martes, 10 de febrero de 2009

TERROR ESTATAL; ESTRATEGIA ESENCIAL DE DOMINACIÓN POLÍTICA.

En Colombia ya es plato de cada día la actuación extrajudicial del estado con el fin de neutralizar aquellos proyectos, personas e ideas, que por vías legales no logra detener. Esta acción sistemática, que dio origen en su momento al paramilitarismo como estrategia contra insurgente y de aniquilamiento de líderes populares, ha sido catalogada por muchos como Terrorismo de Estado. Pero resulta impactante cuando al pensarlo con más calma se evidencia la utilización del terror como forma de control y coerción esencial por parte del estado frente a la sociedad.

Terror estatal; estrategia esencial de dominación política.

En Colombia ya es plato de cada día la actuación extrajudicial del estado con el fin de neutralizar aquellos proyectos, personas e ideas, que por vías legales no logra detener. Esta acción sistemática, que dio origen en su momento al paramilitarismo como estrategia contra insurgente y de aniquilamiento de líderes populares, ha sido catalogada por muchos como Terrorismo de Estado. Pero resulta impactante cuando al pensarlo con más calma se evidencia la utilización del terror como forma de control y coerción esencial por parte del estado frente a la sociedad.

De hecho, para que un estado logre ser reconocido como tal, es decir como el aparato político y administrativo que regula y ejerce la autoridad sobre las personas que se recogen en el territorio de su control, este necesita obtener el monopolio de la fuerza –militar y policial-, la capacidad de dirimir diferencias entre las personas (es decir un aparato judicial), y la facultad para establecer las normas de funcionamiento social (un cuerpo legislativo, que para el caso colombiano es el Senado). Aunque todas tres ellas son importantes para el estado, su existencia depende de garantizar la victoria de su propuesta de organización social (nunca única ni mejor), y esto sólo es posible mediante la utilización de la fuerza física para aplastar adversarios y disuadiendo a futuros opositores con su absoluta fuerza vencedora.

Uno de los mejores ejemplos de ello lo hemos tenido en Latinoamérica con el nacimiento de nuestros estados modernos. Aunque el proceso de independencia pudo haberse iniciado en círculos de intelectuales, comerciantes y hasta algunos clérigos, la liberación del control español solo pudo hacerse después de formar un ejército en estas tierras que lograra expulsar a los ejércitos realistas y garantizara la no intervención nuevamente del poder Ibérico en el continente americano. Una vez ganada la guerra quienes definieron la forma en que se organizaría el estado no fueron ni los soldados de estos ejércitos ni la población a la que supuestamente habían liberado; quienes decidieron la elección del estado a asumir fueron los grandes generales como Bolívar y Santander, quienes no hicieron más sino construir un aparato político que permitiera garantizar el buen estado de sus intereses de clase, en ese momento defensores de los grandes hacendados y comerciantes.

Desde allí, en estos ya largos 200 años de existencia como Republica, el estado ha mantenido, con muchos tropiezos, el monopolio de la fuerza que le ha permitido legislar, juzgar y administrar sobre el territorio de su jurisdicción. Aunque en varias ocasiones ha tenido que ejercer esta fuerza para defender la integridad de sus instituciones, la mayoría del tiempo este ha funcionado para disuadir con la amenaza de su uso a aquellos que en cualquier momento se decidieran a desobedecer o desconocer su poder. Esta utilización de la fuerza de forma disuasiva frente al resto de la población logra constituir al miedo como esencia del control del estado sobre las personas. Esta utilización pasiva de terror es la base del funcionamiento del estado.

Una vez derrotada al resto de la población, bien sea por la fuerza o por el terror, aquellos que controlan el estado tienen las puertas abiertas para establecer todo tipo de normatividad de acuerdo a sus conveniencias, leyes que tras su aprobación deben ser acatadas por los habitantes así no estén de acuerdo o les perjudiquen. Gracias a esta capacidad de legislar, es que logran naturalizar las dinámicas que económicamente favorecen mas a su clase, garantizando su cumplimiento tras volverlas Leyes Generales de la Nación. Allí es cuando aparece en las constituciones la inviolabilidad de la propiedad privada, el derecho al trabajo asalariado y la posibilidad de la “Libre empresa”, todas ellas articuladas a lo que conocemos como un sistema capitalista de producción. En estas leyes no se cuestionan la esencia de la propiedad que restringe la riqueza de la mayoría, ni la inhumanidad del trabajo asalariado como forma de explotación de la mano de obra, y mucho menos la posibilidad de que la libre empresa degenere en monopolios que restrinjan las posibilidades de compra de los consumidores. No, nada de eso.

Las leyes son así, por que así “deben ser” , y quien pretenda desconocerlas o siquiera cuestionarlas ya sabe que corre con el riesgo de ser enjuiciado por rebelión, terrorismo y quien sabe que mas epítetos ridículos contra los librepensadores. La población sabe que la amenaza de la fuerza no solo es una promesa, sabe que las consecuencias de los actos de rebeldía son pagadas con condenas entre rejas de hierro que encierran a las mentes críticas en la cárcel. El que nada debe nada teme, reza el adagio popular, pero la verdad es que todos debemos, y por eso, todos tememos. Pero bueno, basta de lugares comunes, basta de recordar la capacidad del estado de doblegar la dignidad libre con la utilización de sus fuerzas militares y policiales, por que el terrorismo no solo esta allí. También son acciones de terror las que legisla el estado al determinar el régimen de libre especulación financiera que también hace parte del engranaje actual de nuestro sistema económico.

No es por que el estado sea el beneficiario de las ganancias que es acusado, es por que es él el que determina la validez legal de que unos pocos se hagan ricos a costa de los ahorros de los muchos. Y es también con terror que el estado garantiza que solo ellos tengan el monopolio de este tipo de negocios. Cabria acá recordar lo acontecido hace pocos meses con el intento de estructurar sistemas de ahorro diferentes por parte de lo que en su momento se llamaron captadoras ilegales de dinero. Faltaría mas defender a estas empresas muchas de las cuales funcionaban como lavadoras de dinero del narcotráfico, cuando el punto realmente es que el ataque sistemático a esta tipo de empresas solo se dio tras la queja de uno de los grandes banqueros del país quien sugirió la utilización del estado de conmoción interior para acabar con esta irregularidad económica. Tras esto el mensaje por lo medios de comunicación fue claro: Solo pueden ser ejercidas por los bancos las labores de ahorro y crédito, toda propuesta diferente será combatida y eliminada. Terror para mantener el sistema financiero. Para seguir con el sistema financiero pero mirando sus repercusiones en otras de las áreas de la vida, tendría que recordarse el sistema de consecución de vivienda por medio de los créditos hipotecaros. La generación de los setentas y ochentas fue atraída a la compra de vivienda por medio de el sistema diseñado por el gobierno denominado UPAC que lograba dar crédito para vivienda con la garantía para los bancos de que no perderían su dinero prestado ya que las tasas de interés se actualizarían anualmente con la inflación.

Este crecimiento de los montos a pagar, como las crisis domesticas de los ahorradores resultaron en una imposibilidad para muchos de pagar su hipoteca resultando expulsados de sus casas sin la devolución de sus montos ahorrados. ¿Quién decreto el sistema de pagos que favorecía a los bancos? ¿Quién facilito la fuerza publica para el desalojo de las casas? ¿Quién, después cuando entraron en crisis los bancos, invirtió presupuesto público para salvarlos, dinero que no utilizo en su momento para proveer de soluciones de vivienda a los sin techo?. Si van a comprar una casa es mejor que tengan claro que pueden pagar el crédito, por que si no ya saben que si se quedan colgados vendrán a desalojarlos con la fuerza pública. Ese es el mensaje, y por lo tanto es la advertencia: sin pagos no hay vivienda, y si es necesario el estado intervendrá para hacer valer la riqueza de los bancarios.

Ese mensaje es el que disuade al ahorrador de cumplir, aun así tenga que pasar necesidades por ellos. Esa disuasión, es también la utilización del terror por parte del estado. Sigamos con la vivienda ahora. Ir por las calles es mirar cantidades de lugares que se ofrecen en arriendo, y que están dispuestos a ofrecerse a los sin techo necesitados. Pero detrás de ello se enmascara otra realidad, la de la especulación de la finca raíz por parte de terratenientes urbanos. En este mundo en el que muchos llegaron tarde a la repartición de cuartos, apartamentos y casas, otros aprovecharon la normatividad estatal que defiende la propiedad y la acumulación así esta sea innecesaria para el dueño (¿quien necesita poseer mas de dos casas si solo va a dormir en una?). Mientras unos se hacen ricos a costa de rascarse la barriga, sentados en su sofá en frente del televisor esperando a que llegue su chequecito mensual del arriendo, otros miles debemos pasar angustias por recoger lo necesario para pagar por el alquiler de su lugar de vivienda. Y si acaso alguno de nosotros decidiera hacer la ocupación de uno de estos lugares “privados” que se dan en arriendo sabemos que hay que esperar la atenta represión de el estado, quien mandaría a su fuerza pública a expulsaros por hacer una intromisión indebida en un lugar que no es nuestro. ¿y si no es nuestro entonces de quien, de quien no lo necesita?.

Por que sabemos esto es que muchos no lo hacemos, por que sabemos que pasaría un desalojo, muchos de los que necesitamos un lugar donde vivir seguimos “respetando a al autoridad” y buscando trabajo donde nos exploten para poder darle de comer a aquel viejo del sofá. Esa persuasión, solo es posible por el terror que le tenemos al estado. Y así puede seguir enumerándose, casi infinitamente, la cantidad de cosas que no hacemos por miedo al estado. No tomamos alimentos de supermercados sin tener con que pagarlos (que si igual nadie los compra se perderán sin vender), pagamos cumplidamente los servicios públicos, ahora privados, aun que estos hallan nacido como una forma colectiva de proveerlos y con una inversión de todos, sabemos que si no pagamos a tiempo el servicio no lo cortan, y si tratamos de evitarlo… Subir sin pagar a un transporte público operado por privados que se enriquecen a costa de la incomodidad de los usuarios, y así pueden seguirse muchas descripciones donde están impregnados nuestros temores fundados por todo el miedo que ha sembrado en nosotros el estado, que mantiene nuestras acciones restringidas tanto por la acción de sus fuerzas militares como por el terror que genera sus amenazas de afectar a todos aquellos que incumplan sus mandados.

El terrorismo de estado no es una anomalía incalculada o esporádica de la acción de la fuerza publica sobre movimientos sociales o lideres de la oposición. De hecho tampoco es una política sistemática de exterminio contra los que no comulgan con el régimen. El terrorismo de estado es la esencia misma del funcionamiento y justificación de la acción estatal prácticamente en todas las áreas de intervención de este en la vida social. Su lógica se basa en infundir el miedo a todos a los que domina, garantizando con esto la inacción de cada uno si está fuera de las normas que el estado quiere.

El terror infundado a la población es el que mantiene en mayor medida su capacidad de dominar, y de generar leyes que así estén en contra de la población no reciben oposición por que la gente prefiere no correr riesgos. Allí es donde el terror es efectivo, en hacer que la gente no se manifieste ni que asuma actitudes que pueden mostrarse como contrarias al estado. Esa es una de las razones por las cuales el régimen se mantiene en el poder. Frente a este diagnostico, esa cruda realidad donde el estado se mantiene intacto gracias al terrorismo que aplica a la población, la única salida a esta encerrona planteada por el poder es precisamente voltearles la arepa con su táctica y coger el sartén por el mango. Si su política se basa en el miedo, debemos anteponer a ella el riesgo a tomar decisiones y acciones a pesar del peligro.

No es hacer jugadas ciegas en las que salgamos vulnerados, es en cambio, actuar y pensar diferente siendo inteligentes y cuidadosos, de tal forma que podamos combatir al estado al punto de llegar a destruirlo. Nuestra pelea contra el debe ser a muerte, superando el miedo a combatirlo con la esperanza de estar construyendo un mundo diferente en el que valores como la horizontalidad, la autogestión y la solidaridad prevalezcan a aquellos del egoísmo, el autoritarismo y la explotación. Contra el terrorismo de estado, emancipación antiautoritaria.

Por: http://vargarquista.blogspot.com/

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