a los que acababan de amenazar de muerte en un país en el que la vida no vale nada? ¿Qué concentración podían tener? ¿Qué tranquilidad? De alguna manera, guardando ciertas proporciones, y poniendo el énfasis en el posterior asesinato de Andrés Escobar, aquel partido fue como el que disputaron el Dínamo de Kiev y sus carceleros nazis durante la segunda Guerra Mundial, un juego de muerte que terminó con el asesinato de los jugadores rusos, que habían vencido a los nazis y tenían que pagar con su vida semejante afrenta.

La última escala de Colombia en USA 94 fue contra Suiza en San Francisco. Una victoria 2-0, un frío y nulo triunfo adosado por los treinta y tantos grados centígrados de aquel verano acabaron con el cuento de hadas. Las noticias reseñaron luego la sanción a Diego Maradona por doping, los distintos partidos, la final entre Italia y Brasil, el tiro penal fallado por Roberto Baggio que le dio el título al Scracht y una que otra columna que recordaba el fracaso de los colombianos. La más grave y triste de todas, no obstante, tuvo que ver poco con el fútbol. Fue fechada en la madrugada del 2 de julio. Un pistolero identificado como Humberto Muñoz Castro asesinó en la ciudad de Medellín al futbolista Andrés Escobar Saldarriaga. Nunca antes, nunca después la Copa fue tan trágica.

Por: Fernando Araújo Vélez
Tomado de: blogs.elespectador.com