viernes, 22 de mayo de 2009

Hacia la autocracia

Así tituló la prestigiosa revista The Economist un reciente artículo en el que analiza el proceso interno colombiano, dirigido desde la Casa de Nariño y orientado a atornillar en el sillón presidencial a su inquilino. Colombia, dice el articulista, “alguna vez fue un país con una sana, incluso exagerada, desconfianza del Poder Ejecutivo, está al borde de permitir que Álvaro Uribe busque un tercer mandato consecutivo sin precedentes”. Los ojos de los analistas extranjeros ven más que millones de ojos de colombianos encandilados por el oropel.

La autocracia se define como un “sistema de gobierno en el cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley”. El que gobierna en dicho sistema es un autócrata y esta palabra tiene sinónimos como arbitrario, imperioso, absorbente, mandón y déspota. Un gobierno que pretenda concentrar todo el poder es un peligro para la democracia y su sana división de los poderes. Así lo advirtió recientemente el ex procurador Edgardo Maya, al decir que “la concentración del poder en manos del Ejecutivo, generando lo que podríamos llamar un ‘hiperejecutivo’, desdibuja cada vez más la separación de poderes”. La aprobación en el Congreso del referendo reeleccionista parece apuntar en la dirección que anota Maya. Y ese intento entraña un riesgo evidente para el sistema colombiano. Fue vergonzoso el episodio de la votación, dijo la senadora Cecilia López, cuando vio al Ministro del Interior de curul en curul buscando votos. ¿Se repitió lo de Yidis y Teodolindo, a quienes les ofrecieron prebendas para aprobar la anterior reelección? Aún no se sabe, pero la duda queda. La expresó el ex presidente César Gaviria, al manifestar que ese acto “coloca en peligro la democracia del país y el equilibrio de poderes”.

El análisis de The Economist, al referirse a la Política de Seguridad Democrática, recuerda que Uribe pretende que ésta continúe y que sólo él “puede asegurar que este proceso continuará”. Esa es otra característica de los autócratas, que se sienten únicos, indispensables y escogidos por la Divina Providencia. Esta política genera preocupaciones, pues, dice el articulista, “el gobierno de Uribe no ha estado exento de abusos y escándalos. Éstos incluyen el asesinato de civiles inocentes presentados luego por el Ejército como guerrilleros muertos en combate”. Se refiere la revista, como es obvio, a los llamados ‘falsos positivos’, que, según recientes denuncias, hasta fusilamientos han provocado. Es el producto de exigir resultados y que éstos se midan en cadáveres con camuflado y botas pantaneras.

El episodio del espionaje y de los seguimientos e interceptaciones telefónicas del DAS a magistrados de las altas cortes y a personajes de la oposición también es preocupación de la revista. Los autócratas no soportan que los contradigan. Aquí, a los críticos se les ha calificado como amigos de la subversión. Y recientemente, a quienes han solicitado un acuerdo humanitario para liberar a los secuestrados por la guerrilla, se les ha calificado como pertenecientes a un supuesto ‘bloque intelectual de las Farc’. La del DAS es otra herida abierta, dice The Economist.

¿Exagera la revista? No lo creo. El camino hacia la autocracia es un peligro real para la democracia colombiana. Los ojos del mundo están sobre nosotros.


Por: Gustavo Tobón Londoño
Tomado de: www.elpais.com.co

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