jueves, 8 de enero de 2009

EL PAPA FILÒSOFO Y LA VIOLENCIA

El papa filósofo y la violencia

En la homilía de la primera misa del año el papa vaticano, alu­diendo a la masacre de Palestina y para justificar la violencia de Is­rael, dijo anoche que precedió otra violencia...

Si este papa es filósofo, que venga su Dios y lo vea... Para nosotros está muy claro que es el papa y el filósofo de los ricos y de los bien armados. Como todos sus predecesores.

Prescindiendo de los orígenes de la violencia que impera en aque­llos territorios –tan importante como para que un papa filósofo se pro­nunciase al respecto-, no se puede hablar de violencia sin más sin discriminar entre las diferentes clases de vio­lencia, sin tener en cuenta el armamento de que dis­ponen ambos bandos, y si hay o no proporción cuando se ejerce. ¿Por qué, al igual que en otro apartado de su discurso ano­che distinguió entre pobreza “elegida” y pobreza “a combatir”, no distingue entre violen­cia moral y material, entre vio­lencia razonable y desproporcionada, entre violencia tosca y ale­vosa?

¿Por qué equipara la violencia como respuesta de los que sufren al in­truso en casa, a la violencia que siguen ejerciendo los que se instalaron allí ya desde el principio por la fuerza hace casi 70 años? ¿Cómo es posible que no distinga la violencia de los indignados de la que por su posición do­minante están obligados a controlar? No hay punto de comparación entre el ánimo de quienes desde el prin­cipio se sienten asaltados, y la violen­cia de quienes, siendo capaces de apuntar con un misil a un mosquito posado en el Himalaya, apuntan con mira telescópica a ni­ños, mujeres y an­cianos...

¿Acaso el papa no está al corriente de estos pormenores “filosófi­cos”? ¿Se va a pasar la vida divagando, llamando a la paz lo mismo a los débiles que a los prepotentes, o mentando la po­breza, la vio­lencia y el Mal sin hacer distingos entre la violencia de los réprobos que llevan el timón del mundo, y la débil resistencia de los perse­guidos, de los que sufren el demoledor peso de los despiadados, de los po­bres de espíritu; clases éstas a las que perte­nece la in­mensa mayoría de la humanidad que baila al son que le tocan?

Hace tiempo, este papa sacó a relucir a no sé qué turco de hace siete u ocho siglos a propósito de no recuerdo qué asunto sonado. ¿Por qué ahora, para hablar de violencia, además de lo que dicho, no hace memoria sobre la creación del Estado de Israel en 1948, con la oposición de todos los Estados del entorno desde en­tonces y naturalmente con la de los palestinos?

Este papa de filósofo no tiene nada, y de papa tiene lo mismo que los anteriores. Lo malo es que se las da de filoso­fastro, cuando no es más que otro retórico más aliado a los mil cau­dillos solapados en elecciones manipuladas por definición, que se conchaban entre ellos para dominar la Tierra.

Si algún papa o si este papa hubieran sido realmente la voz de las Alturas, hace mucho que hubieran debido recomendar al Estado Israel invasor que se disolviera. No pasa nada. Tampoco los gitanos o zínga­ros y tantas otras etnias tienen patria. Me jor dicho, comparten la patria -si es que este concepto tiene hoy algún sentido en el globalizado Occidente-, como todo el mundo, de aquellos con quienes conviven.


Jaime Richart en Kaos en la Red

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