El tiempo ya no pertenece a las ideas sino a las acciones y ejecuciones. Hoy, lo esencial es la organización de las fuerzas proletarias. Pero esa organización debe ser obra de los mismos proletarios. Si yo aún fuera joven me instalaría en un barrio obrero, donde, participando en la vida laboriosa de mis hermanos, los obreros, hubiera al mismo tiempo participado con ellos en la gran obra de la organización. Miguel Bakunin.
Hace algún tiempo llegó a nuestras manos un periódico anarquista catalan titulado “Antisistema”, dentro del cual venia un artículo que nos llamó mucho la atención, el que tenia por título “El anarquismo antisocial”.
Nos pareció interesante poder elaborar algún comentario sobre el artículo, debido a que actualmente dentro del movimiento libertario chileno se ha masificado esta interpretación de las ideas libertarias, lo que nos parece inquietante para las aspiraciones de la revolución social. Luego de algunos párrafos leídos nos encontramos frente a un primer análisis sobre las posibilidades de alcanzar la meta de una sociedad sin clases, en donde principalmente se llega a la conclusión de que el anarquismo debe alejarse definitivamente de la ligazón con lo social si se quiere avanzar en estas pretensiones, ya que sino este “…corre el riego de desaparecer o aun peor de transformarse en una burda corriente mas dentro del espectro izquierdista o en una chabacana muestra más del espectáculo folclórico tan alentador para el sistema.” (1)
El articulo continua diciendo que el anarquismo debe ser antisocial y que no queda más que la guerra abierta y directa contra la sociedad, “…aislados de ella hasta que se produzca su aniquilación, …o la nuestra.” (2) Dos motivos tienen los compañeros para hacer esta afirmación: La primera es lo que ellos consideran el fracaso absoluto de la inserción social (que en el caso chileno encierra a algunas iniciativas territoriales como preuniversitarios populares, centros culturales, colectivos, trabajo sindical o estudiantil, o cualquier instancia que tenga por objetivo el trabajo político-social); y la segunda es que para ellos “la gente está en otra” o en otras palabras la gente, “…sencillamente esta con el sistema, de su lado, en su barricada: es, lo queramos o no, nuestra enemiga.” (3)
En nuestra opinión el anarquismo no puede estar alejado del ámbito social, ya que es principalmente una teoría social que se ha desarrollado autónomamente en el seno del pueblo, pues el hombre es de por sí una creación social. Sin sociedad el hombre es inconcebible, la convivencia social es la precondición y la parte más esencial de su existencia individual, pero también es la preforma de toda organización. “…los anarquistas deben observar incesantemente el carácter social del comunismo libertario. Enfrentados a un movimiento revolucionario de masas, debemos reconocer la necesidad de organizarla y dotarla de medios válidos, para luego entregarnos a ella de todo corazón.” (4)
El que los anarquistas nos insertemos en los diferentes sectores en lucha y seamos parte activa de su organización, no tiene porque llevarnos a convertirnos en una burda corriente izquierdista, principalmente porque como libertarios nunca tendremos la intención de darle dirección a una organización social o popular, para verlos como un fin en sí mismo o como una marioneta fácil de manipular (como lo hacen muchas organizaciones políticas que se hacen llamar de izquierda). Estar presente en la organización social es importante en la medida en que ayude a impulsar cambios reales que traspasen los límites de la organización comunitaria o reivindicativa y que lleguen a remecer la estructura de la sociedad capitalista. No importa generar un centro cultural por generarlo (o cualquier iniciativa social), sino en la medida en que este sirva para generar una acumulación de fuerzas revolucionarias que permita alcanzar el plano de las transformaciones de fondo como camino a la liberación de los oprimidos y explotados.
Frente al supuesto fracaso de la inserción social como estrategia, no tenemos más que decir que tanto en Chile, como en otras experiencias latinoamericanas, han sido las iniciativas nacidas desde el anarquismo social las que han permitido un regreso organizado a las luchas populares y a una actuación social más profunda y comprometida con los trabajadores, los sin-techo, los sin-tierra, los pueblos originarios, los estudiantes, etc.
Esta inserción social ha dado muchos resultados, lo que no significa que el número de militantes y de grupos haya crecido considerablemente, sin embargo es innegable que se ha dado un crecimiento cualitativo, elevando los niveles de organización, lo que ha permitido el crecimiento de la influencia libertaria en los distintos frentes sociales, contribuyendo a su crecimiento y su proliferación.
Por dar un ejemplo, tenemos el caso brasileño en donde tanto la Federación Anarquista de Rio de Janeiro (FARJ), como la Federación Anarquista Gaucha (FAG) están involucradas en proyectos de inserción social que han dado grandes resultados. La FARJ con su llamado Frente de ocupaciones está inmersa en el trabajo con las ocupaciones urbanas, que en Brasil poseen un carácter un poco diferente al de otros lugares del mundo. Aquí las ocupaciones las hacen personas pobres, que sufren violencia policial y/o del tráfico de drogas en las favelas o incluso viviendo debajo de puentes y autopistas, una situación muy común en los grandes centros brasileños. Las familias que no tienen dónde vivir terminan ocupando espacios que no se están utilizando, dándoles una finalidad social. Hoy, este Frente trabaja con cinco ocupaciones urbanas, fruto de una tarea que existe desde 2003 - de manera más organizada y como frente de la organización. (5)
Por su parte la FAG ha llevado a cabo hace algunos años una interesante experiencia con los colectores de basura. El Movimiento de Colectores de Brasil ha logrado desarrollar una estructura orgánica y una acumulación de experiencias notables, convirtiéndose en una actividad popular que merece más que atención y principalmente que sea conocida. El conocimiento de ella es útil para los movimientos sociales de cualquier lugar.
Los compañeros anarquistas que empiezan la organización de este movimiento de trabajadores tienen como orientación inicial organizar un grupo que vaya dando respuesta a los problemas de la vida cotidiana. La primera lucha fue por lograr la extensión de la energía eléctrica hasta la zona de trabajo que comprendía el galpón y las casas de alrededor, unas 50 familias, que la mayoría pertenecía a la actividad. Para este objetivo se ocupó la empresa distribuidora de energía para la zona y también la Intendencia. Todo el barrio, toda la Villa, acompañó esta medida de ocupación y tuvo tono muy combativo.
Este movimiento comienza a funcionar a partir del 1er. Congreso Nacional realizado en junio de 2001. Pero ya se venía procesando la creación orgánica del Movimiento desde 1998. Se coordina con algunos Estados tales como: Río Grande del Sur, San Pablo, Minas Gerais, Río de Janeiro, donde cada Estado tenía la tarea de hacer contacto con otros Estados y regiones de Brasil. Junto al 1er Congreso estuvo la marcha de los Moradores de la Calle, que también viven de la tarea de recolección. Esta Marcha contó con la participación de aproximadamente 5 mil personas, tuvo las siguientes reivindicaciones centrales: reconocimiento legal de su carácter ciudadano, ya que carecen de documentos y no son censados por el Estado; reconocimiento de la tarea laboral realizada ya que no se reconocía derecho jubilatorio ni de ningún tipo. Por ejemplo no podían atenderse en hospitales porque allí pedían los requisitos documentales y laborales. En relación a todas estas luchas hubo coordinación con otras fuerzas: el Movimiento de Trabajadores Desempleados, el Movimiento Nacional de Lucha por Moradía, Movimiento Sin Tierra, algunos sindicatos locales, Comité de Resistencia Popular (nacidos dentro de un galpón de reciclaje y que hoy tienen una serie de tareas concretas de apuntalamiento del conjunto de la acción del Movimiento de Catadores, también de organización de tareas barriales, sociales y culturales), Movimiento de los Atingidos por Barragem (personas afectadas por la construcción de represas que dejó en la calle sin vivienda y sin tierras a mucha gente, dentro de los que hay muchos pequeños productores agrarios). (6)
Por otro lado existen experiencias en Argentina con organizaciones de trabajadores desocupados y piqueteros, en donde se promueven las ideas de independencia de clase, el rechazo a la democracia representativa a favor de la democracia directa, el uso de la acción directa de masas, las asambleas barriales y las asambleas generales como órganos máximos de decisión. Cabe destacar también la experiencia en Chile realizada con allegados y deudores habitacionales, los cuales impulsaron la lucha por la vivienda digna y un resurgimiento de las movilizaciones de los pobladores desde el 2000 en adelante. La constante en este tipo de experiencias es el intento de vincular las luchas por las demandas de corto plazo (vivienda, educación, mejoras laborales, entre otras), con las reivindicaciones de cambio social radical del anarquismo. Es por esto que la inserción social lejos de ser un fracaso, es la estrategia a seguir para lograr la acumulación de fuerzas necesarias para la construcción del poder popular. Difícilmente fuera del ámbito social el anarquismo podría ser una alternativa viable para dar paso a una sociedad libre.
Desde este punto de vista, es necesario el establecimiento de un referente que logre instalar una cultura política libertaria al interior del movimiento popular, como una manera de impulsar desde las bases una salida al sistema de dominación. En este sentido, si bien compartimos el análisis de que “la gente está en otra”, estamos lejos de compartir el hecho de que la gente es nuestra enemiga por el hecho de no cuestionarse o no luchar por un cambio social. Razones para este fenómeno hay muchas, desde el perfeccionamiento del sistema de capitalista de dominación, cuya expresión máxima es el rol alienante que juegan los medios de comunicación, hasta la falta de referentes políticos que logren canalizar las demandas populares, a través de un proyecto concreto de cambio. Doble tarea tiene el anarquismo, al tener que luchar contra la hegemonía histórica de los sectores autoritarios al interior del movimiento popular. Sin duda en la medida en que se logre recomponer el tejido social, nuestra clase dejara de estar “en otra”.
La propuesta de los compañeros que realizan este articulo para lograr una alternativa libertaria pasa por, “…que nuestros esfuerzos no deben ir encaminados a llegar a la gente, sino directamente al ataque directo al sistema para además de conseguir un cierto debilitamiento en el, crear las condiciones para que la gente susceptible de poder querer escuchar, tenga la posibilidad de hacerlo (…) Deja una ciudad sin luz tres días y una minoría cabreada comience con saqueos, y eso se puede entender como pólvora, y se decrete el estado de sitio y los gobernantes contienen la respiración. Ese es el momento de la propaganda la de los hechos y no al revés.” (7)
Para este objetivo las tácticas a seguir deben ser las siguientes: “1- La guerra sicológica contra el enemigo; esto es propaganda en el sentido clásico del término (escrita, hablado o pintada). 2- Ataque directo al sistema para debilitarlo y generar situaciones donde se nos pueda oír. Más que criticar la factibilidad de estos propósitos nos interesa resaltar los aspectos negativos de esta alternativa. Sin duda para llevar a cabo estas pretensiones es necesario caer en la dinámica de grupos clandestinos, que lleven a cabo acciones de manera profesional, ocupando toda su vida militante a una entrega absoluta “casi heroica” por este cometido.
Los movimientos clandestinos son ciertamente capaces de desarrollar, en su círculo limitado, un grado superior de disposición al sacrificio y al sufrimiento físico en los individuos en bien de la revolución, pero les falta el contacto amplio con las masas populares. Por eso ocurre que cada uno de los adherentes de esa especie de movimientos pierde, sin darse cuenta, toda noción exacta de los verdaderos acontecimientos de la vida real y el deseo se convierte en parte de sus pensamientos. Pierden lentamente el sentido de la actividad constructiva y su pensamiento evolutivo toma una dirección puramente negativa, llegando a plantear el placer por la destrucción.
Los actos individuales nunca pueden servir de fundamento para un movimiento social y de manera alguna son capaces de transformar el sistema social. Solamente pueden, en ciertos tiempos, atemorizar a algunos sostenedores del sistema existente pero no influyen en absoluto sobre el sistema mismo. Las transformaciones sociales son solamente factibles por movimientos de multitudes. (8)
La principal crítica gira en torno a entender la táctica de la acción directa como un fin en sí mismo o como fin último, ya que principalmente lo que deseamos no es una noche de saqueos o una insurrección de unos días, al contrario lo que buscamos es la revolución social y como lo dice su nombre esta se construye a partir de un largo proceso de acumulación de fuerzas.
No nos queda más que decir que la proliferación de nuevas tendencias individualistas y antisociales, no hace más que hacerle un gran favor a nuestros enemigos de clase y a las tendencias autoritarias al interior del movimiento popular.
Creemos que en primer lugar es el espíritu personal el que anima e inspira un movimiento; cuando falta ese espíritu para nada sirve la organización. No se puede resucitar a muertos organizándolos. Donde realmente existe el espíritu y las energías necesarias, es la organización de las fuerzas sobre la base federativa y anti-autoritaria el mejor medio para avanzar en este largo proceso de acumulación de fuerzas. La estrecha cooperación de los individuos por una causa común es un medio poderoso para el levantamiento de la fuerza moral y de la conciencia solidaria de cada miembro. Es absolutamente falso el afirmar que en la organización se pierden la individualidad y el sentimiento personal.
Cuanto más estrechamente está ligado un hombre a sus prójimos y cuanto más profundamente siente sus alegrías y sus dolores, más hondo y rico es su sentimiento personal y más grande su individualidad. Por eso el anarquismo no es contrario a la organización ni a la inserción social, sino su más ferviente defensor, claro está, suponiendo que se trata de una organización natural de abajo arriba, que nace de las relaciones comunes de los hombres y encuentra su expresión en una cooperación federativa de las fuerzas.
Compañeros creemos que ustedes se han adueñado de la definición menos acertada del anarquismo, la que históricamente han impuesto nuestros enemigos a través de su literatura(9), aquella literatura que en el anarquismo ha encontrado motivo para una actitud estética nueva y violenta, y que indudablemente ha determinado entre los anarquistas una dirección mental individualista y antisocial.
¡¡ Contra el estado y el capital. A crear poder popular!!
Corriente de Acción Libertaria-Chile
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