“Ni la guerrilla ni el gobierno nos consideran como un actor político”
Presentación de Anarkismo.net
El día miércoles 18 de febrero, sostuvimos una conversación telefónica con el Secretario General de la ONIC, el compañero Luis Fernando Arias sobre la masacre en que murió un número indeterminado de indígenas Awá en Nariño, al Sudoeste de Colombia, la cual se adjudicaron las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia –Ejército del Pueblo (FARC-EP). Este nuevo acto de violencia en contra de la población indígena, viene a atestiguar una vez más el grado de degradación al que ha llegado el conflicto social y armado en Colombia. Con brutal autoritarismo, han masacrado a quienes denunciaron como “informantes”, que no eran sino miembros indefensos de una población que días antes había sido violentada por el Ejército colombiano, forzando a esta comunidad a dar informaciones sobre el área y sobre la presencia de insurgentes. El pueblo Awá es de tal manera incorporado a la “brava” por los actores armados en su territorio a un conflicto del cual no se sienten parte, violando así el principio de la autonomía indígena.
Los medios de comunicación, que de manera cómplice silencian las sistemáticas violaciones a los pueblos indígenas por parte del Estado, y por supuesto el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, el cual también tiene sus manos manchadas de sangre Awá, utilizaron esta masacre como un elemento más para su propaganda belicista. Juego para el cual ni los indígenas ni la ONIC se prestaron. En una clara declaración leída en rueda de prensa el 12 de Febrero, Luis Evelis Andrade, Consejero Mayor de la ONIC, afirmaba:
“Quienes asesinan a los Awá no son únicamente las FARC. También han traído el terror a este pueblo el Ejército Nacional, la policía y los paramilitares. Desde Septiembre de 2008 a lo que va corrido de 2009, han sido asesinados y masacrados 44 indígenas Awá, por determinar otros. En los 43 días de este año, han sido asesinados 58 de nuestros hermanos en el territorio nacional. En los últimos siete años han sido asesinados en Colombia 1.303 indígenas, cifra que puede aumentar, ya que muchos no son denunciados, por miedo.” Recomienda también al gobierno “no mentir más a la comunidad internacional con respecto los actos de guerra –bombardeos, fumigaciones y ametrallamientos- en territorios del Pueblo Awá. (Así, como de) abstenerse de pregonar que la Seguridad Democrática garantiza y protege la vida de los pueblos indígenas”[1].
La Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca, quienes fueron los principales protagonistas de la heroica Minga de Resistencia Indígena y Popular, que sacudió Colombia entre Octubre y Noviembre del pasado año, se pronunciaron en una declaración titulada de manera gráfica “¿Para qué masacran a los Awá?” sobre los antecedentes de la masacre y los intereses en juego en esta región. De manera lapidaria concluyen:
“Este no es un problema de los Awá, no es un problema de los indígenas, no es un crimen contra un pueblo en Nariño. Este es un acto de terror que hace parte de la implementación acelerada de unas políticas conducentes al despojo por vía de la muerte. Este es el Plan Colombia en marcha. Un megaproyecto económico que entrega e integra nuestros territorios y nuestras vidas a la codicia del capital global.
Ante tanto horror, tan evidente, no podemos seguir mirando desde lejos o esperando nuestro turno. Es hora de saber para qué los mataron, para qué nos matan y de levantarnos para detenerlos y resistir. Es hora de rechazar de una vez por todas, el horror que cometen las FARC a nombre de los pueblos, así como rechazamos el del régimen.
También es dolorosamente evidente que de poco sirve ante este Estado tener tierras, denunciar violaciones de derechos humanos o negociar acuerdos con un Gobierno ilegítimo cuando el modelo de desarrollo con sus tratados y sus leyes se sirven del terror, venga de donde venga para masacrar, desplazar y despojar. Es indispensable e impostergable la obligación de resistir el modelo en su integralidad y como prioridad. En estas condiciones y ante estos hechos tan terribles, es necesario reconocer que todo lo demás, aún lo político-electoral, debe supeditarse con urgencia a una agenda de movilización y acción en Minga que resista y detenga el acelerado curso del despojo del que esta masacre es un evento.
Convocamos la Minga Social y Comunitaria. Pongamos a marchar la agenda para resistir el modelo de muerte que viene con el TLC, con las leyes de despojo, con el terror, con los convenios incumplidos, con la ausencia de un tejido de los pueblos por la libertad. Decidamos en Minga como detener el horror de las FARC, del Estado y de todos los grupos armados en Nariño y en Colombia. Cómo respaldar el pueblo Awá y defender con ellos su territorio y cómo defender la vida y nuestros territorios de esta muerte segura que avanza para que unos pocos sigan acumulando.”[2]
El día 20 de Febrero, la ONIC señala en un nuevo comunicado que ante la no aparición de los cuerpos de los Awá masacrados se convocará a una Minga Humanitaria que recupere los cuerpos. Dan plazo hasta el día lunes 23 de Febrero a las 18:00 para que las FARC-EP entreguen los cadáveres, exigencia que hacen extensiva al gobierno nacional, el cual tiene tropas en la zona. Concluye el comunicado exigiendo una vez más la desmilitarización del territorio Awá y el retiro de todos los actores armados, “legales e ilegales”. A su vez, insisten en que la insurgencia reconozca la autonomía indígena y al gobierno que no aproveche este infortunio para presionar a la comunidad Awá a “colaborar” como parte de su estrategia belicista[3] (Uribe en estos momentos se encuentra en Nariño y amenaza con mayor presión militar sobre la zona, lo cual tendrá por efecto agravar aún más la crisis humanitaria de los Awá).
Reproducimos a continuación la entrevista con el Secretario General de la ONIC, Luis Fernando Arias, sobre la grave problemática del pueblo Awá. Conversamos también respecto a la actual coyuntura en Colombia desde la perspectiva del movimiento indígena, la cual está marcada por la agudización del conflicto en las zonas de resguardo y la intensificación de la estrategia de despojo mediante el desplazamiento masivo, así como del rol del movimiento indígena ante ésta coyuntura.
José Antonio Gutiérrez D.
21 de Febrero 2009
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Estimado Luis Fernando, cuéntenos ¿qué es lo que ha ocurrido con los Awá en Nariño?
Lo que ha ocurrido no es algo coyuntural, es algo que viene desde hace rato. Diríamos que es la Crónica de una Muerta Anunciada. Lo veníamos denunciando hace mucho, la Defensoría, la ONIC, UNIPA, el sistema de Alertas Tempranas, que había mucho riesgo en esta zona. Aún así, no se adoptaron las medidas urgentes de protección individual y colectiva.
Acá, hay una estrategia, por parte de los actores armados, de involucrar a la población civil en el conflicto. Por una parte, está el Ejército que nos acusa de no colaborar y por otra parte, están las FARC que nos acusan de informantes. Esto, ya que los Awá han permanecido en una actitud firme de defensa de su territorio, de su autonomía, basada en los convenios, tratados y leyes de origen.
La deshumanización propia del conflicto, ha llevado a que hoy ocurriera esta masacre contra el pueblo Awá. Hemos leído las justificaciones de las FARC pero las rechazamos. Hemos llamado a todos los actores a que se abstengan de involucrar a nuestros pueblos en el conflicto y a que desmilitaricen los territorios. La respuesta que hemos recibido ha sido de carácter militar, también señalamientos, amenazas, desplazamiento.
Este crimen atroz debe ser visto de manera integral, histórica, como el resultado de una serie de violaciones que se vienen sucediendo de manera sistemática. Una Fiscal dice que están tratando de que los Awá nos colaboren, pero nosotros llevamos cinco años tratando de que nos escuchen.
¿Cuál es la razón para que esta zona sea un espacio de conflicto tan agudo?
Esta zona es un corredor estratégico, ya que se encuentra en la frontera del Ecuador y tiene un paso al mar. Entonces, es fundamental su control para dos tipos de tráfico, el tráfico de armas y el tráfico de drogas. Por eso hay presencia de los paramilitares, de los insurgentes y del Ejército. Las condiciones geográficas además son muy inhóspitas y todo eso alimenta la situación de guerra.
Leímos el comunicado de la Columna Mariscal Sucre de las FARC-EP y ellos reconocen tan sólo 8 muertos, en circunstancias que a través de los medios se venía manejando una cifra de 27 muertos... ¿a qué se debe esta divergencia tan importante?
El día 6 de Febrero, los hermanos Awá denunciaron inicialmente 17 muertes. Luego un cabildo indígena informó de 10 muertos más posteriormente. Estos datos no han podido ser verificados por las condiciones propias de la zona. Nuestra información, lo que hemos podido constatar por el momento, da cuenta de que la segunda masacre no habría ocurrido. Aún no se ha podido ingresar, pero informaciones preliminares parecieran confirmar que la segunda masacre no ha ocurrido.
El comunicado de las FARC deja fuera a dos mujeres que fueron asesinadas dentro de este grupo. O sea, serían entonces 10 los muertos que se han confirmado hasta ahora. Pero hay siete desaparecidos que fueron llevados con el grupo, los cuales no sabemos dónde están, o si están ejecutados. Por eso les exigimos que los devuelvan, aquellos que fueron llevados con los otros. Esa es la información que hay de momento.
Vemos que el gobierno se ha apresurado a hacer manejos políticos de esta tragedia... a insistir en que las comunidades “cooperen” con las fuerzas armadas y con la “seguridad democrática”, a presionar por mayor militarización de los resguardos... ¿qué posición observa el movimiento indígena sobre esta situación?
El movimiento indígena colombiano ha sido consistente en denunciar la política de Seguridad Democrática de Uribe Vélez. Esto no ha sido más que una política de muerte y de terror. Hemos tenido, durante su período en el gobierno, 1.300 indígenas asesinados. Esta es una cifra incontrovertible, corroborada por organismos nacionales, internacionales e independientes. Esto significa que, con este gobierno, se está asesinando a un indio cada dos días. Esto fue reconocido por el relator de Naciones Unidas, Rodolfo Stavenhagen, quien en el 2004 afirmó que en Colombia se está asistiendo a un proceso de etnocidio y de genocidio. Esto es fruto de la profundización de la guerra por la política de Seguridad Democrática, precisamente. Si el gobierno estuviera buscando la paz, habrían otras respuestas, de carácter político. Pero la respuesta indiscriminada de carácter militar cobra sus principales víctimas entre los civiles.
Le dijimos a Uribe que no venga a señalar que la política de Seguridad Democrática es una política que beneficie a los indios. Por eso le hemos exigido que desmonte estas políticas... esto se lo planteamos mediante la Minga, entonces le planteamos la desmilitarización absoluta. Porque la guerra no ocurre en el Ubérrimo (ed. finca del presidente Uribe) sino que en nuestros resguardos. Los muertos los ponemos nosotros, son indios.
También le planteamos a la insurgencia que situaciones como esta no pueden ser, no son, parte de un proyecto revolucionario. Así están imitando al gobierno, imitan sus políticas guerreristas y autoritarias. El problema de fondo es que ni la guerrilla, ni el gobierno, nos consideran como un actor político, sino que más bien nos ven como un estorbo. Nuestra postura es definitiva en torno a la autonomía y esto incomoda a sus modelos.
El gobierno plantea que el movimiento indígena actúa con un doble discurso, que por una parte piden protección al Estado, pero por otro, le reclaman su autonomía y desmilitarización... ¿Qué esperan del Estado en lo relativo a la cuestión de la seguridad de las comunidades?
Lo que este gobierno no entiende, es que la protección no se trata de tener soldados o chalecos anti-balas, sino que lo que pedimos es que se respete y se refuercen las instancias de auto-protección, es decir, las Guardias Indígenas. Hablamos de apoyo a nuestros planes de vida y permanencia, de territorio y tierras, hablamos de nuestra cultura. Insistimos en este último aspecto, en que lo más importante para garantizar nuestra protección es el respeto a nuestra autonomía, el respeto a nuestros valores y cosmovisión, a nuestra cultura, y que no se nos pretenda involucrar en un conflicto que no nos pertenece.
Se está hablando de realizar una Minga Humanitaria por parte de los indígenas... ¿Nos podrían explicar esto?
Continuando la idea de la Minga que se planteó a fines del 2008, esta sería una Minga Humanitaria, que involucre a organizaciones de derechos humanos, a distintas expresiones solidarias, a las Guardias Indígenas, a organizaciones populares. Lo más importante es enviar un mensaje fuerte y claro de que los Awá no están solos y que mediante la solidaridad de nuestro pueblo es como construimos una red de protección permanente.
En los días previos a la masacre se habían hecho gestiones por parte de “Colombianos y Colombianas por la Paz” (CCpP) que habían adelantado la posibilidad de un Acuerdo Humanitario para humanizar el conflicto. ¿Cómo ven ustedes que se ve afectado este desarrollo por los sucesos de Nariño?
Lo que ha ocurrido polariza a las partes. Lo que creemos es que se viene entonces una profundización de la guerra... tenemos entonces que leer el contexto socio-político, que se vienen elecciones presidenciales, y esto viene siempre acompañado de estigmatización y de persecución a las organizaciones populares y a la sociedad civil. La profundización de la guerra creemos que planteara escenarios complejos y difíciles tanto a los indígenas como a CCpP.
Lo que nos toca hacer entonces es redoblar los esfuerzos desde el mundo popular, desde los actores de la sociedad civil, para acercar a las partes, para presionar diálogos de paz, pero diálogos de paz que sean participativos, incluyentes y duraderos.
Seguimos luchando por una salida negociada al conflicto que implique varios compromisos a los actores armados: cese al fuego, Acuerdo Humanitario, concretar puntos para la agenda de negociación política... Esto es nuestra aspiración, pero somos concientes de que la actual coyuntura no presenta muchas condiciones políticas para materializar estas aspiraciones. Lo que se viene en lo inmediato es una agudización del conflicto, en la cual la población será la carne de cañón, por lo que podemos esperar más falsos positivos y más ejecuciones de indios.
Ante este complejo escenario, ¿cuál es el rol del movimiento indígena colombiano?
Por ejemplo, ahora hemos suscrito un acuerdo político, varias organizaciones colombianas y algunas de Washington. Le llamamos el “Grupo de Washington”. Es una forma de ver como anda el escenario bilateral para explorar salidas de paz. El eje central de este acuerdo es la paz, pero ésta también se constituye desde ciertos criterios políticos comunes. Hemos redactado una carta a Obama, en nuestra intención de generar un diálogo directo frente a la situación de la paz en Colombia.
Mañana radicamos esta carta en la embajada y celebraremos una rueda de prensa. En ella plantearemos que este conflicto de más de cinco décadas debe ser resuelto por los colombianos, que los cambios estructurales y reales del país deben ser asumidos y resueltos por los colombianos. El diálogo con Obama pretende poner de relieve la paz en oposición a la militarización. Sabemos que Obama pretende cambiar ciertos puntos de la política de Bush. Entonces creemos que hay posibilidades para que cambie de cierta manera la política hacia Colombia: en lo fundamental, el Plan Colombia. Le planteamos la búsqueda de la paz, tenemos ciertas reservas ante el escenario, es que hay coyunturas que debemos leer bien, pero estamos a la espera de la respuesta.
Otro escenario que también apoyamos en la actual coyuntura, es el que plantea CCpP. Es que no podemos resignarnos a la salida militar. Creemos imprescindible llegar a acuerdos en el orden social y político.
Notas:
[1] http://www.onic.org.co/actualidad.shtml?x=35757
[2] http://www.nasaacin.org/noticias.htm?x=9550
[3] http://www.onic.org.co/actualidad.shtml?x=35786
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