Esta corporación y USAID, apoyados por el Foro Económico Mundial de Davos, han ‘donado’ al Gobierno haitiano 475 toneladas de semillas híbridas para distribuir entre el campesinado.
En enero de 2010 un terremoto asoló Haití, dejando tras de sí más de 300.000 muertos, medio millón de heridos y en torno a un millón de personas sin techo. Seis meses después, la multinacional Monsanto, junto a la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID, en sus siglas en inglés) y algunos grupos nacionales de poder pretenden controlar la recuperación de Haití dirigiendo sus políticas agrícolas hacia sus intereses particulares.
Con ventas por valor de 11.700 millones de dólares en 2009, Monsanto es la compañía más grande de semillas a nivel mundial; controla un 20 % del mercado propietario de simientes y un 90% de las patentes biotecnológicas en agricultura. En mayo, donó 60 toneladas de semillas híbridas de maíz y hortalizas a Haití, cantidad que quieren ampliar hasta las 400 toneladas a lo largo de 2010.
El negocio de las semillas
Según la propuesta, también la multinacional UPS proveerá la logística en cuanto a transporte, mientras que el programa WINNER, financiado por USAID, se encargará de distribuir las semillas y aportar servicios técnicos y otros insumos con el objetivo de “aumentar la productividad agrícola”. Según declara Monsanto, la decisión de donar semillas fue tomada en el Foro Económico Mundial de Davos, al que acudieron su gerente general, Hugh Grant, y su vicepresidente ejecutivo, Jerry Steiner, los cuales mantuvieron conversaciones con otros participantes del foro sobre “qué podría hacerse para ayudar a Haití”.
De acuerdo con Chavannes Jean-Baptiste, coordinador del Movimiento Campesino Papaye (MPP, por sus siglas en francés) y miembro de la Vía Campesina, en la actualidad existe escasez de semillas en Haití debido a que “muchas familias rurales utilizaron su semilla de maíz para alimentar a los refugiados”. Sin embargo, denuncia que detrás de la donación se esconde un intento de colonización económica: “El Gobierno haitiano está utilizando el terremoto para vender el país a las multinacionales”.
A pesar de que Monsanto ha subrayado que las semillas donadas son híbridas (producidas manualmente a través de polinizaciones cruzadas) y no son transgénicas (modificadas genéticamente), las organizaciones campesinas argumentan que su introducción en Haití no incrementará la soberanía alimentaria ni la autonomía campesinas, ya que las semillas no podrán ser reutilizadas cada año sino que habría que comprar nuevas simientes cada año a Monsanto.
¿Son un simple regalo?
La estrategia de la multinacional es la siguiente: distribuyen las semillas de manera gratuita a tiendas gestionadas por asociaciones de agricultores, las cuales venden a un precio reducido las semillas al campesinado. Según Monsanto, los ingresos de estas ventas serán reinvertidos en la agricultura local por las asociaciones campesinas, pero la propia empresa reconoce que los agricultores no podrán reutilizar estas semillas en el futuro debiendo comprarlas año tras año.
Además, desde Vía Campesina afirman que la contaminación del maíz haitiano con polen del híbrido de Monsanto “también ocurrirá y podría resultar que las variedades haitianas ya no sirvieran para guardar y resembrar, obligando a los campesinos y campesinas a depender de esa compañía”. Señalan que este tipo de cultivo necesita de insumos adicionales como fertilizantes y herbicidas (que también produce Monsanto), por lo que el destino de los beneficios recaería finalmente en la propia multinacional, bien por la compra de semillas o por la de productos fitosanitarios, y sumirá a la agricultura haitiana en una grave dependencia de las multinacionales semilleras y de productos agrícolas, como Monsanto, uno de sus mayores exponentes internacionales.
Tomado de: Nodo50
Por: Diagonal